domingo, 5 de julio de 2015

Buenos y malos

En verano el calor nos obliga a relajarnos, y podemos caer en la tentación de creer que la realidad política es lenta y soporífera, un juego de buenos y malos. Según donde miremos, los medios de comunicación nos presentan a Alexis Tsipras como un héroe o un villano, aunque más bien parece un cínico que lidia con los acreedores y el pueblo griego como si fueran piezas de ajedrez, o tal vez los personajes de Juego de Tronos. ¿Votamos sí para permanecer en la Unión Europea? ¿Votamos no para salirnos del euro? “Se trata de votar no para permanecer en el euro”, explica Tsipras, que pretende trasladar a los ciudadanos esa forma confusa que tienen de ver la realidad algunos políticos, diciendo y haciendo lo contrario de lo que se piensa, o pensando lo contrario de lo que se hace, o haciendo en función de lo que hace o dice el contrario o de lo que creemos que piensa, aunque nosotros no tengamos nada claro lo que pensamos, porque todo lo hacemos “en función de” o “según qué”. Y es una lástima que esta gente se dedique a la política. Sería mejor que se pasaran toda la vida analizando Juego de Tronos y jugando en la consola al Estratego, pero sin jorobar a la gente. A esos pensionistas que tienen que mendigar su pensión o a los padres que temen que mañana no puedan alimentar a sus hijos. Porque lo que nos duele es el bolsillo, como sabe muy bien Mariano Rajoy, que ha inaugurado la campaña electoral adelantando seis meses la rebaja de tipos del IRPF. El presidente del Gobierno está convencido de que la política es un sinónimo de economía, y que el ciudadano sólo la entiende cuando realiza la declaración de la renta. Y no es que sea una mala manera de entender la gestión pública, pero se olvida de otros componentes como las ideas, que aún llevan a la gente a votar. Más bien parece que confía en que nos olvidemos de “ese señor” que se llama Luis Bárcenas y que asegura que el propio presidente recibió donativos de empresarios especialmente interesados en su gestión. Pero esto es algo más que un juego entre buenos y malos. Alemania parece haber olvidado también la generosidad con la que se le perdonaron sus deudas en el siglo XX y que permitió construir la actual Europa. De nada sirven las instituciones y las políticas si no persiguen el bienestar de los ciudadanos españoles, alemanes o griegos.

IDEAL (La Cerradura), 5/07/2015

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