lunes, 12 de mayo de 2014

Europa



Según los sondeos, el porcentaje de abstención en las elecciones del 25 de mayo superará el cincuenta por ciento. Es decir, que ni la mitad de los ciudadanos españoles se molestarán en ir a votar. Probablemente, porque Europa les queda lejos, sobre todo viviendo en un país con unas cifras de paro propias del tercer mundo. Pero el gobierno español está contento. No deben estarlo, sin embargo, los dos grandes partidos políticos de España, PP y PSOE, que según las encuestas no alcanzarán individualmente ni el veinticinco por ciento de los votos. ¿Éste es el famoso bipartidismo? Si más de la mitad de la población no acude a votar, esas elecciones deberían ser nulas, ya sean para la instituciones españolas o europeas. Paradójicamente, nuestra ley electoral no exige un porcentaje mínimo de participación para considerar válidas unas elecciones. Y por eso están tan tranquilos nuestros políticos, pues, pase lo que pase, lo normal es que los cabezas de lista tengan el sueldo asegurado. En la propaganda electoral, se destaca que el futuro de Europa está en nuestras manos. Pero luego, a la hora de la verdad, los ciudadanos vemos que el futuro está en manos de los hombres de negro, que le tiran de las orejas al optimista gobierno español por decir que va a bajar los impuestos. “No, ustedes tienen que seguir apretándose el cinturón al menos dos años más”. Y entonces, ¿para qué vamos a votar? Si nuestros políticos, independientemente de quién gobierne, no toman ninguna decisión trascendente en España, ¿van a tomarla en Europa? Es lo que piensan esos millones de españoles que el próximo 25 de mayo dedicarán su tiempo a otras cosas. ¿Y quién puede reprochárselo? A la postre, populares y socialistas van a seguir las mismas directrices y, según nos dicen los analistas, lo próximo que veremos en España será, de hecho, un gobierno de coalición. Porque PP y PSOE se dirán de todo dentro y fuera del Congreso, pero luego no llegan a las manos, aun acusándose de llevar “una puta vida”, que, vista desde fuera, parece más bien una vida a tutiplén. Magdalena Álvarez, por ejemplo, se enfrenta ahora al gran dilema de renunciar a los 23.000 euros mensuales que recibe del Banco Europeo de Inversiones. ¿Por eso no presentan nunca su dimisión los políticos españoles? Así, los ciudadanos no creen en la vocación de servicio público de sus representantes, que, al parecer, trabajan por dinero y por el propio amor. Lo raro es que alguien los vote.
IDEAL (La Cerradura), 11/05/2014

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