domingo, 19 de junio de 2016

Partidos

La celebración de la Eurocopa de fútbol, además de goles y partidos de las grandes selecciones, nos está mostrando que el peligro al que se enfrenta Europa es la violencia, independientemente de dónde provenga. Aunque la amenaza yihadista sea un hecho, los ultras de países como Rusia, Eslovaquia, Gales o Inglaterra, nos recuerdan que la serpiente la tenemos dentro del continente, dispuesta a ocupar cada vez más espacio mediático y político, y que aprovecha para ese fin la celebración de este evento deportivo. Porque Europa se tambalea ahora mismo, y de eso son conscientes los extremistas. Sin más identidad que la que marca el capital financiero, la actuación de las autoridades de la UE ante la crisis de los refugiados y el pavor a la salida de Reino Unido, nos muestran a una diosa vacilante, a un delantero patoso como Julio Salinas, que aunque se hacía un lío con las piernas, a veces era capaz de meter un gol. No sé si esa es la Europa a la que se refiere el nuevo dueño del Granada Club de Fútbol, Jiang Lizhang, que augura al equipo un futuro de éxitos deportivos. Los hinchas lo ven como una especie de rey Midas, que traerá fichajes rutilantes para avanzar en las competiciones deportivas, pero él, como empresario, sólo ve una oportunidad de negocio, que es en lo que consiste actualmente el mundo del fútbol. La prensa rosa del balón se llena estos días de grandes cifras y grandes nombres, pero con lo que cuestan un par de fichajes de clubes como el Madrid o el Barcelona, se podrían costear muchos servicios públicos, y no digamos con el sueldo de algunas estrellas que, fuera de los campos de fútbol, revelan casi un encefalograma plano. “Mi papá, mi papá”, balbucean. Y el papá club les sube el sueldo y asume las obligaciones con Hacienda. Y todo para que durante noventa minutos nos podamos olvidar de nuestros problemas con el espectáculo de ver a esos tipos hechos y derechos corriendo en calzoncillos tras una pelota. Pero, en fin, peor es el espectáculo de la campaña electoral, que hay quien la plantea también como si fuera una estrella que se postula al mejor postor. Porque lo de Pablo Iglesias es como lo de Figo, que se fue del Barcelona al Real Madrid. Él es comunista, progresista, unionista, socialista o zapaterista, lo que haga falta, como una especie de Rasputín, dispuesto a hacer el gran truco de magia de la política española. Su más potente mensaje electoral es: ¡Abracadabra!

IDEAL (La Cerradura), 19/06/2016

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