La preocupación por la salud y el cambio climático genera debates
dialécticos. “Bicicleta, esto es una acera”, leo en el camino de las Vacas.
“Vete a la carretera”, concluye el mensaje, escrito en el suelo con pintura
negra. “¿Esto no es un carril bici?”, ha escrito otro justo después con pintura
roja, a quien imagino pedaleando furiosamente. Al menos se resisten al chuletón
al punto. No como el presidente Sánchez que, para mediar entre el ministro de
Consumo, Alberto Garzón, y el de Agricultura, Luis Planas, no se ha decantado
por uno ni otro, sino por la carne. Es comprensible, aunque Garzón haya pedido
reducir su consumo para frenar el cambio climático. ¿No habría que reducir
también la producción masiva de corporaciones y países, las emisiones de
dióxido de carbono, los mensajes tóxicos que emiten algunos políticos como si
fueran volcanes? La lava del de la Palma va a ampliar el territorio español, que
seguramente esté presto a defender Santiago Abascal, quien tiene pinta de comer
muchas proteínas. Y es que en esto no se ponen de acuerdo científicos y
médicos. Los huevos son excelentes. O no. Una copa de vino al día es muy buena
para la salud. O no. Las grasas son malas para el organismo. O no. Porque la
mayor parte del cerebro humano está formado por materia grasa, por lo que
habría que comer jamón con su tocino. ¿Quién puede renunciar en España al jamón
serrano? Este podría ser un buen lema para unir a los partidos. Incluso a las
comunidades autónomas, si lo comemos con “pan tumaca” y un poco de butifarra,
como hacía Jordi Pujol. También el deporte puede ser bueno o malo para la salud
según como se practique, y fuera de las guerras entre ciclistas y andarines en
la Vega de Granada hay un espacio personal que se encuentra entre el placer y
el esfuerzo, aunque haya quien altere el orden y corre diez kilómetros para
luego tomarse unas cervezas con sus tapas variadas sin cargo de conciencia. La
carne y el ejercicio siempre han formado un círculo vicioso. Cuanto más
ejercicio, más hambre y, dependiendo del ejercicio, más bocas que alimentar. Yo
no lo tengo claro, salvo porque cada uno es hijo de su tiempo y es muy difícil
cambiar los hábitos con los que te has educado. Pero, para cambios, los
climáticos. Dicen que los volcanes acabaron con los dinosaurios, para los que
los seres humanos no seríamos más que un aperitivo. ¿Nuestro mundo se acaba?
Carpe diem.
IDEAL
(La Cerradura), 4/10/2021
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