Las
diferencias en la manera de entender la responsabilidad pública en España y en
Europa se manifiestan en el nombramiento como comisario europeo del exministro
español Arias Cañete, pospuesto hasta una nueva votación en las Comisiones de
Medio Ambiente e Industria la semana que viene. Las razones son los últimos
cambios que ha realizado el candidato en su declaración de bienes, que deben
estudiar de nuevo los servicios jurídicos de la Comisión. “Coño, Cañete”, le
habrán dicho, “¿se había usted olvidado de que cobraba sobresueldos de su
partido y de su condición de accionista de algunas empresas petroleras?” Pero
claro, es lo que solemos hacer en España, donde compartir intereses políticos y
privados es legal (¿y ético?), por lo que creemos que podemos hacerlo también
en Europa, donde no tenemos que disimular nuestra capacidad intelectual. Y, por
lo visto, tampoco la disimulaban en Bankia, donde los consejeros que
representaban a la mayoría de los partidos políticos, a los sindicatos y a la
patronal se gastaban lo que no tenían. Qué gran retrato de España. Pero como se
trataba de una Caja de Ahorros y de un gran chollo para malgastar el dinero de
los españoles… Como era la práctica habitual… Como era una tarjeta para mis gastos
por ser un puesto de especial responsabilidad… Como lo hacía todo el mundo…
Pues ese es precisamente el problema, y que podamos imaginarnos ahora las cadenas
de favores tenidas en cuenta para decidir quién sería el consejero regalado de
cada organización política, empresarial o sindical. Y ésa es también la razón
por la que nuestros representantes inspiran tan poca confianza fuera de este
cortijo nacional, autonómico o local, según los casos. Y no que, como ha dicho
el ministro de Asuntos Exteriores García-Margallo, “parece que el que se dedica
a la política no puede trabajar en otra cosa y tiene que ser pobre de
solemnidad”. No, perdone, la cuestión es a lo que parece que se dedican
nuestros políticos, que no son precisamente pobres de solemnidad. Y dadas las
circunstancias, quizá no sea lo mejor que la oposición haga piña para que salga
el candidato español. O sí, para que don Miguel pueda ejercer su gran capacidad
intelectual con la doña europea, Ángela Merkel, y que deje de apretarle los
huevos a él y a toda España. Menudo esperpento. Menos mal que, cuando iba por
la Avenida de la Constitución pensando en estas cosas, me han ofrecido un
abrazo gratis (www.abrazosgratis.org). Qué faltica nos hacía a mí y a la Constitución
española.
IDEAL
(La Cerradura), 5/10/1014
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