lunes, 11 de agosto de 2025

Integración

Si hay un tema que revela nuestras contradicciones es la inmigración. En un mismo día, puedes leer en el periódico la noticia del apaleamiento de un ciudadano de origen senegalés, otra sobre el desembarco de una patera en una playa de Castell de Ferro o de la reapertura de una tienda en Sorvilán gracias a la iniciativa de una joven ecuatoriana. Aquí se revela lo mejor y lo peor del ser humano. Lo peor, ver a un Geyperman dedicándose a placar a personas medio ahogadas en la playa y a retenerlas hasta que llegue la Guardia Civil. O los que se aprovechan de los sin papeles que viven en la calle y tratan de buscarse la vida. Le pagamos poco o nada para que limpien la casa y como se queja le damos una paliza con una barra de hierro y le azuzamos al perro para que lo aterrorice, le muerda o las dos cosas. La localidad alpujarreña de Sorvilán, sin embargo, vuelve a tener una tienda de comestibles gracias a Anggy, una ecuatoriana de 35 años, y a las subvenciones del Ayuntamiento de Sorvilán y de la Diputación de Granada para darle vida a la España vacía. Es un buen ejemplo de cómo las administraciones públicas pueden actuar coordinadamente para fomentar una idea de país. Y para que exista una inmigración ordenada. No es el caso de Anggy, que lleva ya muchos años en España y está casada con un sorvilanero, pero a muchos inmigrantes les encantaría poder repoblar algunas de las aldeas y pueblos que han sido abandonados. Gracias a la inmigración, España ha alcanzado este año los 49,3 millones de habitantes, 650.000 de los cuales son extranjeros recién llegados. Dos de cada diez personas empadronadas en España han nacido en otro país, y como el resto aspiran a trabajar, cotizar a la Seguridad Social, pagar impuestos y beneficiarse de los servicios públicos. Y las administraciones deben facilitar la integración. Lo contrario que ha hecho el Ayuntamiento de Jumilla, en Murcia, que ha prohibido el uso de las instalaciones municipales para la celebración del final del Ramadán a una parte importante de la población, que es musulmana. Aunque en España exista la libertad religiosa y de culto. La integración pasa por la solidaridad y la educación. Al tipo que retuvo a un inmigrante en Castell de Ferro clavándole una rodilla en la espalda para inmovilizarlo sobre el suelo, le vendría bien pasar unos días encerrado en el CATE de Motril. Quizá, rodeado de inmigrantes, aprendiera a valorar los derechos humanos.

IDEAL (La Cerradura), 10/08/2025

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