Mi hijo se ha llevado un chasco al saber que el Gobierno no le va a
dar a él 400 euros cuando cumpla 18 años. “Es una medida que va en la ley de
presupuestos de 2022”, le digo con el tono grave de la cruda realidad, “por lo
que se los darán a los que los cumplan el año que viene. Pero lo mismo sí te
puedes beneficiar de la ayuda de 250 de alquiler para los que quieren
independizarse”, le dejo caer. “Ja, ja”, se ríe irónicamente, por lo que
deduzco que a él le hacía ilusión tener pasta para libros y pelis, pero no
tanto irse de casa. Está bien que, a falta de tradición cultural y democrática,
Pedro Sánchez quiera volvernos europeos a golpe de talón. O quizá vikingos, pues
en los países nórdicos te dan ayudas y un piso cuando alcanzas la mayoría de
edad. ¡E incluso te dan trabajo!, que es un detalle importante para poder
ganarse la vida. Porque entre la renta básica y ayudas varias, hay quien cree
que ya no va a tener que dar nunca un palo al agua. ¡Qué suerte tienen los que
cumplan 18 años en el 2022! De la generación Ni-ni (ni estudia ni trabaja) vamos
a pasar a la generación Pa-pa (paga papá Estado). Todo lo que sea ayudar a los jóvenes
es positivo, pero quizá también habría que preocuparse por desarrollar
proyectos a largo plazo, como transformar un mercado que ahora sólo les ofrece
trabajos eventuales, sueldos irrisorios y muy pocas perspectivas en un país que
sigue sin invertir lo suficiente en ciencia y conocimiento, desarrollo
industrial y tecnológico, y cuyo mayor incentivo para el capital extranjero
siguen siendo la especulación inmobiliaria y el turismo. De los 458.970
millones de euros de gasto público presupuestados para el año 2022, el 53% irá
para las pensiones, las prestaciones por desempleo, el sueldo de los
funcionarios y los pagos en intereses de la deuda. ¿Y el futuro? Políticos y
partidos deberían trabajar por un modelo de país, independientemente de quién
gane las elecciones. En cuestiones básicas como sanidad, educación y derechos
sociales, y también sobre la organización territorial y economía, debería haber
un pacto de Estado. No es ninguna quimera, pues este país ya hizo ese pacto en
la transición democrática, que hay que renovar. Lamentablemente, en España no
solemos poner en valor lo que hacemos bien, algo de lo que sí están deseosos
esos jóvenes. Mientras no se haga, esos 400 euros serán como los 400 golpes.
IDEAL (La Cerradura), 10/10/2021
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