domingo, 30 de diciembre de 2018

Inmóviles


Si como escribiera Borges, el milagro del tiempo es que perdure algo en nosotros a pesar de las gotas del río de Heráclito, que son estos años que se van, lo más sorprendente es que la novedad nos dure tan poco, hasta el martes que viene quizá, cuando al firmar una carta o un recibo pongamos 2019. Y este es un año emblemático, si acudimos a la historia del cine, pues Ridley Scott imaginó en “Blade Runner” ciudades con altísimos rascacielos iluminados con neones y cielos nublados de contaminación recorridos por coches voladores conducidos por blade runners, cazadores de replicantes más perfectos que los seres humanos, pero que sólo tienen cuatro años de vida. En las calles se hablaría un lenguaje mestizo de todas las razas de la tierra y todas las tribus urbanas, pero no sabríamos distinguir a los seres humanos de los androides, ni siquiera con un test Voight-Kampff que nos descubra la dilatación del iris, la fluctuación de la pupila cuando preguntemos por el sufrimiento de un animal del que ya sólo existen copias elaboradas genéticamente, como imaginó Philip K. Dick en “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, la novela en que se basa esta película. Replicantes que son en ese mundo los únicos que se resisten a la opresión, se rebelan contra las circunstancias y sienten compasión por el enemigo. O “Akira”, otra película ambientada en una ciudad reconstruida después de la hecatombe nuclear y asolada por el desempleo, la droga, la violencia y el terrorismo. Frente a las distopías, nuestra realidad resulta mucho más amable, aunque al final y al principio de año sigamos escuchando los mismos mensajes esperanzadores y absolutamente contradictorios de nuestra clase política: en Madrid, donde gobierna el partido derrotado en las últimas elecciones (PSOE); o en Andalucía, donde –después de casi cuarenta años- va a gobernar también el partido derrotado en las últimas elecciones (PP), apoyados en ambos casos por los partidos que dicen aborrecer, nacionalistas y extremistas que podrían protagonizar alguna distopía, pues niegan sin sonrojo que haya habido una dictadura en España, la igualdad sexual o el derecho de asilo que pedirán muchos de los 300 inmigrantes del buque “Open Arms” que han desembarcado en la bahía de Algeciras. Para ellos empieza sin duda una nueva vida. Pero entre este lapso que muere y otro que surge esperaremos las doce irreparables campanadas que, volviendo a Borges, tienen como causa verdadera la sospecha general y borrosa del enigma del tiempo. Así que, humanos o replicantes, feliz año nuevo.
IDEAL (La Cerradura), 30/12/2018

domingo, 23 de diciembre de 2018

Agenda


En Navidades, la agenda del españolito medio no se diferencia tanto de la de Pedro Sánchez o Quim Torra: una comida con el enemigo, un ayuno para compensar los excesos, una reunión de gobierno en tierra inhóspita, incluso alguna visita a la cárcel para consolar a un compañero o un familiar que quiere independizarse y al que ya no creo que se le puedan llevar cigarrillos. Ahora preferimos morirnos de otras cosas, como un empacho de pavo o de presupuestos o de cuestión catalana. Y es que en España hay que medir muy bien con quién comes o con quién hablas, pues esta es la tierra del chascarrillo, y el verdadero máster de políticos o profesionales es dar puñaladas por la espalda. “¡Venid a mí!”, les ha dicho con los brazos abiertos Torra al presidente Sánchez y a sus ministros, mientras por el otro móvil convocaba a la manada independentista. Y allí se ha ido Pedro Sánchez, que está convencido de que lo mejor es que hablen siempre de uno, aunque sea mal, y den la vuelta al mundo las imágenes de Barcelona y la lucha callejera. “Spain is different”, fue también el eslogan del entonces ministro de Turismo, Manuel Fraga. “No, excuse me”, es que hay quien se empeña en ser diferente. Y en algunas casas, el mayor problema que se plantea en Navidad es que el pavo no termine saltando por los aires. Total, si tienes un cuñado catalán y otro andaluz, aquí cualquiera te monta un bodrio del tipo “Ocho apellidos vascos” y la secuela “Ocho apellidos catalanes”, que no por casualidad han sido junto a la saga Torrente las películas más taquilleras del cine español, lo cual te da una medida de cómo anda el patio. Pero hay facturas que el ego no puede pagar, y supongo que nadie les dará explicaciones a los miles de personas que el viernes pasado sufrieron atascos y no pudieron cumplir con sus compromisos laborales o familiares en Barcelona. Pedro Sánchez y Quim Torra no tuvieron mayor problema, porque ellos juegan a otra cosa. Esta apuesta decidida por el sensacionalismo político se parece demasiado a la nadería, que es la manera que tienen de gobernar los que desprecian a los votantes. Allá por 1959, Azorín escribía en “Agenda” (Biblioteca Nueva, Madrid): “El tiempo obra lo que la premura; años, los muchos años, van borrando lo adherente y dejando lo esencial. ¿Dónde están los pormenores geográficos, topográficos? Pasó todo; se trastocó todo. Permanece la presencia profunda e inefable”. Feliz Navidad.
IDEAL (La Cerradura), 23/12/2018

domingo, 16 de diciembre de 2018

Santos


Sólo en un país donde no se ha condenado abiertamente la dictadura franquista y aún se discute torpemente sobre dónde debería estar enterrado el dictador, a alguien podía ocurrírsele proponer la beatificación de Francisco Franco. Algo que hubiera provocado una carcajada antes de que VOX lograse doce escaños en el Parlamento de Andalucía y 46.952 votos en la provincia de Granada, lo que ha transformado esas sonrisas en una mueca en la cara de tiempo congelado. Pero es que el nacionalcatolicismo ha sido la ideología imperante en España durante cuatro décadas, y ése sí que fue un invento español, y no el autogiro de Juan de la Cierva. Mientras en los países de nuestro entorno se desarrollaban las democracias aconfesionales, aquí volvíamos a la Edad Media. Y allí sigue anclada parte de la sociedad española, aunque las efigies de los santos de hoy se erijan más en las redes sociales que en las iglesias. Los que desean el advenimiento de otro iluminado que coja al toro ibérico por los cuernos y vuelva a llevarlo al redil. Y el redil debería seguir siendo el Valle de los Caídos, que ilustra hasta donde puede llegar la megalomanía de un maníaco y la ignominia de un país. Pero hay otra parte de la población que simplemente está harta de partidos y políticos que lo más parecido a una idea de España que tienen es una veleta, pues cambian de propuestas según sople el viento electoral, por lo que demuestran que no tenían ninguna idea previa. En Europa, la cosa no pinta mejor, incluso en países como Francia o Alemania, donde sí se ha fomentado una política de reconocimiento de los errores, pero que tampoco escapan a una crisis económica que ha provocado una regresión de derechos políticos y sociales. O en Italia, donde fascismo y populismo se han confundido y unido para condenar al extranjero. Frente a esa tendencia, sólo cabe oponer el progreso social. La aplicación efectiva de los derechos y libertades recogidos en el Título I de la Constitución debería ser el punto de partida de cualquier programa político en España, y los partidos y el  propio sistema democrático sólo resultarán creíbles si trabajan para promover políticas sociales y el pleno empleo. En Europa, ésa es una labor de los Estados y del Parlamento, no de la Comisión, que sólo cree en el sacrosanto mercado, de cuyas leyes las élites económicas se siguen aprovechando. Más que santos o políticos narcisistas, necesitamos buenos gestores de los recursos públicos y comprometidos con los derechos humanos.
IDEAL (La Cerradura), 16/12/2018

domingo, 9 de diciembre de 2018

María de la Constitución

El desacuerdo de los partidos para reformar la Constitución española ilustra su inoperancia, pues nada debería resultar más natural en un Estado democrático. Porque la Constitución no es esa grave señora algo artrítica que nos presentan a veces, sino una ley de leyes que va adquiriendo su madurez, pero todavía lozana e inexperta en algunos aspectos de su personalidad. Así, consolidar las pensiones y los derechos sociales y llevar a su máxima expresión el Estado autonómico con un nuevo sistema de financiación son tareas ineludibles, aunque la propia democracia parezca viciada por sus organizaciones políticas, que han perdido su razón de ser. No conectan con los ciudadanos porque están más preocupadas por mantener el poder, algo que resulta más evidente en aquellos candidatos que no tienen otra profesión que la política y que saben poco en realidad de la sociedad que pretenden dirigir y de los trabajadores y profesionales que dicen representar. Por eso no es de extrañar que un partido como VOX haya obtenido doce escaños en Andalucía con mensajes meridianamente claros –algunos bien lamentables- que han conectado con miles de personas hartas de programas grandilocuentes y una realidad cruda, como la que revela las estadísticas de la Agencia Tributaria, que señala que la mitad de los asalariados de Granada no ganan más de 825 euros. Una miseria. Parte de la clase política hace un discurso tan vacío de contenido que aparenta carecer incluso de ideología, como si cambiase de forma de pensar según las tendencias de las redes sociales o la evolución del cambio climático. En Podemos, por ejemplo, se ve que a pesar de tener títulos universitarios algunos carecen de una mínima educación cívica que les permita mostrar respeto en el Parlamento al Rey y a la propia Constitución, que les guste o no son las instituciones que permiten su subsistencia. Porque si no hay acuerdo en lo más básico, que son las normas de convivencia, no vamos a ninguna parte. Lo primero que debería presidir cualquier programa político son los derechos humanos, en España o en cualquier país, pero hay dictadorzuelos que creen que sólo tienen derechos los que piensan de una determinada manera, y esto vale para Gabriel Rufián, Santiago Abascal o Pablo Iglesias. Incluso vale para Albert Rivera, Pablo Casado y Pedro Sánchez, el presidente español que más recursos públicos utiliza para viajar y paradójicamente el de menor influencia internacional y doméstica. Por cierto, ¿no hay en España una candidata sensata a la que podamos votar? Una María de la Constitución, por ejemplo.
IDEAL (La Cerradura, 9/12/2018)

lunes, 3 de diciembre de 2018

Venezuela


La ceguera más lamentable es la que provoca la propia ideología, cuando te impide apreciar la realidad. Y más cuando se trata de una realidad lacerante, la de un país donde no existen los derechos humanos y se aboca a la miseria a millones de personas. Tenía muchas ganas de conocer la realidad de Venezuela, de la que sólo sabía por las informaciones contradictorias de los medios de comunicación y por las declaraciones de algunos políticos españoles, que hablan desde el desconocimiento o desde el más puro cinismo. Y ahí tenemos a José Luis Rodríguez Zapatero y a Íñigo Errejón, que deben de haber visitado una Venezuela que no es de este mundo. Porque en la Venezuela de hoy no existe ninguna noción de normalidad, algo que es palpable desde que uno aterriza en el aeropuerto de Caracas, donde ya se respira la dictadura, con una hiperinflación que impide a la mayoría de las personas cubrir las necesidades básicas, y donde el sueldo mensual de un profesor universitario, por ejemplo, no te da para completar una cesta de la compra diaria. Un país donde sólo hay ya dos clases: los que han decidido quedarse aun malviviendo para levantar el país y los que se mueren de hambre. Porque había otras personas, que ya se han ido a buscarse la vida a otra parte. Y no se trata de jóvenes, sino de padres y madres de familia que no tienen quien les acoja. Pero hay una tercera clase, sí, la de un régimen que continúa esquilmando uno de los países con mayores recursos naturales del mundo. Porque las democracias son más frágiles de lo que creemos, y los derechos hay que ejercerlos y defenderlos, pues cuando uno empieza entregando la dignidad puede terminar perdiendo la vida. Y eso vale tanto para Venezuela como para España. Aquí todavía podemos caminar tranquilos por la calle, eso sí. En Caracas, las calles están desiertas a partir de las seis de la tarde. Un toque de queda que ni siquiera tiene que declarar el régimen chavista, porque ya está dictado por el miedo, la inseguridad y la pobreza. Pero aún quedan algunos oasis, como la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), donde esta semana se ha celebrado la III Feria del Libro del Oeste, que tenía como país invitado a España. Una España que, sin embargo, hoy mira para otra parte, y donde no existe unanimidad para condenar una dictadura que está acabando con la vida de muchos venezolanos y españoles. Ayudarlos es también nuestra responsabilidad.
 IDEAL (La Cerradura), 2/12/2018

domingo, 25 de noviembre de 2018

PlayStation


Pues no va a ser 1984 la distopía que ya protagonizan nuestros partidos políticos, sino 1941, esa comedia en la que un submarino japonés interrumpía el tranquilo baño de una nadadora en la costa de California, u “Horizon Zero Dawn”, el juego apocalíptico para consolas en el que nuestros adolescentes investigan las causas del fin de la civilización. Lo mismo están en los propios políticos, dispuestos a convertirse en una pesadilla que salte de las instituciones y los mítines a las pantallas de tu teléfono móvil. Ya no se trata de fabricar noticias según las tendencias de las redes sociales, sino programas políticos al gusto del consumidor. Si por lo menos pudiéramos elegir el perfil de los candidatos y educar, por ejemplo, a personajes como Gabriel Rufián, para dotarlos a golpe de clic de inteligencia, no estaría tan mal convertir la política en un videojuego, que es a lo que actualmente se parece, sobre todo las sesiones del Congreso. Pero no. Lo que va a permitir la ley que paradójicamente lleva como título la Protección de Datos y Garantía de Derechos Digitales, es que los partidos políticos, coaliciones y agrupaciones electorales puedan utilizar datos personales obtenidos en páginas web y otras fuentes de acceso público para la realización de actividades políticas durante el período electoral. Es decir, que como usted lleva años proporcionando datos personales en las redes sociales sin sonrojarse, los partidos van a contactarle según su perfil digital sin mostrar por ello tampoco ningún pudor. ¡Y qué sorpresa se van a llevar algunos cuando sea un partido y no otro el que llame a su WhatsApp! Porque usted puede creerse progresista y de izquierdas, pero quizá sus opiniones y exabruptos le conviertan en un votante ideal para la extrema derecha. Los mismos políticos son inclasificables, y si algunos se analizasen con el dichoso algoritmo, saldrían con un perfil del tipo “Autómata”, otro juego que causa furor entre los adictos a la Play. Porque debía llegar un momento en que los videojuegos persiguieran a los jugadores cuando salieran de casa. Los partidos quieren convencernos de que saben mucho mejor que nosotros lo que pensamos, y por tanto lo que necesitamos. Y hablo de partidos políticos, esos extraños engendros que nacieron para hacer posibles las libertades y que hoy se han convertido en los adalides del Big Data. Porque no quieren ciudadanos, sino avatares que sean fácilmente manipulables. Así que apaguen la tele, el móvil y enciérrense en casa: vamos a jugar a la Play. Eso que llamábamos democracia.
IDEAL (La Cerradura), 25/11/2018

domingo, 18 de noviembre de 2018

Nuevos tiempos


Si tenemos que hacer caso a los eslóganes de los partidos y a las afirmaciones de los candidatos, el próximo 2 de diciembre viviremos en Andalucía una especie de resurrección para que al día siguiente –me temo- todo continúe exactamente igual. “Un tiempo que amanece”, “un tiempo nuevo”, “más Andalucía que nunca”, “ha llegado nuestro tiempo”, “Andalucía adelante”, “ahora sí…” La realidad es que en Andalucía el reloj se detuvo hace casi cuatro décadas, y por eso continúa siendo la comunidad autónoma con mayor desempleo y menor número de empresas. Sin embargo, Susana Díaz ha presentado al PSOE-A en Granada como modelo de gestión, comparándola con la del alcalde Francisco Cuenca, que quizá se tragó un par de sapos económicos cuando la escuchó, aunque no se le agriara por eso su permanente sonrisa. Y es que el optimismo de nuestros políticos parece una enfermedad congénita, aunque luego la verdad estadística te aclare que 7 de cada 10 empresas granadinas declaran pérdidas, y el 73% en Andalucía. Y también parece ser una enfermedad el cinismo, pues Susana Díaz presumió de que el AVE ha llegado ha Granada gracias a la gestión del alcalde con el Gobierno del PSOE, cuando nadie ha visto aún a ese fantasma mecánico por ninguna parte. (“Que viene el AVE”, le dicen las abuelas ahora a los niños que no quieren dormirse. Y se duermen de aburrimiento, claro.) De hecho, Granada sigue siendo una ciudad prácticamente incomunicada con el resto de Andalucía y España, y uno no puede coger, por ejemplo, un autobús para viajar por la noche de Málaga a Granada. No hay. ¿Y un tren? No hay. Si uno llega de un vuelo internacional a Málaga (porque no puede viajar desde Granada) a las diez y media, tendrá que esperar hasta el día siguiente, a no ser que pague 150 euros a un taxista o utilice el vehículo particular. Y será por eso por lo que el Gobierno central ha decidido eliminar los vehículos diésel y de gasolina para el año 2040. Como tenemos unas Administraciones públicas tan previsoras y que invierten tanto en infraestructuras, dejaremos de viajar, simplemente, porque la otra opción será ir andando. ¡Qué gran medida para frenar el cambio climático! Por eso también el Ayuntamiento de Granada, que es práctico y previsor, ha decidido que las bicicletas vayan por la calzada y no por las aceras. En Granada, ¡serán los únicos vehículos en circulación! Y los ciudadanos seremos sanos y felices, eso sí. Pues, para ser nuevos tiempos, parecen bastante viejos.
IDEAL (La Cerradura), 18/11/2018

domingo, 11 de noviembre de 2018

Partidos políticos


No es de extrañar que los ciudadanos prefieran el fútbol a la política, que se ha convertido sin embargo en un deporte nacional. Hay quien pasa de lo uno y lo otro, pero tienen cosas en común: victorias, derrotas, árbitro, goles, bochornos y ridículos absolutos. El último esperpento político lo hemos vivido esta semana a cuenta del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, un tributo cedido a las comunidades autónomas, como la práctica totalidad de los impuestos estatales más importantes, salvo el de sociedades. Y el esperpento no lo ha protagonizado el Tribunal Supremo, sino todos los partidos políticos y el Gobierno. Si ya estaban convencidos de que no debían pagarlo los ciudadanos, ¿no han tenido tiempo de modificarlo o incluso eliminarlo desde el año 1993, que fue cuando se impuso en España? Después de la decisión del Tribunal Supremo de que debían seguir pagándolo los ciudadanos, ¿era necesario un Decreto-ley para modificarlo? ¿Cuáles son las causas “de extraordinaria y urgente necesidad” (lo que exige la Constitución) que justifican esta norma? La realidad es que, tratándose de un impuesto cedido a las comunidades autónomas, éstas tenían y tienen la capacidad para establecer deducciones y bonificaciones en la cuota, y las han aplicado para colectivos como los jóvenes o las personas discapacitadas. Pero dictar un Decreto-ley a raíz de la decisión de un tribunal, es cuestionar al poder judicial y a los jueces que, se equivoquen no, están garantizando la existencia del Estado de Derecho. Los mismos que han metido en la cárcel a Rodrigo Rato, Iñaki Urdangarin y a otros personajes que han personificado la connivencia del poder político y el económico. Porque la connivencia es ésa, y no la de los jueces. ¿Ya sólo se gobierna a golpe de decreto, de encuesta o de tuit y según la opinión de los ciudadanos? ¿Alguien se ha tomado la molestia de explicarles el impuesto en cuestión –que no es ninguna tasa, no son sinónimos- y el sistema de financiación del Estado y las comunidades autónomas? La extraña unanimidad entre los partidos políticos para cuestionar las decisiones acertadas o no del Tribunal Supremo sólo revela ignorancia. Desde luego lo que habría que promover es un sistema tributario más justo, algo que le corresponde al poder político. En un sistema ideal habría quizá un único impuesto sobre la renta, modulado según la capacidad económica y las circunstancias personales de los ciudadanos. Pero para ello quizá deberían desaparecer antes la mitad de las Administraciones públicas españolas, que están sobrefinanciadas. Que ruede la pelota.
IDEAL (La Cerradura), 11/11/2018

lunes, 5 de noviembre de 2018

Sopor mágico


En este largo fin de semana, esquivando vampiros y brujas, santos y difuntos, uno podía acudir al Centro Lorca y leer: “¿Qué hacer, Dios mío, para sacudir a Granada del sopor mágico en que vive?” Nada parece haber cambiado. En esta primera exposición desde la llegada de los fondos de la Fundación García Lorca al Centro, se habla de la relación de Federico con la ciudad, que sigue ensimismada entre la Sierra y la Vega. El poeta huye para convertirse en un hombre del mundo, pero Granada sigue atrayéndole fatalmente, hasta terminar con él. Una ciudad que, sin embargo, le está agradecida, y que sigue rindiendo homenaje a su hijo predilecto. En otra obra memorable, de Lawrence Durrell, leemos también: “Veo al fin que ninguno de nosotros puede ser juzgado por lo que ocurrió entonces. La ciudad es la que debe ser juzgada, aunque seamos sus hijos quienes paguemos el precio. En resumen, ¿qué es esa ciudad, la nuestra?” Durrell se refería a Alejandría, pero respecto a Granada, no creo que ni toda la obra de Lorca pueda contestar a esa pregunta. Aunque a mí me evoca el “Romance de la pena negra” y a Soledad Montoya. “-Soledad: ¿por quién preguntas/ sin compaña y a estas horas?/ -Pregunte por quien pregunte,/ dime: ¿a ti qué se te importa?/ Vengo a buscar lo que busco,/ mi alegría y mi persona./ -Soledad de mis pesares,/ caballo que se desboca,/ al fin encuentra la mar/ y se lo tragan las olas”. Una ciudad que parece tener el corazón roto y que sigue recordando una madrugada remota. En ese sentido, toda España es un bucle que vuelve una y otra vez al pasado, pero que nunca aprende de él. Con una clase política incapaz de asumir ni explicar la dictadura ni la transición, anclada en el enfrentamiento y el revanchismo, y que por eso revela muy poca cultura democrática. De hecho, los actuales dirigentes, con sus tesis y sus másteres espurios, cada vez que hablan demuestran desconocer la historia de su país, y el vídeo de Halloween que ha difundido esta semana el PP es otra prueba de la profunda incultura y la mentalidad infantiloide de una clase política que, si existiera una buena educación en España, no debería volver a las aulas de la universidad, sino a las del colegio. Y es que hay sopores de muchos tipos. Puestos a elegir, me quedo con Lorca: “-Soledad: lava tu cuerpo/ con agua de las alondras,/ y deja tu corazón/ en paz…”
IDEAL (La Cerradura, 4/11/2018)

domingo, 28 de octubre de 2018

El cadáver


La familia de José Ignacio Soto Roldán, un joven de la Malahá fallecido en Islandia, espera que los amigos puedan traer a España sus cenizas. Traer el cuerpo es demasiado caro, y esperan la autorización de las autoridades para poder incinerarlo. Somos poca cosa, y luego cabemos en una urna hermética que puede transportarse en cualquier mochila. José Ignacio había viajado hace unas semanas a ese país a buscar trabajo, y sufrió un infarto cuando se encontraba allí, curiosamente el país que vivió en el año 2008 la mayor crisis económica que se recuerda en el seno de la Unión Europea, con el colapso de sus tres principales bancos. José Ignacio debía de ser uno de esos jóvenes que se dedicaban a “la movilidad exterior”, como dijo una exministra de Trabajo de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero la realidad es que él tuvo que viajar tres mil kilómetros para morir en una tierra prometida que no le dio la tranquilidad que esperaba. El periplo de su cadáver sería digno de una película de Frank Oz, salvo porque si no fuera por sus amigos, el ataúd de plástico todavía seguiría en el puerto de Reikiavik, entre cajas de verduras. Por suerte, José Ignacio no se ha enterado de nada. Quienes sufren son sus familiares y amigos, que no entienden tanto absurdo. Pero la odisea de su cadáver es una metáfora del mercado de trabajo español, aunque haya quien se niegue a aceptar las evidencias. Autónomos y trabajadores en precario ven cómo los partidos políticos disputan por los euros de sus cotizaciones a la Seguridad Social, una institución que podemos mantener a duras penas, y cuya caja se ha saqueado sistemáticamente en los últimos años para sufragar unas pensiones que cada vez son más ridículas. “Ahorre usted”, nos dicen, “hágase un plan de pensiones”. Pero ¿con qué? Si nos dijeran “hágase la luz”, tendría el mismo efecto, aunque para eso ya tenemos a Endesa y los impuestos sobre la energía, tributos indirectos que afectan por igual a ricos y a pobres, por eso de cumplir con los principios de justicia tributaria de la Constitución Española. Otro cadáver, que no tiene nada que ver con la desintegración territorial del Estado, sino con el reconocimiento de unos derechos sociales que no se garantizan por ley. Y son los partidos políticos que más dicen defender la Constitución los que han desmantelado el Estado Social y Democrático de Derecho. Los mismos que ahora se dedican a dar espectáculos lamentables en el Congreso. ¿Halloween?
IDEAL (La Cerradura),28/10/2018

domingo, 21 de octubre de 2018

Emprendedores


Los planes del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de subir el sueldo mínimo a 900 miserables euros, han chocado con los profesionales autónomos, que temen ver incrementado el coste de las cotizaciones sociales de sus trabajadores. Hasta tal punto ha llegado la precariedad laboral, que el millón de empleadores autónomos que hay en España amenazaba con salir “a la economía sumergida”. Hace tiempo que perdimos la dignidad en la ordenación del mercado de trabajo, que va camino de convertirse en una ignominia. Una ignominia que se gesta en foros públicos, empresariales y universitarios donde se anima a nuestros jóvenes a convertirse en “emprendedores”, es decir a autoemplearse, porque, por lo visto, el mercado laboral ya no les puede ofrecer un trabajo ni un salario dignos. Así, se les anima a convertirse en buscavidas, que es otra manera de llamar a los pobres, que no pueden permitirse emplear a nadie con un sueldo de 900 euros, con el que hoy en día apenas se puede vivir. Qué sociedad más mezquina estamos haciendo. Absolutamente insolidaria. Y el peor ejemplo lo dan las Administraciones públicas. Las comunidades autónomas han sido incapaces de ponerse de acuerdo para acoger a los MENA que ya no caben en los centros de Andalucía, Ceuta y Melilla. Menores Extranjeros No Acompañados que son tan buscavidas como tendrán que serlo todos los jóvenes (hayan nacido aquí o no), pero que desde luego están mucho más curtidos en eso de buscarse las habichuelas e incluso jugarse la vida para saltar una valla o cruzar el Estrecho y que darían un brazo por la mitad del sueldo mínimo. Es como un circo romano donde hay que pelearse por las migajas de una sociedad dirigida por unas élites que encima insultan la inteligencia de esos jóvenes que tendrán (si pueden) que mantenerlas a ellas en el futuro. Emprendedor o MENA son términos tan vacíos de contenido como los bolsillos de la gente que tiene que llevarlos puestos como estigmas de una sociedad fracasada. ¿Adónde va la riqueza generada por trabajadores, autónomos y PYMES? “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”, escribió Karl Marx. Y su primo Groucho, más jocoso, añadió: “Fíjate en mí. Me he esforzado para llegar de la nada a la pobreza extrema”. Una frase que, lamentablemente, pueden suscribir demasiados emprendedores. Pero los responsables de esta política también prefieren a Groucho: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. Nos conformaríamos con que sólo aplicasen los principios generales del derecho.
IDEAL (La Cerradura), 21/10/2018

domingo, 14 de octubre de 2018

Miedo


El relato de la política española parece haber cambiado de género: de la crónica negra ha pasado a convertirse en una historia de terror. Ese género que, según Stephen King, es comparable al gusto morboso de algunas personas por aminorar la marcha para contemplar un accidente de tráfico en la carretera. En España, los partidos políticos escenifican una colisión continua para polarizar a la opinión pública, incluso cuando llegan a acuerdos, como esta semana han alcanzado el PSOE y Podemos para presentar unos nuevos presupuestos del Estado. Pero no por ello (como el resto de los partidos) dejan de utilizar el lenguaje del miedo: a la derecha y a la izquierda, a la extrema derecha y la extrema izquierda, al populismo, al paro, a la pérdida de las pensiones, a la subida de los impuestos, a la fragmentación del Estado e incluso a la desintegración de España, al terrorismo o a una nueva crisis económica. Y, por eso mismo, lo que verdaderamente les da miedo a los ciudadanos son los propios partidos políticos y sus dirigentes, que si falsean sus títulos académicos y sus currículos –el debate nacional- lo mismo falsean también la realidad y las cuentas públicas. Sin embargo, la diferencia entre la política y la literatura es que quien sabe escribir puede hacerlo en cualquier género y sobre cualquier cosa, pero los políticos no suelen saber medir cuándo el relato del miedo puede convertirse en realidad. Porque si no creemos en la política tampoco creemos en la democracia, y ese es el verdadero peligro al que nos enfrentamos, pues los ciudadanos necesitan soluciones pragmáticas. A alguien que les diga que va a solventar los problemas sociales y que no se pierda en discursos vacíos, sino que adopte medidas concretas. Y eso explica el auge de todos los “ismos” que ascienden en las sociedades democráticas, personajes como Trump en Estados Unidos, Matteo Salvini en Italia, o que, en España, un partido como VOX sea tomado en serio por el resto de las fuerzas políticas, que se sienten amenazadas porque, en el fondo, son conscientes de que la ética y la profesionalidad en sus propias formaciones han decaído de una forma insostenible. Y ése es el problema, pues la política sigue siendo necesaria para que sobreviva la democracia como forma de gobierno y para asegurar el futuro. Los votantes apoyarán a quienes les convenzan de ello. La vida está llena de miedos pequeños y grandes, pero son los pequeños los que entendemos mejor. Es lo que debería preocupar a los partidos democráticos.
IDEAL (La Cerradura), 14/10/2018

domingo, 7 de octubre de 2018

Humo


En una sociedad que persigue ya abiertamente a los fumadores y cuya obsesión por la vida sana raya en un delirio sobre la vida eterna, llama la atención la permisividad que existe con la contaminación de nuestras ciudades, cuyo aire, en según qué calles, es irrespirable. Granada, como otras metrópolis, se levanta algunos días con un sombrero de polución semejante al hongo provocado por una bomba. Dióxido de carbono (NO2) y partículas (PM10) que inhalan todos los que caminan por la calle, deportistas o no. De hecho, la mala calidad del aire granadino sólo es comparable a la de ciudades industriales como Madrid o Bilbao. Pero con la industria automovilística hemos topado, y con una concepción urbanística que parece hecha por viciosos del Scalextric. En una ciudad tan pequeña como la nuestra hay quien no renuncia a coger el coche para hacer la compra, y la gente prefiere acudir al Nevada o a cualquiera de los centros comerciales que asolan la Vega que darse una vuelta por el barrio o por el centro histórico. Porque la ciudad debería ser peatonal, desde el Albaicín al Camino de Ronda, y reservar las calles para el transporte público. Que haya familias con tres o cuatro coches resulta ridículo y, más que subir los impuestos especiales sobre los combustibles o los tributos medioambientales, habría que gravar los artículos de lujo, que son los innecesarios. Este Gobierno, como han solido hacer los gobiernos anteriores, anuncia un “Plan Renove” de la flota automovilística para el año 2020, con el objetivo de sustituir los vehículos más antiguos por otros más modernos y menos contaminantes. Se estudian ayudas para las personas con menos recursos para que se compren un nuevo coche e incluso “vehículos alternativos”. ¿Y no deberían darles la misma ayuda a quienes renuncian a poseer cualquier vehículo? Incluso podría subvencionarse el transporte público para que sea gratuito. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha dicho esta semana que se ha animado a la industria automovilística a trabajar en innovación para sacar al mercado coches híbridos y eléctricos menos contaminantes y asequibles para los ciudadanos. Y ya me imagino las sonrisas de los dueños de las grandes marcas de coches alemanas investigadas por falsear los informes sobre la contaminación de los vehículos, mientras se fuman un puro. Y recuerdo un poema de Justo Navarro, titulado “Sobre las causas del hundimiento del III Reich”, que termina así: “Novias de blanco un cigarrillo/ encendían: el placer sumo./ Y entonces se volvió amarillo/ Berlín, ahogado por el humo”.
IDEAL (La Cerradura), 7/10/2018

domingo, 30 de septiembre de 2018

Cloacas


España es un lodazal en el que cada día nos levantamos con una noticia sobre los miembros del Gobierno. Debe de haber mucha gente dedicando tiempo y recursos a investigar el pasado de ministros y ministras, a los que también escrutarán el presente y de los que incluso adivinarán el futuro. Quieren su hundimiento, su dimisión, lo que me recuerda una novela de James Ellroy, “Los Ángeles Confidencial”, en la que políticos y autoridades son fotografiados con prostitutas, que previamente han sido operadas para que se parezcan a estrellas de cine. Y así tenemos a Pedro Sánchez, fotografiándose tan sonriente con Donald Trump, al que supuestamente despreciaba, en la cumbre del poder postizo. ¿Quién elegiría el vestido de las primeras Damas? Podría ser el excomisario Villarejo, que al parecer tiene vídeos comprometedores de media España. Menudo trabajo, el de bucear en las cloacas. Sólo falta publicar las grabaciones, para que la película pueda titularse “Sexo, mentiras y cintas de vídeo”, un éxito de los ochenta. Pero hay informaciones que resultan ridículas, como la que afecta a Pedro Duque, sin duda uno de los ministros más siderales que ha tenido la España democrática. A Duque se le acusa de poner una segunda vivienda a nombre de una sociedad, algo legal dentro del ordenamiento jurídico, aunque choca que el objeto de la sociedad sea la gestión y la promoción inmobiliaria. ¿Gestión y promoción de la propia casa? Quizá, cuando firmó los estatutos, el señor ministro estaba en la luna, pero debería haberse asesorado mejor. Total, lo que va a ahorrarse por el IRPF es una cantidad ridícula (una imputación de renta del 2% sobre el valor catastral de la vivienda), y teniendo su residencia en Madrid, poco va a pagar por el Impuesto sobre el Patrimonio. Otra cosa es la situación de Dolores Delgado, que inexplicablemente continúa siendo ministra de Justicia. Y lo único que se le ocurre al Gobierno es culpar a los medios de comunicación y amagar con regular la libertad de expresión. Pero es que hay políticos y políticos. Y ahí tenemos a un constitucionalista brillante, Baldomero Oliver, lidiando con el Miura de la hacienda municipal, en quiebra técnica. El Ayuntamiento tendrá que pagar 16,4 millones de euros a la promotora Vargas e Hijos por otro “pufo urbanístico” del PP, como lo ha definido Francisco Puentedura. Pero, para saldar esa deuda, ¿era necesario entregar el piso donde se encuentra el Centro Artístico? Se trata de un inmueble histórico, y un símbolo de la cultura en Granada. Otra pérdida lamentable.
IDEAL (La Cerradura), 30/09/2018

domingo, 23 de septiembre de 2018

Barrio Sésamo


La infantilización mundial ha alcanzado a Barrio Sésamo. O quizá a las personas educadas por este programa de televisión, que discuten ahora sobre la sexualidad de Epi y Blas. ¿No eran marionetas? Lo mismo también se enamoran y se casan o se hacen la cirugía estética. A mí lo que me preocupa es que estas noticias salgan en el telediario. Uno nunca sabe si es porque de verdad le interesan a la audiencia o porque los productores quieren que la audiencia se convierta en marionetas, como Epi y Blas. Quizá por eso nuestros políticos pasan asimismo la mayoría del tiempo discutiendo si están dentro o fuera del parlamento. En uno de los episodios más conocidos de la pareja, Blas aparece sentado en un sillón, leyendo tranquilamente un libro titulado “Dentro y fuera”, y no para de reírse. Epi, que es más caótico y desordenado que su amigo, empieza a ilustrar la diferencia entre los dos conceptos entrando y saliendo repetidamente de la casa, desesperando a Blas. Pero, una de las veces, Epi no vuelve a entrar. Descentrado de la lectura e intrigado por el comportamiento de su amigo, Blas sale a buscarlo. Mientras, Epi ha vuelto a entrar por la puerta trasera y, al ver el asiento vacío, ocupa el lugar de Blas y empieza a leer el libro y a reírse. La última imagen muestra a Blas, atónito, mirando a Epi por la ventana desde el exterior de la casa. Si el libro en cuestión hubiera sido la tesis del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no sé si las dos marionetas se hubieran reído tanto, pero esta semana, políticos y periodistas no han hablado en el hemiciclo de otra cosa, como si ahora fueran investigadores y no políticos, y todos hubieran descubierto de pronto su vocación científica. “Copiar 300 o 500 palabras no puede llamarse plagio”, ha dicho la portavoz del PSOE, Adriana Lastra. Pero cualquier estudiante universitario sabe que sí lo es, y que equivale a un suspenso. Sin embargo, ¿tiene algo que ver esto con la acción de gobierno? Más que los títulos, lo que debería preocuparnos son las medidas concretas que proponen Pablo Casado o Pedro Sánchez sobre la inmigración o la subida de impuestos. Que vaya a modificarse el IRPF para gravar a las rentas altas, por ejemplo, aunque la medida implique una recaudación irrisoria dentro de los presupuestos. “Es una medida simbólica”, nos dicen. ¿Son un símbolo los impuestos? O estamos dentro o fuera de la realidad. Que nos lo expliquen de nuevo Epi y Blas.
IDEAL (La Cerradura), 23/09/2018

domingo, 16 de septiembre de 2018

Dedos


Si no estuviéramos acostumbrados a que a nuestros políticos falseen su currículo o a que simplemente no se les exija, no habría ningún problema con los másteres, trabajos o tesis de ministros y ministrables, de presidentes de partido o de gobierno. De hecho, tampoco lo habría si la mayoría de nuestros políticos fueran personas de talento, que son, por definición, las que no necesitan justificar ningún currículo. Porque no hace falta un buen currículo para ser diputado ni presidente del Gobierno, sino sólo haber sido elegido democráticamente. Otra cosa son los cargos de las instituciones públicas que no han sido elegidos por un procedimiento democrático, sino por el dedo de un partido. Y si España quiere ser un país democrático, debería eliminar de las Administraciones públicas a todos los cargos de libre designación. Porque cualquier organismo público o participado por la Administración debe ser dirigido por personas que hayan ganado un concurso de libre acceso, con los baremos publicados previamente y con los resultados y los méritos de los aspirantes publicados también en el boletín oficial correspondiente. De este modo libraríamos a los partidos de la tentación de señalar a los cargos entre los afiliados y a éstos del bochorno de sentirse ungidos o dependientes del poder. Sólo así tendrán algo de credibilidad la política o la cultura en un país donde lo primero que suele enseñarse a políticos y artistas es a prostituirse. Y eso abarca las convicciones, el ego y la propia obra. Partidos y administraciones están recorridos por redes clientelares, y hasta el Padrino sentiría compasión por tanta gente que sólo vive de hacer, recibir y devolver favores, una palabra que, en esos ámbitos, resulta equívoca. Y un descrédito para aquellos profesionales que trabajan en las Administraciones públicas y en los partidos, que también los hay. Personas que efectivamente tienen muchos años de experiencia en la gestión pública, y que de pronto quedan bajo sospecha al ser tocados o fulminados por el dedo del partido. ¿Por qué tienen que proponer cargos políticos al nuevo gerente de la Orquesta Ciudad de Granada? ¿Por qué debe nombrar el presidente del Gobierno a ministros, secretarios y directores varios? ¿Para hacer política? Sería interesante que, en las elecciones, los ciudadanos, más que listas elaboradas por los partidos, pudiéramos elegir a equipos de gobierno. Quizá así nos libraríamos de tantos fichajes estrella, tantas espantadas y tantas fantasmadas. Incluso ahorraríamos en el gasto público. Y es que los diletantes también pueden escribir una tesis doctoral titulada “El mamoneo en la historia de España”.
IDEAL (La Cerradura), 16/09/2018

domingo, 9 de septiembre de 2018

El reparto


Además de sobre los recursos tributarios, las comunidades autónomas deben discutir ahora sobre el reparto de los menores no acompañados o MENA (menudo acrónimo) que saturan los centros de acogida de Andalucía, Ceuta y Melilla. ¿A cuánto toca la solidaridad por habitante? ¿Puede medirse como la capacidad fiscal? La llamada frontera sur de Europa –aunque cruce el estrecho y se adentre en África- está colapsada, y la firmeza de los principios democráticos de las Administraciones públicas y de la sociedad en general se está poniendo a prueba. ¿Cuántos menores acogerá España? ¿Se pueden devolver a los países de origen con sus familias? Es lo que ha pedido Andalucía para el 70% de los menores, de nacionalidad marroquí. Pide más: que los que se acojan sean repartidos entre todas las Comunidades Autónomas (sólo Andalucía tutela al 36% de los MENA que han llegado a España). Algo que parece lógico en un país que, además de reconocer la autonomía de las regiones, establece el principio de solidaridad entre todas ellas, un principio que transciende la materia tributaria. O quizá no: en el fondo se trata de prestar servicios públicos a quienes se encuentren en el territorio nacional, vengan de donde vengan. Y la ley orgánica de protección jurídica del menor establece que “los menores extranjeros que se encuentren en España tienen derecho a la educación, asistencia sanitaria, y servicios y prestaciones sociales básicas, en las mismas condiciones que los menores españoles”. Por eso el Gobierno ha decidido destinar 40 millones de euros a las comunidades autónomas para que se repartan a los MENA, porque, siendo una cuestión social y de salvaguarda de los derechos humanos, se trata de una cuestión económica. Y, al parecer, también de una subasta. Andalucía, Cataluña, Ceuta y Melilla tutelan al 67% de estos menores, pero el resto de las comunidades se desentiende del problema. Y el problema tal vez sea que las competencias en materia de menores corresponden a las propias comunidades autónomas, que para su cumplimiento pueden tener procedimientos y estructuras administrativas diferentes. ¿No debería ser una competencia del Gobierno central? La descentralización no tiene razón de ser cuando se refiere a políticas que requieren una visión nacional, cuando no europea. Sobre todo, si en España los gobiernos central y autonómicos son incapaces de coordinar políticas comunes para que se apliquen en todo el Estado, sin que existan recelos o suspicacias. Y, en este sentido, España parece también un país adolescente, con las comunidades autónomas pidiendo, cada dos por tres, que les suban la paga.
IDEAL (La Cerradura), 9/09/2018

domingo, 2 de septiembre de 2018

Verano perpetuo


Mientras la mayoría de las personas ha contado las semanas del mes de agosto que ya se fue, hay algunas que continúan viviendo cada día como si fuera el último. Las encuentras rara vez en la ciudad, pero si decides dar un paseo hasta la fuente del Avellano, por ejemplo, y te adentras en la foresta, puedes hallar algún rastro de ellas: una manta, una botella o un bañador puesto a secar en una rama cerca del río. Incluso puedes toparte con esa persona que hace yoga en un claro del bosque, desnuda de felicidad. Y el caso es que el joven –de unos treinta años, alto y fibroso, pelo largo, rubio y rizado y una barba como la de Robinson Crusoe- tiene pinta de inglés huido del Brexit, pero su “buenos días” suena más castizo que el tuyo, y tú te sientes más desnudo que él, pues has interrumpido sus meditaciones. Y es que todo es una cuestión de actitud, y así, mientras te acercas a la orilla del río a refrescarte la cara dudando de si quizá termines despertándote en la cama, el joven saca un cepillo del interior de un árbol seco y empieza a barrer el suelo. “Vale”, te dices, “es simplemente un tipo en pelotas limpiando un roal del campo, que es como su salón. Tú échate más agua”. Tampoco debes preocuparte. No te llamas Viernes y Robinson sigue barriendo su casa, e incluso el recuerdo de que tú hayas pasado por allí, como un fantasma. Él vive en perfecta armonía con el entorno y eres tú quien tiene que deshacer el recorrido y regresar a la ciudad y a la bendita realidad. Eres el que debe mentalizarse durante el trayecto de que, aunque siga haciendo calor, el verano se ha acabado para ti, porque mañana tendrás que volver a la oficina. Eres el que tiene que sobreponerse al nudo que se te hace en el estómago de tan sólo pensarlo y a las ganas de gritar que odias el mes de septiembre y los domingos en que se acaban las vacaciones, esos días que llegan siempre demasiado pronto o demasiado tarde. Y esta noche, cuando inevitablemente te vayas a dormir y planees agónicamente la agenda de la jornada siguiente, te acordarás del cabroncete que te encontraste por la mañana en mitad del campo, un loco, sí, un tipo ridículo quizá, despojado de dinero y de ropa y que ha hecho suyo un trozo de la naturaleza; pero que vive tan libre como despreocupado un verano perpetuo.
IDEAL (La Cerradura), 2/09/2018

domingo, 26 de agosto de 2018

Fronteras


En las sociedades democráticas la solidaridad empieza por el cumplimiento de la ley, pues sin ley no hay sociedad ni democracia. Tampoco solidaridad, por lo que el Gobierno no puede permitir la agresión a los policías y guardias civiles que vigilan las fronteras de Ceuta y Melilla, lo que lamentablemente se ha convertido en una práctica habitual, que contribuye además a hacerles el juego a las mafias que, previo pago, transforman a los migrantes en mercenarios, cuando no en terroristas que atacan a funcionarios del Estado con cal viva, ácidos y excrementos. Así que el Gobierno ha hecho muy bien en expulsar a los 116 “sin papeles” adultos que han asaltado esta semana la valla de Ceuta, y lo mismo tendría que haber hecho con los 600 anteriores, si las autoridades marroquíes lo hubieran permitido. A todos ellos se les fichó y se les abrió expediente de expulsión con el asesoramiento de un abogado, lo mismo que le hubiera ocurrido a cualquier ciudadano español que hubiese agredido a un policía, con la diferencia de que al ciudadano español se le hubiera procesado por un delito de atentado contra la autoridad que conlleva una pena de prisión de 1 a 4 años y multa de 3 a 6 meses.  Quizá son cosas que haya que recordar, porque en España nos estamos acostumbrando a que, antes que las leyes, se aplique la demagogia. Pero de la aplicación de la ley –que no de un decreto-ley- resulta un mensaje mucho más claro que de cualquier twittería, y ni siquiera hace falta sacar a Pedro Sánchez en el avión presidencial tocado con unas gafas del tipo “soy el puto amo”. Y está también muy bien reforzar los lazos de cooperación con Marruecos y otros países subsaharianos para controlar los flujos migratorios, pero no estaría de más dotar de suficientes medios a los funcionarios que defienden nuestras fronteras, que es lo que actualmente hacen, aunque se defiendan de los ataques con escudos de plástico, cascos y porras. Y si no se trata de defenderlas, pues que las quiten. O hay fronteras o no las hay. Pero, si las hay, la primera obligación que tiene el Estado es la de velar por la seguridad de las personas, empezando por la de los funcionarios que las protegen. Porque también nos estamos acostumbrando a victimizar a quienes incumplen la ley, y ahí tenemos a Joaquim Torra, quejándose de “la opresión” del Estado del que cobra. Somos turistas de nosotros mismos, y extranjeros en nuestra propia casa.
IDEAL (La Cerradura), 26/08/2018

domingo, 19 de agosto de 2018

Espejismos


La ciudad se ha convertido esta semana en un desierto urbano, en el que si te encontrabas a un conocido se trataba de un espejismo, un fantasma del pasado que desaparecía al saludarlo. No sabías si gritar de alegría o de espanto cuando subías a un autobús entero para ti, cuando te tomabas una caña en una barra despejada, atendido por un camarero de cara blanca y sudorosa. ¡Estamos solos! La exclamación corría por las calles con la brisa tórrida, aunque era una contradicción en los términos. Éramos más de uno. Dos, cien, quién sabe. Criaturas solitarias que prescindían del veraneo y se empeñaban en hacer la misma vida de siempre, ajena a playas y cremas nauseabundas, programas de reposición, tertulias con tufo a gamba. Hay quien confunde el verano con el veraneo, pero existen también esos seres que viven a la sombra y no tienen que enfrentarse a los peligros de las medusas o los acantilados de la sierra, sino a los secuestradores telefónicos que siempre llaman a la hora de la siesta, a los pesimistas culturales que no descansan ni en agosto (veraneen o no) y te avisan del perenne colapso de la civilización occidental, a las películas fascistoides de las sobremesas, a esos familiares que se empeñan en que abandones el amor del aire acondicionado para que acudas a una terraza bochornosa, al terrorismo de la gente que no se lava ni con cuarenta grados y convierte el supermercado en una cámara de gas o a los contenidos infrahumanos del algunos medios que confunden la estupidez con el descanso y que ofrecen titulares como: “¿Cuánto tiempo tarda en salirle un diente nuevo a un tiburón?” Y todo, quizá, porque uno puede ir al cine para no ver “Megalodón” (¿quién vería esa película?) y descubrir que dispone de asientos libres entre la fila uno y la veintitrés, pues salvo el operador y tú no hay nadie más en la sala. ¡Aleluya! Luego están los que no pueden descansar y viven la realidad del mundo. Los que tienen que pensar en qué parte del puerto de Motril deberá construirse una carpa para acoger a los cientos de inmigrantes que han llegado este verano a nuestras costas, los que saben del milagro que pueden hacer una manta, un poco de pan y algunos medicamentos o los que han tenido que atender en el puente de la Asunción más de un millar de emergencias en Granada. ¿Emergencias? La bendición del sopor en una tarde de agosto es algo incomparable.
IDEAL (La Cerradura), 19/08/2018

domingo, 5 de agosto de 2018

Máquinas


Quizá no sean Uber y Cabify la mayor amenaza del sector del taxi y del transporte público. En lontananza aparecen robots y programas informáticos que pueden traer seguridad y racionalidad. Como esa cabeza de taxista que salía en la película “Desafío total” y que no dejaba de sonreír ni cuando el vehículo saltaba por los aires. Porque, en verano, el transporte público se convierte en una bomba de relojería. Y los mismos ciudadanos que se solidarizan con los trabajadores de las compañías aéreas o con los autónomos sobre ruedas, ven cómo las vacaciones que han planeado y para las que han ahorrado durante todo el año pueden quedarse en el aire o en tierra. Depende de si puedes coger el avión o de si habrá algún vehículo para llevarte al aeropuerto. Las compañías aéreas aplican condiciones abusivas a los pasajeros y algunos taxistas abusan de la buena voluntad de los clientes, pero aun así seguimos reservando vuelos y taxis, aunque sean cada vez más las personas que buscan alternativas en las aplicaciones móviles o en las empresas que ofrecen sus servicios “on line”. Pero si los vehículos son conducidos por ordenadores en vez de por seres humanos torpes e impulsivos, quizá nos ahorremos los adelantamientos por la izquierda, las maniobras agresivas, a demasiado tonto que se te pega como una lapa en la carretera o al que ves gritando mudamente a través del parabrisas; y, sin duda, muchos accidentes de tráfico. Incluso nos ahorraremos comentarios machistas del tipo: “Mujer tenías que ser”; porque los ordenadores, que yo sepa, no tienen sexo. Las máquinas quizá salven millones de vidas y acaben con las huelgas. Ahora que hemos descubierto agua en Marte, viajaremos por fin al Planeta Rojo en una nave al mando de HAL 9000, y lo mejor de todo es que, dada la inutilidad de la mano de obra humana, tendrá que haber una renta básica y serán las máquinas las que paguen el IRPF. ¿Que no? Si uno observa el comportamiento social, el mejor amigo del ser humano es ahora el móvil, que no el perro, al que dentro de poco también le comprarán uno para que pueda comunicarse con su dueño. Ya hay mucha gente incapaz de vivir sin la ayuda de su teléfono, y de ahí hay un paso a que sea el teléfono el que viva y se independice de la voluntad de su dueño. ¿Cuántas veces, mientras leía esta columna, ha atendido la llamada de su máquina? Lo mismo le estaba pidiendo unas vacaciones.
IDEAL (La Cerradura), 5/08/2018

domingo, 29 de julio de 2018

Legión


Vivimos en una sociedad en la que, más que la calidad de los servicios públicos, importa a quiénes se les preste. Todas las semanas leemos sobre los problemas de acogimiento de los migrantes que llegan a nuestras costas, pero también sobre los protocolos y las medidas legislativas que deben tomar las Administraciones públicas para proteger al personal sanitario, que sufre agresiones verbales y físicas, algo que, lamentablemente, se ha vuelto habitual en consultas y hospitales. Agresiones de personas que, lejos de agradecer estos servicios, los exigen, aunque luego no utilicen la misma energía para pagar los impuestos con que costearlos. Como esa chica que acude con su padre a hacerse un análisis de sangre y no respeta la cola. Que se queja a gritos de que no ha desayunado, y que cuando una mujer de sesenta años le contesta que en la misma situación se encuentran los demás, le espeta que a ella no le supondrá ningún problema con lo gorda que está. El padre, lejos de reprender a su hija, le ríe la gracia, y en estos momentos el consultorio se convierte en un campo de batalla verbal. Los conserjes y las enfermeras tratan de calmar al padre y a la hija, y para mi sorpresa sólo lo consiguen permitiendo que se cuelen. Todo para no oírlos. Gente descerebrada que, sin embargo, presume de educación, y que suele ser la misma que se indigna por la llegada de migrantes, temerosos de que les quiten ese nivel de vida que en el fondo desprecian. La UE ha ofrecido a los países dispuestos a acogerlos un tanto de 3.000 euros por migrante, que salen a una media de 35 euros por kilo de carne fresca. Países que, como España, tendrán que construir más centros de acogida, que se alternarán con las urbanizaciones de veraneantes en nuestras playas. Menuda distopía. Algunos periódicos nos alertan de que hay unos 40.000 subsaharianos esperando en Marruecos para asaltar nuestras fronteras, y ante el ataque violento de 600 jóvenes africanos a la valla de Ceuta hay columnistas que acusan al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de provocar un efecto llamada. ¿Cómo contener la ola migratoria? Veinte policías sufrieron heridas por el uso de lanzallamas caseros, cal viva y cócteles molotov. ¿No debería expulsarse a quienes utilizan la violencia? “Bienvenidos a vuestra casa”, les dijo el presidente a los inmigrantes del buque Aquarius. Pero, si después de Benicasim, se da una vuelta por Ceuta y Melilla, lo mismo terminamos viendo a Pedro Sánchez vestido de legionario.
IDEAL (La Cerradura), 29/07/2018

domingo, 22 de julio de 2018

Alienados


Si uno atiende a los testimonios de los vecinos del Realejo, algunos okupas son capaces no sólo de transgredir las leyes penales, sino también las de la física. Porque el edificio del antiguo Hotel Colombia, en el Carril de San Cecilio, tiene las ventanas tapiadas con ladrillo, las puertas cerradas con candados y planchas metálicas, pero se trata de una casa tomada por seres capaces de introducirse por un único punto débil: un agujero cuadrangular sobre la acera. Lo que sería quizá un desagüe o un ventanuco para la ventilación se ha convertido en la puerta improvisada por la que los últimos inquilinos del edificio deben arrastrarse para entrar. Y ahora viven encerrados en una fortaleza. Hay personas empeñadas en convertir las ciudades en un espacio inhóspito. Renuncian a las normas sociales y se sitúan tan al margen que llegan a transformarse en reptiles, o en fantasmas que ululan en antiguos edificios. Su rastro es reconocible en cualquier barrio, pues aprovechan cualquier grieta para vivir en un mundo paralelo que, sin embargo, también se encuentra en éste. Pero no son Morlocks o vampiros que se oculten de la luz del día, sino que de día y de noche vegetan en una vida parásita que se ampara en las injusticias sociales para vivir a costa de los demás. Personalmente, estoy harto del discurso catastrofista de algunos colectivos que no están en la realidad, y que simplemente han renunciado a la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso, que es como define Steven Pinker la Ilustración en un ensayo que debería ser una lectura obligatoria: “En defensa de la Ilustración” (Paidós). Porque la realidad es que vivimos en sociedades con los mejores índices de calidad de vida de la historia, aunque sin duda sigan existiendo desigualdades lacerantes, como las que llevan a miles de migrantes a viajar a nuestras costas. Pero qué gran diferencia hay entre el que nace en la pobreza y se juega la vida en busca de un futuro mejor, y aquel que, teniendo todas las posibilidades para llevar una vida plena, decide vivir en los márgenes de ella. En un mundo feliz orwelliano de terrorismo, drones, capitalismo, bandas, neoliberalismo, tráfico, refugiados, desigualdad, abusos y delitos de odio que, sin embargo, sólo le sirve para justificar su propia pobreza. Y es que, como dice Pinker, la modernidad no ha conseguido que la vida sea demasiado dura y peligrosa, sino demasiado agradable y segura. Y por eso hay quien prefiere renunciar a ella. Ésa es la verdadera alienación.
IDEAL (La Cerradura), 22/07/2018

domingo, 15 de julio de 2018

El último prófugo


La noticia más comentada esta semana ha sido el fichaje de CR7 por la Juventus de Turín, aunque casi nadie cuenta que el futbolista ha huido de España después de no declarar a Hacienda más de treinta millones de euros. Total, si eso es lo que va a cobrar por temporada en Italia, país que ha reformado su legislación fiscal para atraer a grandes fortunas –que tributarán por una cuota de fija de 100.000 euros independientemente de los rendimientos que obtengan en el extranjero-, y donde sólo los trabajadores de la FIAT han mostrado algo de dignidad, declarándose en huelga. Porque la familia Agnelli tiene el 29% de las acciones de la FIAT y el 63% de la Juventus, pero mientras ficha al futbolista portugués obliga a los trabajadores de la fábrica de coches a que se aprieten el cinturón. “¿Es normal que una persona gane millones mientras que miles de familias no llegan a fin de mes?”, se preguntan. “La empresa debería invertir en modelos de automóviles y no en futbolistas”. No sé. Para el caso, hablamos de un futbolista con un motor de 34 años, y que ha corrido revolucionado los últimos nueve en el Real Madrid, que lo ha amortizado mejor que a un automóvil de alta gama. ¿No deberían fabricar los trabajadores de la FIAT a un nuevo Cristiano Ronaldo? Un replicante modelo CR7 que marque goles y grite: “¡Sííí!” No debe de ser tan difícil. Aunque más complicado fue el entramado societario que montó el futbolista de carne y hueso para no tributar por el IRPF. Concretamente, las cuotas que, según la fiscalía, dejó de ingresar el jugador portugués por este impuesto (las cantidades no declaradas eran mucho mayores) fueron de 1.393.906 euros en 2011, de 1.665.304 en 2012, 3.201.266 en 2013 y de 8.508.419 en 2014. Así, CR7 habría cometido un delito fiscal en 2011 y otros tres delitos fiscales agravados en 2012, 2013 y 2014 al superar las cuotas dejadas de ingresar los 600.000 euros. Y es que, jugando al fútbol, se puede aprender Derecho Financiero y Tributario. Pero también Derecho Penal, porque cada delito lleva aparejado una pena de uno a dos años de prisión, lo que sumarían unos siete años, por lo que el futbolista ha propuesto aceptar una pena de dos años y pagar una multa de casi veinte millones de euros, en vez de los treinta que reclamaba la abogacía del Estado. ¡Peccata minuta! Lo mismo tendría que jugarse en el patio de la cárcel la próxima final de la Champions.
IDEAL (La Cerradura), 15/07/2018

domingo, 8 de julio de 2018

Estrecho


Esta semana he viajado entre Motril y Melilla, en plena “Operación Paso del Estrecho”; y la verdad es que todo ha resultado “estrechante”, desde la espera de una hora para la salida con retraso del  ferry, hasta el viaje en el propio barco de la Compañía Naviera Armas, demasiado pequeño para los viajeros y sus familias, que en una especie de competición buscan el mejor sitio para acomodarse, cuando no tumbarse, pues actualmente el trayecto de 92 millas náuticas entre la península y el continente africano no puede hacerse en menos de –con suerte- seis horas. Los prejuicios sobre la inmigración deben de haber influido en la empresa naviera, que trata a los pasajeros como si fueran de tercera. Probablemente será mejor –y más rentable- viajar entre las islas Baleares o entre las islas Canarias, pero que yo sepa Melilla sigue siendo una ciudad española, donde las leyes y los servicios públicos que se prestan en el resto del país deberían ser exactamente los mismos. Sin embargo, el panorama autonómico y provincial español es en este sentido catastrófico. La descentralización de los servicios públicos no ha contribuido a mejorarlos ni al bienestar de los ciudadanos, sino a una competición sobre la privatización y el abaratamiento de dichos servicios, aunque al mismo tiempo las comunidades y corporaciones locales no dejen de pedir mayores recursos. Esta semana hemos leído que el ministerio de Hacienda pretende ceder a los ayuntamientos las competencias para los servicios de dependencia. ¿Se ha pensado antes cómo van a financiar los municipios esta prestación social? Porque la cesión de las competencias en educación o sanidad a las comunidades autónomas, por ejemplo, no ha mejorado la prestación de estos servicios en la totalidad del territorio español, sino que, muy al contrario, ha generado situaciones de desigualdad despendiendo de la comunidad de que se trate, como también desigualdades fiscales en los tributos cedidos para poder financiarlos. ¿Y qué decir de la educación? Si la educación siguiera siendo una competencia estatal nos habríamos ahorrado el problema catalán, donde, hace diez años, sólo una parte residual de la población aspiraba a la independencia. ¿Y el País Vasco, donde desde las instituciones se ha llegado a apoyar a ETA? Tenemos una extraña idea de lo que es el progreso. Y quizá deberíamos cruzar más el Estrecho para darnos cuenta, en un viaje de ida y vuelta. Porque nuestras sociedades serán sin duda multiculturales y multirraciales, pero únicamente tan pobres como nos empeñemos en que lo sean. Y la marginación sólo genera pobreza.
IDEAL (La Cerradura), 8/07/2018

domingo, 1 de julio de 2018

Pensamiento pantalla


Vivimos en una sociedad que se traga todo con los ojos cerrados. Salvo excepciones, apenas existe una reflexión sobre los sucesos que, por el mero hecho de ser noticiosos –y por muy condenables que sean- hay a quien le parecen dignos de emulación. Después de las manifestaciones en las calles por la puesta en libertad de los miembros de La Manada, la policía ha detenido por violación de una menor en Gran Canaria a otros cinco animales que no han dudado en llamarse La Nueva Manada, término que gritaban eufóricos en la misma comisaría donde eran interrogados. ¿Qué sociedad estamos creando? Para algunos la realidad es un videojuego donde no hay noción del bien y del mal, y quizá contribuya a esta confusión general el tratamiento sensacionalista que las televisiones públicas y privadas les dan a estos delitos. ¿Le importan a la opinión pública las declaraciones de un violador? ¿Tienen los periodistas que esperar o perseguir a los criminales a la puerta de su casa o del juzgado? ¿Son estrellas de cine? ¿Tienen algo que aportar? De los condenados o puestos en libertad por decisiones judiciales los medios de comunicación deberían decir poco, y no contarnos su vida y sus costumbres, que no nos interesan. Pero al parecer hay a quien sí le interesan, y entonces da igual si se trata de personas condenadas por la sociedad o por el poder judicial, sino de si salen en los medios de comunicación o en las redes sociales, y que según el pensamiento débil se han convertido en famosos cuyo comportamiento hay que imitar. Porque lo que importa es aparecer en una pantalla a cualquier precio, y por eso las jaurías han grabado las violaciones y las vejaciones y las han compartido, como hacen muchos adolescentes españoles, que graban los abusos que comenten en el colegio o en el instituto, porque es un comportamiento que han aprendido bien, como otros adolescentes norteamericanos convertidos en asesinos y deseosos de inmortalizarse después de asesinar a sus compañeros. ¿Exagero? Cuando uno camina por la calle, lo raro ya es encontrarse con alguien que mire por dónde va. Porque la mayoría va mirando la pantalla del móvil, leyendo, supongo, el mensaje que no puede esperar, la imagen asombrosa y el vídeo divertidísimo, el selfi que te diga quién eres. El comportamiento social, como el pensamiento, se ha vuelto plano y digital. Estamos sustituyendo la razón y los sentimientos por simples emoticonos. Pero hasta los emoticonos pueden convertirse en meras muecas, cuando no en calaveras.
IDEAL (La Cerradura), 1/07/2018

domingo, 24 de junio de 2018

36 razones


Sin duda hay otros mundos que están en éste. En una casa-cueva de Marchal (Granada), donde vive Juan Manuel Heredia “El Canuto” con sus tres mujeres y sus 36 hijos, de los que la Junta de Andalucía le ha quitado la custodia de 13, todos menores de edad. Juan Manuel ha tenido 6 hijos con Piedad, 16 con María Dolores y 14 con Soledad. Asegura que se gana “honradamente la vida”, pero presume de “no haber trabajado nunca”, algo demasiado común en esta España negra, empezando por la clase política. Esos cientos de presidentes de instituciones públicas que, entre chascarrillos y una sonrisa cómplice como la de “El Canuto”, confiesan que, en realidad, quien trabaja es el director general. Debe de ser grande la cueva de Juan Manuel Heredia, para que vivan al menos cuarenta personas en compañía. Pero también lo son las de Alí Babá, que aún existen en algunas Administraciones públicas, donde se dan asimismo problemas de higiene, aunque no de vestimenta y alimentación, que son las razones por las que le han quitado la tutela de los menores a su progenitor. “Bastante bien salen algunos hijos con los padres que tienen”, dice Emilio Calatayud. “¿Cobrarán estos padres ayudas por familia numerosa o subvenciones de otro tipo?” se pregunta. No lo sé, pero deberían cobrarlas, a pesar de que la Fiscalía de Menores hable de “riesgo de maltrato físico y emocional, exposición a situaciones de violencia de pareja y entre miembros de la unidad familiar, presunto abuso sexual hacia algunas de las hermanas y negligencias graves en el cuidado familiar”. Porque es lo que justifica la existencia de las Administraciones. ¿En qué se diferencia la moral privada de la moral pública? En la educación. Juan Manuel Heredia parece haber formado una sociedad aparte que vive con sus propias reglas, tomadas de la ley gitana y de aquí y allá. Como si fueran mormones, la civilización se ha detenido en la puerta de la cueva; o quizá es que no la han dejado entrar. ¿Se trata de un asunto privado o de un asunto público? Paradójicamente, en una sociedad en la que ya no existe la vida privada, se trata de un asunto público, pues la obligación de la Administración es tutelar a esos menores y evitar su desgracia, aunque tenga que atravesar para ello la puerta de su casa. Y es que a veces, como diría el filósofo, lo más extraño que puede encontrarse uno en una casa (o una cueva) es a un ser humano.
IDEAL (La Cerradura), 24/06/2018

domingo, 17 de junio de 2018

Orgullo


Por los bemoles de Luis Rubiales que España no va a ganar el mundial. O sí. Porque este tipo es granadino, y ya se sabe que tiene un orgullo al que no alcanza ni el Ave. Como a él no le habían dicho nada sobre el fichaje de Lopetegui por el Real Madrid, pues liamos la Spanish Civil War, como ha titulado el lío de la Selección Española de Fútbol la prensa inglesa. Total, si se trata de un hombre que ha sobrevivido a los moros y a los Reyes Católicos y hasta al nacionalismo motrileño. ¡Florentinos a mí! Que yo destituyo al seleccionador para que los españoles se dediquen a otra cosa. A escribir, como el exministro de Cultura, Maxim Huerta, que al menos se ha librado de la fiebre futbolística. Y todo porque ha sido condenado por utilizar una sociedad para no tributar por el IRPF a Hacienda. A eso se le llamaba fraude fiscal antes y después de Cristóbal Montoro, aunque es verdad que es una práctica habitual entre los escritores y periodistas españoles que facturan lo suficiente para preferir pagar un tipo fijo y proporcional en el Impuesto sobre Sociedades en vez de una escala progresiva en el IRPF. Por eso de la solidaridad y tal. Porque, además de progresistas, son capitalistas orgullosos, que son los que montan una sociedad con un administrador único. Como Luis Rubiales, que no tendrá que pagar de su bolsillo los dos millones de euros que ha dejado de cobrar la Federación Española de Fútbol del Real Madrid ni tampoco el finiquito de Lopetegui. ¡Son los principios! Y los tienen en común mucha gente de la cultura y del deporte. Se ve que en España son la misma cosa, y por eso requieren un mismo ministerio, que al menos, a partir de ahora, será dirigido por un gestor cultural de prestigio como José Guirao, granadino de adopción, y que quizá apadrine la llegada del legado Lorca a Granada, mientras la Junta se pone de nuevo a buscar los restos del poeta. ¡Que le den el premio Nobel!, claman otros. Aquí cada uno va a lo suyo, como ocurre en algunos países y en algunos equipos de fútbol. Para el caso, este mundial se celebra para mayor orgullo de Putin, al que le da lo mismo invadir la península de Crimea o que su equipo le meta cinco cero a Arabia Saudí, otro país ejemplar al que Occidente hace la vista gorda. Y esa es la cuestión. Con un par de balones de fútbol.
IDEAL (La Cerradura), 17/06/2018

domingo, 10 de junio de 2018

Legitimidad


Lo que más me gusta del nuevo gobierno de Pedro Sánchez es la defensa que la mayoría de las ministras y ministros han hecho de la Constitución española, aunque haya que cambiarla. Porque, para reformarla, hay que seguir el procedimiento contemplado en el propio texto constitucional, algo tan natural desde el punto de vista jurídico como olvidado en el plano político. Demasiados diputados confunden la soberanía popular con sus propios deseos, y piensan que ganar unas elecciones les da derecho a hacer lo que les dé la gana. Pero, en España, la soberanía popular reside en el parlamento ya constituido, no en la voluntad de los votantes. La voluntad popular se convierte en órgano del ordenamiento jurídico cuando es poder constituido, y no antes. El matiz es importante, pues implica que lo primero que debe respetar el representante público es el ordenamiento jurídico. Esto vale para el presidente de la comunidad autónoma de Cataluña, Quim Torra, como para el exalcalde de Granada, Torres Hurtado, un político que gobernaba el Ayuntamiento como un cortijo porque creía estar legitimado por el voto ciego de una mayoría de ciudadanos. De hecho, aún lo cree, y esta semana ha presentado en el juzgado una póliza de seguro pagada por el Ayuntamiento en vez aportar de su bolsillo dos millones de euros. Un seguro contratado “para cubrir fianzas judiciales en procesos criminales”. ¡Y es que los hay previsores! En la nueva política-pose, dirigentes como Pablo Iglesias justifican su inconsecuencia con la inconsecuencia de las bases de su partido, como si la decisión de una mayoría convirtiese en ético lo que no lo es, aunque se trate de cuestiones tan domésticas como la compra de una casa. Hitler llegó al poder con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos alemanes, pero el pueblo no puede legitimar las opciones políticas que atentan contra la legalidad. Porque no son los votos de los ciudadanos los que otorgan la legitimidad, sino una votación en el Congreso de los Diputados. Por eso sonroja escuchar que la elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno es “un golpe de Estado”. La gracia de los parlamentos es precisamente el poder evitar los golpes de Estado, como pudimos comprobar en España no hace tanto tiempo. España parece un país de otro planeta, y quizá por eso haya venido un astronauta al ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Debe tenerse otra perspectiva de las cosas cuando se ha contemplado la tierra desde el espacio. Aunque una cosa es estar en órbita y otra ser desorbitado.
IDEAL (La Cerradura), 10/06/2018

domingo, 3 de junio de 2018

Renovación


El cuento podría tratar sobre un hombre que sobrevivió a un asesinato, hizo una conversión pública para ser el redentor de la patria y que, después de alcanzar su objetivo, que no era otro que el Palacio de la Moncloa, terminó suicidándose políticamente. O tal vez no. ¿Cuántas vidas tiene Pedro Sánchez? Si ha sido capaz de sobrevivir al PSOE, puede que sobreviva a España. Había que echar a Rajoy, sí, que no ha reconocido la evidencia de la corrupción en el PP; pero por lo visto esta semana en el Congreso de los Diputados, la regeneración pasaría por descabezar las cúpulas de todos los partidos políticos y convocar elecciones generales para renovar a todos los diputados y senadores, que no deberían repetir en el hemiciclo. Que sus escaños sean ocupados por personas que no estén maleadas por la práctica parlamentaria. Que si sí, que si no, que si tal vez. Y la repetición de los mismos argumentos, incluidos los del miedo, esgrimidos hasta última hora por los portavoces del PP, un partido que ya genera verdadero pánico. Lo único que parece cierto en la política española es que todo empieza de nuevo para terminar como estábamos antes. Demostrar que no es así es el reto de Pedro Sánchez. Porque lo único que cambian son los actores, como en un juego de máscaras. Y de este modo ven los ciudadanos a los políticos: como fantasmas que viven en un mundo esotérico, completamente alejados de los problemas sociales. Y habría que preguntarse por qué los partidos suelen apartar a las personas independientes y con talento. Quizá habría que prescindir también de estas organizaciones, si no son capaces de cumplir con sus fines públicos. Ni siquiera las nuevas, que parecen ya viejas. ¿Alguien tiene un proyecto para el país? Lo que importa es el apoyo parlamentario, y sonroja escuchar los reproches al PSOE por recabar los apoyos de los nacionalistas vascos o catalanes, seducidos o repudiados según  sopla el viento político, pues lo único que interesa es si votan a favor de los Presupuestos Generales del Estado o de una moción de censura. ¿Y qué es lo que le importa a la sociedad? Curiosamente, los medios de comunicación le han dado más importancia al adiós de Zidane como entrenador del Real Madrid que al adiós de Rajoy como presidente del Gobierno. Y la verdad es que el primero ha mostrado más dignidad que el segundo. Pero se ve que la dignidad española sólo se demuestra en los campos de fútbol.
IDEAL (La Cerradura), 3/06/2018

domingo, 27 de mayo de 2018

Jolgorio


España es un jolgorio. En la misma semana en la que se aprueban los Presupuestos Generales del Estado, el partido que lleva gobernando en España en los últimos años es condenado por el caso Gürtel. Una trama de corrupción de la que han negado saber nada todos los secretarios del PP desde la Transición, incluido Mariano Rajoy, que pasmosamente sigue siendo presidente del Gobierno. Pero es que vivimos en España, un país donde la clase política está desconectada de la sociedad y cuyos líderes hacen gala de carecer de dignidad personal y del más mínimo principio ético; y lo peor es que ésta parece ser la regla general. Sólo así se entiende que haya todavía una parte de la sociedad dispuesta a defender y apoyar la gestión de este partido político. ¿Carece también de cualquier tipo de escrúpulo? Mariano Rajoy ha compartido despachos y trabajo con todas las personas de mayor responsabilidad del PP que ya han sido procesadas. Pero él no sabía nada. Su propio partido, del que él es presidente, no sabía nada. Si esto fuera así, tamaña negligencia le incapacitaría para dirigir no ya un país, sino cualquier empresa. Y cómo rechina el principal argumento para declinar la responsabilidad: “Ha pasado mucho tiempo”. Sí, de Franco también. Pero no el tiempo suficiente. Sin embargo, lo que ocurre entre bambalinas es lo mismo que ocurre en el escenario. El proceder es el mismo. ¿Cómo se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado y asegurado que Rajoy termine la legislatura? Pues comprando la voluntad del PNV con transferencias millonarias al País Vasco, una comunidad cuyas cuentas son opacas, con un sistema de financiación privilegiado e insolidario con el resto de las comunidades autónomas españolas. Y comprando la voluntad de un partido, el PNV, que al mismo tiempo está pactando con Bildu (ETA) el nuevo estatuto de autonomía vasco, cuyo objetivo último es la autodeterminación. Es decir, lo mismo que ha ocurrido en Cataluña, cuya deriva independentista se ha permitido e incluso alentado desde el Gobierno central por la sencilla razón de que los votos del nacionalismo catalán eran necesarios para mantenerse en el poder como ahora lo son los del nacionalismo vasco. Y todo ello con el beneplácito de Ciudadanos –el socio del Gobierno-, por mucho que lloren con la letra que Marta Sánchez le ha puesto al himno nacional. El verdadero himno nacional es “Vamos a saquear España”. Y no pasa nada. Porque se hace con el consentimiento (y el dinero) de la mayoría de los españoles.
IDEAL (La Cerradura), 27/05/2018