Según
los sondeos, el porcentaje de abstención en las elecciones del 25 de mayo
superará el cincuenta por ciento. Es decir, que ni la mitad de los ciudadanos
españoles se molestarán en ir a votar. Probablemente, porque Europa les queda
lejos, sobre todo viviendo en un país con unas cifras de paro propias del
tercer mundo. Pero el gobierno español está contento. No deben estarlo, sin
embargo, los dos grandes partidos políticos de España, PP y PSOE, que según las
encuestas no alcanzarán individualmente ni el veinticinco por ciento de los
votos. ¿Éste es el famoso bipartidismo? Si más de la mitad de la población no
acude a votar, esas elecciones deberían ser nulas, ya sean para la
instituciones españolas o europeas. Paradójicamente, nuestra ley electoral no
exige un porcentaje mínimo de participación para considerar válidas unas
elecciones. Y por eso están tan tranquilos nuestros políticos, pues, pase lo
que pase, lo normal es que los cabezas de lista tengan el sueldo asegurado. En
la propaganda electoral, se destaca que el futuro de Europa está en nuestras
manos. Pero luego, a la hora de la verdad, los ciudadanos vemos que el futuro
está en manos de los hombres de negro, que le tiran de las orejas al optimista
gobierno español por decir que va a bajar los impuestos. “No, ustedes tienen
que seguir apretándose el cinturón al menos dos años más”. Y entonces, ¿para
qué vamos a votar? Si nuestros políticos, independientemente de quién gobierne,
no toman ninguna decisión trascendente en España, ¿van a tomarla en Europa? Es
lo que piensan esos millones de españoles que el próximo 25 de mayo dedicarán
su tiempo a otras cosas. ¿Y quién puede reprochárselo? A la postre, populares y
socialistas van a seguir las mismas directrices y, según nos dicen los
analistas, lo próximo que veremos en España será, de hecho, un gobierno de
coalición. Porque PP y PSOE se dirán de todo dentro y fuera del Congreso, pero
luego no llegan a las manos, aun acusándose de llevar “una puta vida”, que,
vista desde fuera, parece más bien una vida a tutiplén. Magdalena Álvarez, por
ejemplo, se enfrenta ahora al gran dilema de renunciar a los 23.000 euros mensuales
que recibe del Banco Europeo de Inversiones. ¿Por eso no presentan nunca su
dimisión los políticos españoles? Así, los ciudadanos no creen en la vocación
de servicio público de sus representantes, que, al parecer, trabajan por dinero
y por el propio amor. Lo raro es que alguien los vote.
IDEAL
(La Cerradura), 11/05/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario