He
contemplado la nueva cara de Renée Zellweger, que ella atribuye a la felicidad.
Y debe de ser muy feliz para tener que cambiarse la cara, aunque a mí me ha
parecido la de un esqueleto sonriendo en la comunión de todos los santos que se
murieron de hambre. Es decir, una calavera recubierta de colágeno y bótox y
suturada en el quirófano de la modernidad. ¡Con lo guapa que era al natural! Al
parecer, la industria de Hollywood estresa a las actrices aún más que a los
espectadores de sus películas, pues sus contratos van reduciéndose a partir de
los treinta y cuatro años. Porca miseria. Pero poca comparada con la situación
laboral española, donde con treinta y cinco años una mujer ya no puede aspirar
ni siquiera a que la contraten. Es precisamente la cifra del paro en Andalucía,
el 35%, lo que nos da una idea de lo imparables que hemos sido en esta
comunidad en los últimos años. Y es que los mensajes políticos no suelen
coincidir con la realidad, como tampoco muchas informaciones que aparecen en
los medios de comunicación, que suelen hacerle un lifting a una actualidad bien
miserable. Porque por mucho que uno niegue la realidad, esta acaba imponiéndose,
y lo malo es que terminan sufriéndola miles de familias a las que no les
importan los estragos de la edad, sino los de la economía. A veces tenemos la
sensación de que la sociedad es lo que aparece en Internet o las redes
sociales, pero hay una buena parte de la población “desconectada”, y cuya única
preocupación es cubrir sus necesidades básicas diarias. Seres humanos que no
salen en los medios sino como una cifra de las estadísticas en las secciones de
economía. Aquí en Granada, sin embargo, nuestros políticos piensan ya en las
elecciones, y hablan de cambiarle la cara a la ciudad. Yo me conformaría con
que la limpiaran un poco, primero de caras que tenemos muy vistas, y luego las calles
de barrios como la Chana, que, según en qué partes, parecen retretes para
mascotas cuyos excrementos sus dueños no se preocupan en retirar o,
simplemente, estercoleros. Y es que se ve que, cuando uno se aleja del centro,
no puede apreciar la cara limpia de Granada, un gran reclamo turístico. De
hecho, muchas de las caras que se ven en los bares son las de las muñecas
hinchables que llevan los grupos que celebran las despedidas de soltero. Va a
resultar que nuestra felicidad es de silicona.
IDEAL
(La Cerradura, 26/10/2014)