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lunes, 10 de octubre de 2022

Salarios

Las redes sociales echan humo por la subida de las pensiones, del sueldo de los funcionarios y del salario del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (90.000 euros), que hay quien considera disparatado. Sin embargo, no es el sueldo más alto que paga el Estado, pues está muy lejos de lo que cobran el rey, la reina, la reina emérita (al rey emérito le retiró su hijo la asignación en marzo de 2020, como castigo a las trastadas de su padre), el presidente del Tribunal Constitucional, el presidente del Tribunal Supremo, el Fiscal General del Estado o la presidenta del Consejo de Estado, por citar algunos cargos institucionales y sin entrar a valorar los méritos y el trabajo de unos y otros, loterías de las herencias y el nacimiento aparte. También está muy lejos del sueldo de los consejeros delegados de las grandes empresas, por no hablar de los de las entidades financieras. ¿Está bien pagado Pedro Sánchez? ¿Le va a afectar la inflación galopante? Si echáramos en una hucha los salarios de nuestros políticos prescindibles, nos daría para sacar de la quiebra a la Seguridad Social, pero no creo que sea el caso del presidente del Gobierno, que entre pandemias, guerras y crisis energéticas se está ganando el jornal. Incluso está llevando un poco de sentido común a la Unión Europea para que no se olvide de las políticas sociales, de las que Pedro Sánchez está haciendo su santo y seña. En ese sentido, se podrá estar de acuerdo o no, pero no se le pueden negar el trabajo y la iniciativa, desde las ayudas familiares a la “ley trans”, que tantas ampollas levanta en ciertos sectores, esos que consideran una chiquillada que en una residencia universitaria un gorila grite por la ventana “putas ninfómanas, salid de vuestras madrigueras” y sea jaleado inmediatamente por el resto de la manada. “¡Ay, la educación!”, exclamarán los padres. “Ni con los 1.200 euros que me cuesta al mes la residencia saco al niño de la etapa primate”. Resulta una caricatura preocupante de una clase social española que al mismo tiempo reniega del ingreso mínimo vital o del sistema nacional de salud, y que se ve que forma parte de la especie “Lupus Ahujus Hispanorum”, según la definía Pablo Casado cuando residía en el colegio mayor en cuestión. Sería anecdótico si no fuera porque ese pensamiento retrógrado tiene representación en el Parlamento. Pero la política se expresa realmente en los Presupuestos Generales del Estado, donde podemos valorar si nuestros gobernantes se ganan el salario o no.

La Cerradura, 9/10/2022

lunes, 21 de febrero de 2022

Galgos o podencos

La política española parece una historia de fantasmas: se habla tanto del pasado y del futuro que se nos escapa el presente. En Granada, por ejemplo, donde las principales instituciones sólo logran consensuar buenas intenciones para la ciudad, sin materializar ningún proyecto. No se propone nada concreto porque la política puede ser también pose, fachada, nadería. Cuarenta y tres años de democracia no dan ni para un juego de tronos, sino sólo una guerra chabacana, como se empeña en ilustrarnos el PP para alegría de la extrema derecha, que está donde siempre ha estado. Da pena pensar en la transición, y en toda la gente que se jugó la vida durante el franquismo para que llegase la democracia. Si uno atiende a la guerra entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, no sabe qué visión es más lamentable, si la del presidente del partido que espía a la presidenta de la Comunidad, o la de la presidenta que defiende la legalidad de un contrato de emergencia concedido por el gobierno madrileño a la empresa de un amigo para la que el hermano de Díaz Ayuso trabajó como comisionista. Por lo visto, el hermanísimo cobró 286.000 euros por facilitar la compra de mascarillas para una población que estaba en su casa encerrada y aterrorizada. Una idea muy lucrativa de la política, que se beneficia de la estrategia del miedo. Ésa es la razón por la que está creciendo Vox. Mientras, en el mundo real, la gente sigue jugándose la vida para ganarse el pan, como la tripulación del Villa de Pitanxo, donde había una mezcla de razas y orígenes que representa bien lo que hoy es España, aunque una parte de este país se empeñe en negarlo. Tres supervivientes, nueve cuerpos recuperados y doce desaparecidos de las 24 personas que trabajaban en el pesquero. Parte de esos cadáveres nunca se hallarán, lo que sí es una crueldad para las familias, que no podrán enterrar a los suyos. Y en este contexto, qué patético resulta escuchar a Díaz Ayuso hablar de crueldad. Aquí estamos muy entretenidos con las guerras políticas, mientras en el mundo hay un miedo creciente por el inicio de la tercera guerra mundial. Es como la fábula de los galgos y los podencos, de Tomás de Iriarte, que parafraseó el rey emérito en una de sus últimas cartas: “No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos”. Y en esas estaban los conejos cuando llegaron los perros.

IDEAL (La Cerradura), 20/02/2022

lunes, 10 de enero de 2022

Teoría del pedo

Si tiene usted dudas sobre si ha pasado el coronavirus, hay un método de diagnóstico barato y fiable: ¿Puede oler los pedos de la gente? No los suyos, que hay hasta quien los aprecia, sino los de los pasajeros con los que viaja, por ejemplo, en un coche. ¡Menudo cerdo! Sí, díganselo a mi cuñado, autor de la nueva teoría científica, sobre la que me ilustró en la pasada cena de Nochevieja. Y él no estaba pedo, no. La había corroborado con varios colegas, todos profesores de secundaria. Por eso están dispuestos a retomar las clases con alegría mañana lunes. ¡Son inmunes a todo! En fin, si para el caso, la situación actual, si hablamos de iniciativa política, es una tomadura de pelo, o tal vez de olfato. Con la sanidad saturada, los ciudadanos son sus propios médicos, con o sin mascarilla. ¿Trabajo o no trabajo? ¿Viajo o no viajo? ¿Veo o no veo a los amigos? ¿Salgo de mi cuarto? Las familias hikikomoris (encerradas a cal y canto, tan sólo se comunican a través de las pantallas) van sustituyendo sin que nos demos cuenta a las familias tradicionales, contagiadas de espanto. Los que se mueven lo hacen sobre un mundo tan inestable que ya no confían en su olfato. No sabemos cómo huelen las cosas, si han madurado o se han podrido o es que nos vamos pudriendo nosotros sin darnos cuenta, saturados de virus. ¿Olían así las manzanas o son las manzanas ya digeridas y medio expulsadas en forma de ventosidades por tu cuñado? Sólo los políticos están acostumbrados a vivir en estas arenas movedizas de informaciones contradictorias, improperios y flatulencias. Sólo ellos tienen razón con sus juicios inequívocos sobre los vivos y los muertos, como el acalde Almeida. Hay personas con una cabeza tan cuadrada que juzgan a la gente por su ideología, aunque ésta sea la cosa más cambiante, la piedra filosofal que aún buscan asesores retirados y líderes proféticos que se han cortado la coleta. Porque la cuestión del olor político es uno de los grandes misterios filosóficos. Imagínense a Pedro Sánchez, Pablo Casado, Yolanda Díaz y Santiago Abascal en un coche. Si en el Congreso, el presidente del Gobierno le preguntó al líder de Vox si se había vacunado y éste le contestó que lo veía muy delgado, imagínense lo que podría contestarle después de acusarle de tirarse un pedo. ¡Usted no se ha contagiado! ¡Ni siquiera tiene ya olfato político! Hasta este nivel de enfermedad infectocontagiosapolítica hemos llegado. Quizá tenga razón mi cuñado.

IDEAL (La Cerradura), 9/01/2022

lunes, 20 de diciembre de 2021

Navideños

Con la Navidad puede ocurrir como con la política: pasas por una fase de negación (“¡alcalde satánico!”), otra de ira (“¡eres un desequilibrado!”), negociación (“venga, vamos a aprobar los presupuestos, aunque no nos salgan las cuentas)”, depresión (“¿otra vez voy a hablar de Cataluña con mi cuñado?”) y, por último, de aceptación (“es una vez al año, hombre, el partido es tu única familia”). Luego, uno se da un paseo por la ciudad y, cruces invertidas aparte, se da cuenta de que para no sucumbir a las tentaciones de las fiestas y los regalos tendría que apagar todos los aparatos electrónicos y autodecretarse un confinamiento voluntario, aunque los precios hayan subido un 47%. Porque en estas fechas van a convivir los contagiados por la covid-19 y por el espíritu navideño. ¿Quién ganará la batalla para ocupar las mesas de los restaurantes y de las casas familiares? Se ve que vivimos en una sociedad que no acepta situarse en un punto medio, y ni las autoridades quieren hablar de restricciones, a pesar de que vuelva a elevarse el número de contagios y la tasa de incidencia se multiplique por siete en los últimos treinta días en ciudades como Granada. “¿Qué coño tiene que pasar…?”, diría Pablo Casado en el Congreso (ése es el nivel de los políticos españoles en este momento, como ha afirmado José María Aznar). Olvidado ya el consenso de la Transición, hemos perdido también la alegría inconsciente de los años ochenta. Ahora, o vivimos eternamente o nos morimos de golpe, que no “del golpe”. Porque, probablemente, Tejero moriría hoy por el pico de Twitter antes de llegar al Congreso para levantar la pistola y utilizar las mismas expresiones que el señor Casado. Y quizá sea lo que le ocurra a Vox, salvo que no se cumplan los vaticinios de Pablo Iglesias (hoy profeta) y el PP necesite sus votos en una nueva legislatura. ¿Le harán los mismos reproches que al Gobierno de Pedro Sánchez? ¿Pactar con la extrema derecha no implica cruzar líneas rojas? En Andalucía se ha hecho y, fuera de los símbolos y acaso los ritos diabólicos en la plaza del Carmen, no ha pasado nada. Entre la negación y la aceptación, España se va disolviendo en insultos y exabruptos, para jolgorio general. Eso no sucederá por el momento con la Navidad. A la gente le nace de dentro, hasta a la que le cuesta celebrarla. Es una cuestión de educación. ¿Educa qué? Quizá habría que hacer unos cuantos cursillos navideños en el Congreso.

IDEAL (La Cerradura), 19/12/2021

lunes, 29 de noviembre de 2021

Infiernos

Pablo Casado no gana para disgustos. Después de denunciar un aquelarre en Valencia por la reunión de unas mujeres presuntamente de izquierdas, acude a un congreso del PP en Granada y acaba en una misa dedicada a Franco y José Antonio Primo de Rivera. “¡Qué será el infierno!”, se preguntará el hombre, rodeado de brujas, brujos y fantasmas. A mí lo que me llama la atención es que alguien le dedique una misa a un dictador y que no se trate de una misa satánica. Pero se ve que se trataba de una misa católica, y que se celebra todos los años en la iglesia del Sagrario, y que luego hay quien canta en la puerta el Cara al Sol. Lo de los bucles temporales es algo que ha dejado siempre patidifusos a los filósofos. ¡Pensar que haya de repetirse todo tal y como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! Pues ahí tenemos a la Fundación Francisco Franco para conseguirlo, y amparada por un Estado que se autodenomina democrático. La educación es una cuestión familiar, no exactamente de partido, pero hay cosas que deberían estar ya fuera de la democracia, de la sociedad, de las ciudades, de las calles y dejarlas en el infierno. Porque no fue precisamente el favor divino lo que convirtió a Franco en un genocida, no. En fin, son cuestiones de concepto. Condenar las dictaduras e investigar los crímenes de lesa humanidad. Respetar la memoria histórica, que no ha sido democrática, y no tratar de cambiar el pasado, sino aprender de esos errores para construir el futuro. Pero España parece incapaz de superar el pasado, como constantemente nos recuerdan la oposición y el Gobierno, que hasta cuando discuten la aprobación de los presupuestos se remontan a la guerra civil. Hay hechos que se quedan enquistados, atrapados en un agujero negro, como los coches en la circunvalación de Granada, otro verdadero infierno. ¿Qué brujo habrá pronunciado el conjuro para que todos los días y a la misma hora se produzcan atascos y accidentes? Según informaba IDEAL esta semana, en un único control de tráfico realizado en ese otro lugar maldito 49 conductores fueron denunciados por conducir con una tasa de alcohol superior a la permitida y ocho más por conducir drogados. ¿Vendrían todos de la misa de Franco? ¡Ay, las cosas que no pasen en Granada! Esta ciudad gloriosa y al mismo tiempo infernal. Alguien debería haber avisado de donde se metía al bueno de Pablo Casado.

IDEAL (La Cerradura), 29/11/2021

lunes, 22 de noviembre de 2021

Medievales

En España, seis de cada diez personas ingresadas en UCI por coronavirus están sin vacunar, pero en las calles hay un runrún sobre la celebración de las Navidades y la incidencia de la pandemia, abandonado demasiado pronto el sueño de la nueva normalidad (para qué hablarías, Pedro). La gente no se atreve a comprar, a poner la calefacción, a hacer planes a medio o largo plazo. Ve la mosca detrás de las orejas alemanas, francesas, italianas o inglesas, y ya vuelve a pensar en colgar el traje de fiesta, aunque el traje más probable que deberemos llevar este invierno es el de estar vacunados contra la covid-19. Yo, cuando miro el mar, no soy capaz de distinguir si se trata de olas de tormenta o de una pequeña brisa, como algunos expertos, sino que suelo abstraerme en la superficie del agua como en la arena, hasta que se pierde la vista. Entre la playa y el mar debe existir alguna verdad, pero yo sólo sé si el viento viene de poniente o de levante. Con el 90% de la población vacunada, nuestro país ha hecho los deberes, frente al 68% de países como Alemania, o Bélgica, Francia e Italia, que están por debajo del 75%. Sin embargo, incompresiblemente, en España hay más de cuatro millones y medio de personas que aún no se han vacunado, y las comunidades autónomas quieren impedirles que participen en las comidas de Navidad o que entren en los locales de ocio. ¿Quién teme al coronavirus? En nuestras sociedades abundan los suicidas, pero el problema es cuando se pone en riesgo la vida de los demás. Frente a los peligros de lo invisible, y en el siglo XXI, mejor redimirse con la ciencia que empeñarse en vivir en la Edad Media, a pesar de políticos como Pablo Casado, que cuando ve reunirse a unas cuantas mujeres progresistas habla de aquelarres. ¡Vade retro! ¿Se subirá el presidente del PP en una escoba? ¿Se convertirá en un macho cabrío?  Si algo ha demostrado esta crisis sanitaria es que las Administraciones deben ser las garantes de la prestación de los servicios públicos esenciales. Si los Estados no pueden crear las vacunas, al menos deben garantizar que se vacune toda la población. Para eso necesitamos científicos y buenos administradores, no a retrógrados que confundan la política con la brujería. Hay que invertir en sanidad y educación, incluso en educación política. A la población no la salvará ningún milagro, fuera de una atención médica y eficaz y un comportamiento responsable.

IDEAL (La Cerradura), 21/11/2021

lunes, 28 de diciembre de 2020

Villancicos

El discurso del Rey fue como el villancico de Pablo Iglesias: “San José es republicano y la Virgen socialista, y el niño que está en la cuna es marxista-leninista, ande, ande, ande…” La corona y la política nos entretienen, aunque prefiero a Tirso de Molina: “¡Válgate Dios por chicote,/ por pesebre y por portal!/ ¿Vistes tal zagal?/ Lindo es, ¡voto a mi capote!” En estas fiestas de luces tristes y calles vacías, hay quien vive ajeno a las restricciones sanitarias y se empeña en no modificar sus costumbres y celebrar con los amigos el año funesto que se va. Grupos de jóvenes ocupan las terrazas de bares y pubs mientras los médicos siguen luchando por salvar vidas y circulan rumores sobre las urgencias desbordadas, notificaciones a las residencias de ancianos para que no los lleven a los hospitales o decisiones de no atender en la UCI a los mayores de setenta años. Pero cantamos villancicos, como en el siglo XV: “Venida es, venida/ al mundo la vida./ Venida es al suelo/ la gracia del cielo/ a darnos consuelo/ y gloria cumplida”, escribió Juan Álvarez Gato. La Navidad es una época en la que nos empeñamos en que no pase el tiempo, aunque celebremos la Nochevieja y la llegada del nuevo año, que será el de las vacunas. Queremos seguir siendo un niño que no tenga que enfrentarse al trabajo y la enfermedad, y decir con Luis Cernuda: “No es menor maravilla; si yo vivo,/ bien puede un Dios vivir sobre nosotros./ Mas nunca nos consuela un pensamiento,/sino la gracia muda de las cosas”. El vientre es el encargado de cumplir con las grandes solemnidades, escribía Larra, pues el ser humano tiene que recurrir a la materia para pagar las deudas del espíritu. ¡Argumento terrible en favor del alma! Y así, el misterio de la Navidad es esa mezcla de alegría y melancolía que los días traen consigo, de celebración cristiana, pero también pagana: “Te soñé como un ángel/ que blandiera la espada/ y tiñera de sangre/ la tierra pálida”, escribió José Hierro. “¿Han de alimentar el alma/ Vengador, tus roncos sones,/tus negras alas, tu paso/ helado? ¿Negros crespones/ adornan la dolorida/ soledad del hombre?” Por las redes sociales circulan felicitaciones mientras la gente recorre los centros comerciales como almas en pena, rascándose el bolsillo. Es lo que cantan los camioneros de Murcia: “Este año a Pedro Sánchez le ha subido la bilirrubina y dentro de seis meses estaremos en la ruina”. Como diría Pablo Casado: “¿Tanto les cuesta celebrar la Navidad?” Bueno, feliz Covidad.

IDEAL (La Cerradura), 27/12/2020

domingo, 7 de junio de 2020

Pescados


España no es tan diferente a otros países europeos, pero nos empeñamos en parecerlo, como ese adolescente que no tiene muy clara su identidad, aunque algunos le atribuyan siglos de historia imperial. Pero no sólo nos empeñamos en diferenciarnos de otros países, sino que, dentro del propio Estado, las comunidades autónomas llevan años echando una carrera para diferenciarse entre sí, y también las ciudades, que buscan la piedra filosofal del turismo, e incluso pretenden diferenciarse los ciudadanos, educados con los chistes de Eugenio, aunque tengan las mismas necesidades básicas, garantizadas con el ingreso mínimo vital (algo bueno tenía que hacer el Gobierno). “¿Saben aquél que diu que van un catalán, un vasco y un andaluz metidos en un ascensor?” Otra cosa es el carácter, que no es tan bueno, a juzgar por lo que ocurre en el Congreso de los Diputados. Debían de estar en plan surrealista esta semana sus señorías, a pesar de la cara de circunstancias. “Si ningún miembro de este Gobierno somos pescados, ¿en qué andan ustedes, señor Casado?”, preguntó muy seriamente la vicepresidenta Carmen Calvo al jefe de la oposición. ¿Cómo? ¿Que no hay pescados en el Gobierno? Y no estaba utilizando un estilo metafórico-evangélico, del que tanto disfrutan Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Pablo Casado había amenazado a Pedro Sánchez: “A usted lo acabarán pescando”. Una afirmación categórica que requería otra contestación del mismo calibre: “En este Gobierno no hay pescados”. Puede que haya pecados y enchufados en alguna dirección general, pero pescados no. Sólo pescamos coronavirus y resfriados. Pero es que del lenguaje inclusivo hemos pasado al lenguaje infantil, como el que utiliza Irene Montero con los periodistas para explicar la manifestación del 8-M y la pandemia. “¿A qué crees que se debe la bajada de cifras?” “Pues tía, creo que al coronavirus, pero no lo voy a decir”. ¿Y la manifa? “Guay, con mucho empuje”. ¿Y el virus? “O sea, los gobiernos europeos están tomando medidas superdrásticas”. El caso es llevarse la contraria, aunque sea hablando como el Piraña en la serie Verano Azul, otra gran contribución a la educación española. Que le dice Pedro Sánchez a Santiago Abascal: “¡Barrilete!”; pues contesta el otro: “¡Telerriba!” Es decir, lo mismo, pero al revés. A esto deben referirse con lo de nueva normalidad. Y este es el nuevo idioma que van a utilizar. Es lo que suele pasar cuando uno se preocupa más de lo que dice que de lo que hace. ¿Y a quién le preocupa la salud del Estado? A saber lo que estarán pescando.
IDEAL (La Cerradura) 7/06/2020

lunes, 17 de febrero de 2020

Dobles y políticos


La política saca lo mejor y lo peor del ser humano. Vista desde fuera, parece un laboratorio en el que un demiurgo –las grandes corporaciones, un consejo de expresidentes mundiales, alguna inteligencia cósmica- moviese los hilos, porque en cuanto las personas se enredan en ella pierden la voluntad, olvidan su origen y la forma de pensar y la capacidad de tomar sus propias decisiones. Los matrimonios se deshacen, se alternan las parejas de hecho y las alianzas, pero hay algo que no cambia: la lógica del poder. Es la única regla válida para explicar lo que pasa. Que en Granada siga Luis Salvador como alcalde con el apoyo del PP, aunque su candidato a las últimas elecciones municipales, Sebastián Pérez, haya dejado la presidencia del partido y la aspiración a alternarse en la alcaldía, pero no su acta de concejal. O en el Gobierno de España, la deriva errática de Pedro Sánchez respecto a Podemos y al PP, a cuyo presidente, Pablo Casado, ha invitado al Palacio de la Moncloa, aunque hubiera dicho antes que con él no iba ni a tomar un café. Pero claro, lo mismo había dicho de Pablo Iglesias, y ahí lo tenemos como vicepresidente del Gobierno, estratega imprescindible para las negociaciones nacionales e internacionales, ya sea con los sindicatos, ERC o la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Cómo dormirán las parejas de Pedro Sánchez o de cualquiera de estos políticos veletas? Me las imagino aterrorizadas por las mañanas, pensando: “¿Cómo se levantará hoy?”; o “¿quién será hoy?” Y es que ya escribió Stevenson que el ser humano no era uno ni dos –con Jekyll y Hyde todavía nos apañábamos-, sino una multiplicidad de seres heterogéneos, por lo que resulta admirable que nuestras sociedades existan, que los diputados y senadores sigan acudiendo al Parlamento, que nos levantemos todos los días para trabajar como si nada. ¿Dedicar todas las fuerzas a la causa propia es lo mismo que hacerlo para el progreso de la comunidad? Escribía Robert Musil que en una colectividad todo camino conduce a un buen fin, si no se reflexiona y titubea demasiado. La meta está puesta a breve distancia, pero asimismo la vida es breve y la felicidad no depende tanto de lo que se desea, sino de lo que se alcanza. También decía que de un conjunto de individuos limitados puede resultar una especie genial. Así que, a pesar de los trastornos multipolares, quizá podamos mantener la esperanza de que la mejor de las personalidades políticas se imponga a las demás.
IDEAL (La Cerradura), 16/02/2020