Mientras
los profesores o los estudiantes universitarios se las ven (y se las desean)
con la ANECA o el mercado de trabajo para justificar cada uno de los méritos de
su currículo, toda una presidenta de la Comunidad de Madrid destruye su carrera
política por añadir torticeramente un título al suyo. Pero es que en España
siempre ha habido mucha “titulitis”, y demasiados políticos se empeñan en
mostrarnos una y otra vez su complejo de idiotas. Y hay quien no tiene
complejos y cree que debe recibir los títulos por la cara, aunque eso te
inhabilite –antes que la justicia, a la todavía presidenta de la Comunidad de
Madrid debería inhabilitarla su propio partido- para dirigir siquiera la
república de tu casa. Nada extraño, sin embargo, en un país en el que abundan
los grandes de España, y en el que otorgar noblezas ha sido algo tan común como
esquilmar el erario, como todavía podrían explicarnos los nietos de Franco o
todos los empresarios que viven igual de bien ahora en la democracia como lo
hacían antes en la dictadura. Parece ser la esencia de la cultura española
obtener cargos y premios no por el propio mérito, sino por la falta de dignidad
personal. Luego están los que de verdad estudian, esos graduados universitarios
que terminan trabajando en países que no tienen un sistema educativo –a pesar
de universidades como la Rey Juan Carlos y el PP madrileño- comparable al
español, pero sí mayor demanda de empleo en el mercado de trabajo. Porque el
mercado laboral español se ha flexibilizado tanto que sólo hay empleos basura,
y los derechos de los trabajadores han retrocedido hasta la época industrial.
Pero esta semana hemos visto al artífice de esta reforma, Mariano Rajoy,
reuniéndose con las representantes de “las Kellys” (así las llama la prensa sin
sonrojarse), como denominan a las limpiadoras que trabajan en los hoteles por
un salario medio de dos euros la hora. ¿Será el presidente del Gobierno máster
en hipocresía? ¿Lo serán también los empresarios hosteleros que en ciudades
como Granada subcontratan a estas esclavas actuales a través de empresas de
trabajo temporal? Y es sólo un ejemplo de cómo se ha afrontando en España la
crisis económica. Se explota laboralmente a los trabajadores, pero se presume
del turismo como de la gran industria nacional. Hay otros ejemplos, como la
venta de Endesa a fondos de inversión de Goldman Sachs. Pero bienvenidos sean
los inversores extranjeros. Aquí regalamos títulos, recursos y hasta personas
por la cara.
IDEAL (La
Cerradura), 8/04/2018
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