No
sé si un “Black friday” arreglaría la economía española, pero podría tenerse en
cuenta. Además de las compras de Navidad, podríamos adelantarles el sueldo del
año que viene a los trabajadores, y tomarlo como costumbre en años sucesivos. Total,
si sólo aumentamos la deuda pública, que a fin de cuentas es negociable. Basta con
eliminar el tope del artículo 135 de la Constitución española, como quiere
Pedro Sánchez, o renegociarla para que los bancos asuman su responsabilidad,
como quiere Pablo Iglesias. El pobre Zapatero tuvo que renunciar a sus
principios para asegurar a los banqueros que éste no era un país de pobres, y
hete aquí que su sucesor, que votó esa reforma constitucional siguiendo la
disciplina de partido, no duda en renegar de él cuando se trata de contentar a
un país empobrecido. Es decir, que Pedro Sánchez adelanta por la izquierda a
Zapatero por temor a que a él le adelante la verdadera izquierda, pero esta
semana nos encontramos que Pablo Iglesias, que supuestamente la representaba, ha
presentado un programa económico esencialmente socialdemócrata; es decir, de
centro. A esto los analistas lo llaman ser pragmáticos, una cualidad muy
valorada en los políticos, que se ve que lo único que les interesa es alcanzar
el poder, independientemente de sus principios. Son seres contradictorios, como
Mariano Rajoy, que ha terminado relevando a Ana Mato, a la que siempre había
defendido, quizá por ser tan silenciosa e impertérrita como él. Pero el
atosigamiento de propuestas políticas a las que asistimos estos días es un
atosigamiento publicitario, muy propio de esos mercaderes a los que pretendemos
echar del poder, como el que ha sufrido esta semana cualquier usuario de
Internet, abducido inmediatamente por los anuncios “black” que pululaban por
las plataformas informativas. Y es que el futro parece negro, sí, y por eso hay
una mayoría silenciosa de ciudadanos –los que engrosan la abstención, verdadera
mayoría absoluta en España- a los que les gustaría oír propuestas sensatas de
políticos que se tirasen de cabeza al charco social sin remover tanto el fango,
que nos impide ver nada. Pero es que, al parecer, sólo hay fango en cualquier
institución donde escarbes un poco, sea una administración pública, un partido
político o la iglesia católica. Tan patético como escuchar los exabruptos
políticos, ha sido ver esta semana al arzobispo de Granada tumbado ante al
altar para pedir perdón por los casos de pederastia. “Sólo Dios conoce el fondo
de nuestro corazón”, ha dicho. Pero es que algunos lo tienen “black”, “black”, “black”.
IDEAL
(La Cerradura), 30/11/2014