Será por el cambio climático, la escasez de agua y de fuentes
energéticas, por la guerra de Ucrania, por el miedo a un nuevo virus o a que el
totalitarismo se extienda de Rusia a Estados Unidos, de China a Hungría, de
Irán a Francia. Será por el consumo generalizado de marihuana, cuyo olor se
cuela por las ventanas desde las casas vecinas e inunda las calles, pues ya hay
quien la fuma tranquilamente en terrazas o mientras camina por la acera, como
si se tratase de un cigarrillo. O será simplemente por un nivel cultural
paupérrimo, pero parte de la población parece haberse contagiado de un aire
distópico que la hace vivir como si no existieran los otros, y tampoco el
mañana. La violencia verbal se dispara en las conversaciones que uno no tiene
más remedio que oír en la calle o en las casas, pues la gente se ha
acostumbrado a gritar, y perdida la intimidad al hablar con el móvil en
cualquier sitio o predicar en las redes sociales, ya le da igual que la oigan o
que molesten al extraño. Esta semana, la bilis se derramaba en Twitter porque
la concejala del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, anunciaba que estaba
embarazada. “Vete a criar al niño a Venezuela”, le decían los pájaros más
amables, u “otro engendro para España”. Una gota de agua al lado del homicidio
de un joven en Íllora o de los pinchazos que parecen haberse puesto de moda
entre los descerebrados que campan por las discotecas y los pubs de Andalucía.
Según informaba José Ramón Villalba en IDEAL, los delitos han aumentado en
Granada en un 30%: hurtos, agresiones, ciberdelitos, robos con violencia,
agresiones sexuales y tráfico de drogas. La protección de la libertad
individual está en entredicho, empezando por la libertad de expresión, que es
la primera de las libertades. Quizá habría que reformular una serie de normas
básicas: protección de la libertad individual frente a la presión del grupo, derechos
de las mujeres, tolerancia hacia los distintos modos de vida. Porque parte de la
sociedad muestra algunos síntomas preocupantes: gritar y reír exageradamente,
enrojecimiento de ojos, agitación, conductas criminales, convulsiones, conflictos
familiares, irresponsabilidad laboral, hipertensión, falta de memoria, hiperactividad,
ansiedad, desmayos, delirios, paranoia. ¿Qué han fumado? Además de un país,
España parece un estado de la conciencia que siguiera, al pie de la letra, las
palabras de Enrique Tierno Galván allá por la transición: “A colocarse, y el
que no esté colocado, que se coloque y al loro”.
IDEAL (La Cerradura), 21/08/2022