El
ser granadino se ha transmutado esta semana entre el reino nazarí y Mánchester.
No porque los granadinos hayan viajado a la pérfida Albión, sino porque el
Granada CF ha puesto la ciudad en el mapa futbolístico, que actualmente parece
ser el más importante. “Hablan de nosotros los tabloides británicos!”,
exclamaban los que todavía van al bar. “¡Que por fin me han puesto la vacuna!”
(aunque sea inglesa), decían otros. La gracia estriba en poder ser
internacional sin moverte de casa, y sentado ante el televisor dar una patada a
un balón capaz de recorrer miles de kilómetros en la imaginación de los
aficionados. El resultado es lo de menos. Si ya habíamos saboreado la victoria
cientos de veces antes de que el árbitro pitara el comienzo del partido. Pero
el caso es que el partido empieza. Y en el minuto 10 de la ensoñación aparece
un tipo que, en pelotas (este de verdad), se revuelca por el campo. “Con lo
frío que tiene que estar el césped”, piensa uno. “Y con lo que tiene que picar
en ciertas partes íntimas”, dice otro. “Qué asco. Se está embadurnando con los
gapos que escupen los jugadores”, señala un tercero. “¿Quién habrá dejado
entrar en el estadio a este tío?” Nadie, ésa es la realidad, que siempre suele
colarse por algún sitio, concretamente una lona donde el exhibicionista estuvo
escondido catorce horas para lograr un minuto de gloria. ¿Quién tiene más
pelotas? El Granada, desde luego, que con todo su presupuesto no podría pagar
el sueldo de tres jugadores del Mánchester, ciudad industrial, rica y fea en
comparación. Pero habrá que viajar allí y ganarles, aunque sea con un tipo
desnudo escondido en la maleta. Porque la desnudez, como el fútbol, suspende
durante el lapso que el balón circula por el césped la realidad, y hay quien
aprende geometría y estrategia en la disposición de los jugadores y los cuerpos
en el campo. Los filósofos griegos tenían fijación por la desnudez y las
figuras geométricas. ¿Qué es más importante, lo que se ve o lo que no se ve? La
metafísica del fútbol estaba en la cara de sufrimiento de Bruno Fernandes
cuando se disponía a tirar el penalti sobre la portería de su compatriota Rui
Silva. “Este me lo para”, pensó el jugador del Mánchester. Casi. El balón se le
escurrió entre los dedos al cancerbero antes de entrar en la portería. Pero los
símbolos emergen entre lo que la luz oculta y lo que deja ver. Veremos la
victoria del Granada CF.
IDEAL (La Cerradura), 11/04/2021
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