Mientras
en USA cierran aeropuertos por la ola de calor, en Andalucía autorizan a los
padres a no mandar a sus hijos al colegio, vayamos a que les dé un soponcio.
¿Se habrá convencido Donald Trump del cambio climático? ¿Lo explicarán en esos
colegios públicos andaluces que tienen aulas prefabricadas y techos de uralita?
Pedro Sánchez nombra a la nueva ejecutiva del PSOE y Susana Díaz exclama:
“¡Ozú, qué caloor!” Que es lo que dicen también los granadinos cuando vuelven a
oír que dentro de poco vendrá al Centro Lorca el legado del poeta. Y que pronto
tendremos el metro. “¡Ozú, qué caloor!” Y que las obras del Ave progresan
adecuadamente. Y que lo mismo hasta arreglan las cuentas municipales. “¡Ozú,
qué caloor!” Como los colegios andaluces, que en estas fechas parecen más bien
invernaderos construidos con la finalidad de producir mano de obra barata y
sobradamente preparada menos para las inclemencias meteorológicas, la
actualidad política es un bochorno capaz de licuar cualquier tipo de vida
inteligente. Y quizá tenga algo que ver el informe de Cáritas y la Fundación
FOESSA, publicado esta semana, que habla de un país donde muere más gente de la
que nace y los que viven son más pobres de lo que eran cinco años antes. Un
país donde seis de cada diez hogares no llegan a fin de mes; o donde nos hemos
acostumbrado a que existan pobres y donde el 71% de la población cree que votar
no sirve para nada, hartos quizá de abochornarse por la actuación –ya hablan
más en las redes sociales que en el Parlamento- de nuestros representantes
públicos. Un país donde el 47,1% de los encuestados cree que dentro de cinco
años estará igual que hoy, y otro 26,4% cree que empeorará, lo que tampoco
habla bien de nuestra clase política. Pero es que no es lo mismo crecimiento
económico que progreso social, como destaca el secretario de Cáritas, Sebastián
Mora, quien señala que las personas excluidas no están en el debate público ni
son una prioridad. No, en España seguimos aprendiendo a hacer la o con un
canuto, reescribiendo la Transición y redescubriendo conceptos como el de
plurinacionalidad, que copiamos a países como Bolivia, que nos lo había copiado
previamente, donde se aplica a las comunidades indígenas, aunque allí no exista
propiamente como aquí una parcelación del poder político y las llamadas
plurinacionalidades tengan muchas menos competencias que las Comunidades
Autónomas españolas. “¡Ozú, qué caloor!” Necesitamos partidos y políticos que
trabajen para solucionar los problemas reales de los ciudadanos.
IDEAL (La
Cerradura), 25/06/2017