Mientras hacen contratos millonarios a los futbolistas europeos,
los saudíes bombardean y mutilan a los emigrantes que llegan a sus fronteras.
La tolerancia con este país que produce petróleo al mismo ritmo que vulnera los
derechos humanos, debería causar náuseas en Occidente. Pero no, su liga de
fútbol atrae a los espectadores que han caído en la misma trampa que los
jugadores-mercenarios que han acudido corriendo a aquel país porque no tienen
otra conciencia que el dinero. Lo mismo podemos decir de los gobiernos de los
países democráticos que cuidan las relaciones con una dictadura retrógrada que
controla el mercado del petróleo y que es el principal cliente de la industria
armamentística española. Se critica a Putin, que se ha cargado al último
traidor, pero no al príncipe heredero Mohamed bin Salmán, que ordenó el
asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi. Los saudíes
invierten en fútbol, golf, tenis y fórmula 1, que hacen las veces del Coliseo
romano antes de la caída del imperio. Quieren organizar la Copa del Mundo de
2034, y allí acudirán también las selecciones de fútbol, representadas por
personajes como Luis Rubiales, que aún no entiende por qué tiene que dimitir, total,
si sólo se tocaba los cojones y trataba a las mujeres como objetos en público y
en privado. La corrupción en el deporte es un síntoma de la corrupción
empresarial y política. Es la doble moral de la que hacen gala los saudíes, que
no se quitan de la boca la palabra de Dios mientras pisotean lo que predican, lo
cual no debería importarnos en un mundo que dejó de ser medieval, pero sí que
se vulneren los derechos humanos. Sin embargo, nuestros políticos, como
nuestros futbolistas, se comportan como vasallos. Y eso sí debería preocuparnos.
Porque están humillándose en nuestro nombre ante sátrapas que no deberían tener
ningún espacio en nuestras instituciones políticas o deportivas, en nuestros
medios de comunicación, en nuestras empresas, ni siquiera como patrocinadores.
Ese dinero está manchado por la sangre de las mujeres y niños que son
tiroteados en las fronteras de la opulenta y autoritaria Arabia Saudí, y de las
propias mujeres saudíes, que viven sometidas dentro de su país y no pueden
protestar como aquí cuando se vulneran su intimidad y sus derechos, por que no
los tienen. Sin embargo, lo que nos preocupa es quién va a ser el próximo títere
que acompañará a jugar en el desierto a Benzema y Cristiano Ronaldo. Que se los
traguen las arenas del nuevo circo mundial.
IDEAL (La Cerradura), 27/08/2023
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