Mientras
Donald Trump se entretiene con los juegos de guerra, el planeta se va al
garete, el sueño de cualquier adolescente, como el presidente de USA. “Joder,
si el mundo va a acabarse, ¿para qué voy a estudiar?” Y, sin embargo, es otra
adolescente, Greta Thunberg (que tiene la edad que aparenta, aunque sea más
madura que Trump), la que está liderando la lucha por el cambio climático. Es
comprensible, pues la política nacional y mundial sufre también una
infantilización crónica, por lo que nuestros adolescentes son ya más adultos
que sus progenitores. De hecho, suelen ser más cultos, responsables y
conscientes de los problemas del mundo en que viven. Sus mayores viven en el
pasado o en la inopia, como Trump o Jair Bolsonaro, que niegan una realidad que
se torna catastrófica, con mares ácidos y sin recursos, sequías y hambrunas, y
donde va a tener que emigrar al menos el diez por ciento de la población
mundial que vive en la costa, por la subida del nivel del mar. Lo han advertido
esta semana en la ONU los científicos miembros del Panel Intergubernamental del
Cambio Climático (IPCC). Y es que los adolescentes piensan en el futuro y los
adultos sólo en el presente, que se les escapa como el agua entre los dedos, y
por eso son incapaces de privarse de nada: coches nuevos, móviles de última
generación, ordenadores y robots diversos, hasta aviones para ir de vacaciones
o a algún concierto, si es que eres el presidente del Gobierno español, además
de un inmaduro de libro. ¿Y por qué tenemos que pagar las consecuencias de
tanta estupidez?, piensan Greta Thunberg y el resto de los líderes que además
de los problemas del mundo tienen que combatir el acné. “Mi mensaje es que
vamos a estar vigilándoles”, les ha dicho Greta a los jefes de Estado y de
Gobierno. “¿Cómo os atrevéis a mirar para otro lado?”, les ha espetado llorando
mientras estos se revolvían incómodos en sus asientos. “Y aun así nos pedís
esperanza a los jóvenes, mientras los ecosistemas y miles de personas se están
muriendo. Estamos en el comienzo de una extinción masiva y sólo habláis de
dinero y cuentos de hadas”. Pues así es, Greta. Los supuestos adultos no hablan
de otra cosa. Y si te vinieras unos días a España, te darías cuenta de que el
sistema colapsó hace tiempo. En Granada, sin ir más lejos, donde siguiendo la
aritmética del 2+2, suspenderías matemáticas. Una existencia casposa,
ignorante, asfixiante y cutre, Greta. A eso le llaman madurez.
IDEAL, 29/09/2019