lunes, 13 de mayo de 2024

Turismo insostenible

Pese a los problemas de sequía y las restricciones, en la provincia de Málaga van a seguir llenándose las piscinas. La Junta de Andalucía lo ha justificado por el turismo, que aumentará el consumo de agua. Desde luego, pero quizá nuestras administraciones deberían cuantificar el coste en servicios públicos que supone para nuestras ciudades convertirlas en parques temáticos. El debate sobre las necesidades de los vecinos y la transformación de las urbes parece perdido, pero alguien tendrá que pagar el aumento de los servicios de limpieza o seguridad, por no hablar de la sanidad pública, pues sigue existiendo el turismo sanitario. Que haya un impuesto sobre los establecimientos turísticos resulta inevitable, pero deberían limitarse también las licencias a la hostelería y regular el alquiler de los apartamentos. En ciudades como Granada, los estudiantes no encuentran alojamiento, y ya se escuchan demandas para permitir el alquiler de locales como viviendas, porque en algún sitio habrá que meterlos. Dentro de poco se alquilarán zulos. Porque la vivienda digna es para los turistas, aunque se trate de un derecho constitucional. Y es bastante equívoca la imagen que de nuestras ciudades se llevan los turistas, que piensan que estamos todo el día en la calle porque hay cien bares y restaurantes por kilómetro cuadrado. Quizá no se den cuenta de que los bares se han abierto para ellos y que no hay clientes indígenas, que ya no pisan el centro sino es para trabajar. Los fines de semana la ciudad se deja a las hordas bárbaras, que la ocupan sin escrúpulos para admirase a sí mismos. El patrimonio, la arquitectura y la historia son una excusa para hacerse un selfi. Y no es que eso esté mal, salvo porque las ciudades dejan de ser un lugar agradable para vivir y, como en una alegre distopía, los antiguos habitantes, que las habían mantenido con sus tributos, van huyendo o escondiéndose bajo la superficie, para no encontrase con tanto carpanta. En España, donde ya hay casi dos millones de plazas hoteleras, se abre un nuevo hotel cada tres días, pero al mismo tiempo se habla de crisis inmobiliaria. Un país donde algunos políticos alertan contra la inmigración, pero adonde sólo entre los meses de marzo y abril llegaron dieciséis millones de visitantes extranjeros. Pues si esto es turismo sostenible que venga otro turista y lo vea. A fin de cuentas, son los que mandan. Lo peor es que se margine a los ciudadanos y que haya un doble rasero en la limitación del consumo de agua.

IDEAL (La Cerradura), 12/05/2024

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