lunes, 13 de junio de 2022

Rentas

Pues resulta que después de tanta tralla mediática, la AEAT sólo ha reprochado al rey emérito el impago del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones por el regalo de tres escopetas de caza. Valían más de 100.000 euros, eso sí, pero como la cuota ascendía a poco más de 30.000, no hay delito fiscal, sino “sólo” una sanción tributaria. Peccata minuta para don Juan Carlos, que se ve que tiene amigos hasta en el infierno. Aunque, éste en concreto, Álvaro de Orleans-Borbón, al parecer es su primo (y su testaferro, y su hombre de paja...), y reside en Mónaco. Pero el empresario mejicano Allen Sanginés-Krause le dio al emérito 900.000 euros, y la fundación Zagatka, también fundada por Álvaro de Orleans, hombre desprendido donde los haya, le pagó vuelos y viajes por valor de 4.416.757,46 euros. ¡Qué alegría! Todo ha sido regularizado ante los funcionarios de la AEAT, donde quizá haya alguien preocupado por la declaración que usted ha hecho este año, sudando la gota gorda y contando cada céntimo, pues es una operación tan delicada como desactivar una bomba, en este caso la bomba fiscal, que se van pasando nuestros políticos de mano en mano antes de que explote como una nueva reforma del sistema tributario. ¿Pagarán por fin las rentas más altas sin que ningún hacendado se rasgue las vestiduras? El principio de capacidad económica debe de estar en la Constitución para algo, pero aquí en España se lleva más contribuir según la cara dura, que suele tener la forma de sociedad anónima con domicilio en un paraíso fiscal. ¡Oh, madre Hacienda, líbranos de los territorios “offshore”! Si así fuera, lo mismo desaparecerían las clases nobiliarias y empresariales occidentales y todo sería clase media, para variar. Sin embargo, como ilustra el libro blanco para la reforma tributaria, las desigualdades en el reparto de riqueza han aumentado en nuestro país, con un empobrecimiento de la renta neta de los hogares. Es decir, que los ricos son más ricos y los pobres aún más pobres, nada que no ocurriera antes. Sólo los que tienen dinero lo desprecian o lo confunden con los malos sentimientos. En fin, que estamos en plena campaña de la renta y contribuimos con alegría, casi tanta como mostró el rey emérito en su reciente visita a España. Quién nos iba a decir que la monarquía española quedaría reducida a una declaración del IRPF. Anoche, entre películas Marvel y tragedias futbolísticas, visualicé la muerte del capitán AEAT. Eso sí que sería una hecatombe para la Hacienda pública.

IDEAL (La Cerradura), 12/06/2022

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