domingo, 26 de febrero de 2017

Casino Royale

Escribía Ambrose Bierce que el juego es un pasatiempo en que el placer se debe fundamentalmente a la contemplación de las pérdidas ajenas, y es también la concepción que tienen algunos del interés público, pues confunden la cultura con el turismo, la economía con la especulación. ¿No tiene Granada más alicientes que la creación de un casino para incrementar las pernoctaciones de turistas en la ciudad? Pues así lo creen los empresarios hosteleros y la Junta de Andalucía, que pretende autorizar la construcción de uno en el centro de la ciudad –convertida ya en una feria permanente de la tapa- o en el área metropolitana, para ponerlo al lado tal vez del ese bodrio asfixiante y alienante que es el Nevada Shopping. Y así fomentamos lo que hoy se entiende por ocio: pasar el tiempo libre malgastando el dinero que tanto nos ha costado ganar en las horas de trabajo, que es la mayor alegría que está dispuesta a concedernos esta sociedad. ¿Se puede tener menos imaginación? ¿De las despedidas de soltero y el botellódromo vamos a pasar a la ruleta rusa? Es verdad que Granada tiene en común con Las Vegas la afición de algunos mafiosos a lucrarse con el mercado inmobiliario, y quizá a la consejera de Hacienda y Administración de la Junta, María Jesús Montero, le parezca bien un casino desde la perspectiva recaudatoria (desde luego, es mejor gravar el juego que las sucesiones y donaciones), pero esta iniciativa no deja de ser preocupante por lo que revela: la idea que tienen nuestros empresarios y políticos del desarrollo económico de una ciudad cuyos dos pilares son el patrimonio histórico y la universidad. Y eso en un momento en que se trata de dar contenido al proyecto “Granada 2031” para la capitalidad de la cultura europea, que puede identificarse con los juegos de azar y el botellón institucionalizado. Pero es que lo de los casinos tiene mucha tradición en Andalucía, aunque eran los años en que los frecuentaban amos y caciques, algo que creíamos que había pasado a la historia. O tal vez no. Pues también hay quien confunde la cultura con el caciquismo, y las carreras artísticas con las carreras políticas. ¿A quién puede molestarle que nombren a Pablo Heras Casado como nuevo director del Festival Internacional de Música y Danza? Granada suele exportar talento, y deberíamos preguntarnos por qué esos talentos, para desarrollarse, tienen que salir de aquí. Tal vez sea porque confundimos la cultura con el mamoneo y los museos con los casinos.

IDEAL (La Cerradura), 26/02/2017

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