Sería bueno que en las carreteras políticas pudieran utilizarse lomos de asno como los que va a poner en algunas calles el Ayuntamiento de Granada. Se trata de badenes para evitar que los conductores hagan carreras temerarias, como al parecer ocurre en algunos barrios. Pero no hay lomos de asno que eviten el suicidio político de Pedro Sánchez y sus socios de gobierno. Los ciudadanos no olvidan, y con sus excusas de padrino compungido el presidente del Gobierno está condenando al PSOE y a la izquierda española. Es un insulto a los votantes decir que no se convocan elecciones porque van a ganar PP y Vox, un argumento de dictadorzuelo salido de la TIA de Mortadelo y Filemón. El convencimiento de no contar actualmente con el respaldo de la mayoría de los españoles debería ser una razón inexcusable para convocar elecciones anticipadas. Si es que uno cree en la democracia y no se imagina como un líder ungido por el favor divino, caso de Franco y ahora de Donald Trump, a los que Sánchez no querrá parecerse. No se puede trasladar la responsabilidad a la oposición para que presente una moción de censura. La exigencia ética mínima exige una convocatoria de elecciones o una cuestión de confianza. Si de verdad se quiere “resetear” la legislatura, como ha dicho Yolanda Díaz, ése es el procedimiento, no hay otra forma de reparar el daño causado por los corruptos, que llega hasta Huétor Vega. Y Díaz lo tiene bastante fácil, casi tanto como pulsar el botón del disco duro para borrar todos los datos, que es lo que le gustaría hacer a más de uno. Lástima que una amnistía no equivalga a una amnesia, pensarán. Ésos son los “lomos de asno” que contempla la Constitución española. En el cuento “Piel de asno”, de Charles Perrault, un rey tenía un asno maravilloso cuyos excrementos eran monedas de oro, que es como entendían al parecer la política José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García. Y si uno escucha sus grabaciones, la manera en la que hablaban de las mujeres, por ejemplo, no es muy difícil hacerse una idea de la altura moral de los personajes. Pero si se entiende el ejercicio del poder político como una guerra, alguien tiene que hacer el trabajo sucio. “No simules lo que no eres, si pasar vergüenza no quieres”, nos dice el cuento de Perrault, donde la princesa debe disfrazarse para huir del rey. Demasiadas pieles de asno para tan malos políticos.
IDEAL (La Cerradura), 22/06/2025
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