Si
somos como hablamos, el infantilismo de la sociedad actual se ha visto muy bien
reflejado en la nueva edición del DRAE. Esta semana hemos escuchado a muchos
periodistas recitar los nuevos términos: chupi, bótox, identikit, affaire,
frikis, hackers, birra… como si aún no hubieran salido de la edad del pavo. Y
las pronunciaban con esa sonrisilla entre inocente y temerosa, como si acabasen
de decir un taco. El lenguaje conforma nuestro pensamiento, y al parecer éste
va contrayéndose al ritmo de las abreviaturas que utilizamos para enviar un
mensaje o escribir un tuit, término que también incluye el nuevo diccionario,
aunque el verbo tuitear continúe siendo ridículo para un hispanohablante dentro
de cien años. Lo que más me admira es la alegría con que sumamos los nuevos
vocablos, como si se expandiese nuestro pensamiento. La verdad es que nos
estamos quedando sin palabras para valorar lo que está ocurriendo en España, y
quizá los miembros de la Academia podrían hacer también un diccionario de
corruptos y corruptelas, que en nuestro país abarcaría casi todos los ámbitos,
desde la A a la Z. Pero no les daría tiempo. Lo que más me gusta son los cambios
en las acepciones de algunas palabras, como democracia. Porque antes la
democracia era: “1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo
en el gobierno. 2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un
Estado”. Pero ahora, visto lo visto, es: “1. f. Forma de gobierno en la que el
poder político es ejercido por los ciudadanos. 2. f. País que tiene esta forma
de gobierno. 3. f. Doctrina política según la cual la soberanía reside en el
pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes. 4. f.
Forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuales, con
independencia de etnias, sexos, credos religiosos, etc. Vivir en democracia. U.
t. en sent. fig.”. Ja, ja, ja. Ni con cuatro intentos hemos logrado definir tamaño
tinglado, ya sea en sentido real o figurado. Particularmente, a mí me inspira
el DRAE, pues, cuando cojo la edición en papel, siento que tengo el mundo en
mis manos. Pero confieso que también me inspira el telediario. Sin ir más
lejos, viendo ayer la sesión de control al Gobierno, se me ocurrió esta
definición de Parlamento: “Junta general de accionistas del capital dominante
democráticamente constituida por la ceguera reinante. De ahí el conocido
principio del Derecho en el que se sustenta la soberanía popular: ojos que no
ven, corazón que no siente”. Feliz lenguaje.
IDEAL
(La Cerradura, 19/10/2014)
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