No
creo que haya una noticia más simbólica sobre la historia de España que la
profanación en Víznar de una fosa de la Guerra Civil. Según informaba Jorge
Pastor en IDEAL esta semana, el motivo fue el robo de una prótesis con dientes
de oro de un ejecutado. Hemos removido tanto la memoria histórica que no hay
ningún respeto por los muertos. A la calavera le han tenido que arrancar la
mandíbula para llevarse unos pedazos de oro, por lo que no se podrá identificar
el cadáver. “No solo acabaron con la vida de otros seres humanos de la manera
más despiadada, sino que ahora, además, nos impiden saber quiénes son”,
denunciaba amargamente la antropóloga Laura Gutiérrez. Eso en una fosa con otras
personas asesinadas con las manos atadas a la espalda, entre ellas un niño, al
que encontraron un lápiz y una goma de borrar. Es un buen tema para que medite
nuestra clase política, empeñada en reescribir el pasado e incluso revivirlo de
una manera pueril. En un país donde todavía hay que desenterrar e identificar a
las víctimas de una guerra y una dictadura recientes, que los partidos –todos
participan- se dediquen a enfangar la vida pública debería ser también un
delito de lesa humanidad. O que se ponga en duda la libertad de expresión
cuando nuestros políticos abusan de ella insultando nuestra inteligencia. Precisamente,
lo que necesitamos es más política y menos comedia. Porque el Palacio de la
Moncloa y el Congreso de los Diputados se parecen ya más a una guardería donde
se requiere la atención a base de gritos y pataletas. “¡Me voy!”, “¡me quedo!”,
clama el presidente de la comunidad de vecinos de “Aquí no hay quien viva”, una
de las series más populares de la televisión española. No se puede sembrar
discordia en un país donde la policía tiene que investigar la profanación de
tumbas de la Guerra Civil y el robo de la dentadura de un esqueleto. Cinco días
dan para leer las “Meditaciones” de Marco Aurelio: “Eres un alma que sostiene
un cadáver”, o “todo es efímero, lo que recuerda y lo recordado”. Entre tantos
asesores, debería de haber al menos uno que les recordara a nuestros
presidentes lo que a los emperadores romanos: “Memento mori”. ¿Acaso te impiden
ser justo, magnánimo, moderado, prudente, libre de juicios repentinos, leal,
reservado, libre? Qué bueno sería tener siempre a un Marco Aurelio cerca.
Aprovechemos el tiempo antes de que nos encontremos en una tumba y algún cabrón
nos robe los dientes.
IDEAL (La Cerradura), 5/05/2024
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