Quienes
practican el verano al revés saben que está prohibido bajar a la costa en el
mes de agosto, que la playa es para el invierno y la sierra para el verano.
Saben que las ciudades renacen al anochecer y que hay lecturas para escalar
montañas mágicas o sumergirte en el olvido durante un mes. Quien practica el
verano al revés cambia las motos de agua por las ruteras, los calamares por el
plato alpujarreño y está dispuesto a celebrar el fin de año durante el mes de
agosto en Bérchules si no hay demasiada gente. Los más ortodoxos son incluso
capaces de renunciar a salir de casa y organizar maratones de cine clásico
ordenados por días y géneros, reservando las tardes del domingo al terror, como
no podía ser de otro modo, de cultivar un jardín compuesto por una sola planta
de interior, de coger la bicicleta o correr de madrugada por las calles
desiertas mientras inventa distopías y dormir durante las horas de calor. Quien
practica el verano al revés no se cruza jamás con ningún turista y va a hacer
las compras al medio día, cuando en los supermercados no hay nadie y el aire
acondicionado está tan frío que convierte en estatua de hielo al único cajero, puede
bucear en la bañera, hacer rápel en la pared del cuarto, tirolina colgándose de
la lámpara, espeleología en las tuberías del baño, competiciones de canicas en
el patio y de tiro al blanco con garbanzos, carreras en el pasillo y acampadas
en la terraza. Si por la noche no recurre a las cartas y a antiguos juegos de
mesa o entabla largas conversaciones con los fantasmas de la casa, acude a los
festivales de teatro, rastrea la geografía en busca de sesiones de cine al aire
libre, de ciudades que han instalado en sus plazas grandes pantallas. Quien
practica el verano al revés no se hace selfis ni contesta mensajes de grupos de
WhatsApp, suele tener el teléfono apagado durante todo el día y no recuerda la
última vez que abrió un correo electrónico. Es alguien que no hace jamás colas en
tiendas o restaurantes, que no está al día del mercado de fichajes ni sabe cuál
es la canción del verano. Quien practica el verano al revés casi desea que
llegue septiembre para olvidar tanta felicidad y tanta paz de aburrirse consigo
mismo. Lo único malo que le ocurre a quien practica el verano al revés es
cuando este realmente se acaba y la realidad le pone del revés.
IDEAL (La Cerradura), 25/08/2024