domingo, 9 de agosto de 2015

Tranquilidad

El soñado descanso vacacional tiene su aliciente en las fiestas populares que se celebran por estas fechas, sin excepción, en todos los pueblos de España. Da igual si se trata de una localidad del campo o de la costa, en cualquiera podrás encontrar una orquesta que amenizará el ambiente con los sempiternos pasodobles hasta las seis de la mañana. Se ve que la gente no necesita dormir en verano, pues acude a esas parrandas con un entusiasmo galopante, como el dolor de cabeza que durante toda la noche acompañará al infeliz que decida quedarse en casa. En este país somos expertos en declarar la felicidad por decreto, aunque ésta sea tan discutible como los gustos del alcalde o alcaldesa de turno y de los vecinos, claro está, deseos de que haya un ruidoso escenario para poder bailar en la plaza del pueblo. Si la plaza es tan pequeña que apenas caben el escenario, el grupo musical y unos cuantos incautos, no importa, también hay que poner una barra para tomar unas cervezas. El resultado es una banda municipal que te va incrustando los distintos instrumentos en la barriga, un rockero que te grita en la oreja y que tú vayas bañándote con las sucesivas consumiciones que el público te derrama encima, mientras el concejal de cultura da por inauguradas las fiestas y un niño te dispara con una pistola de bolas ganada en la tómbola, que también la hay. Pero no hacen una única celebración en el pueblo, no. Cada fin de semana celebra sus fiestas uno de los barrios, lo que significa que, en una localidad que normalmente no tiene más de dos mil quinientos habitantes, en un mes haya al menos doce días con música, procesiones y, por supuesto, los irrenunciables cohetes, que empiezan a explotar a las siete de la mañana para que la gente se despierte contenta y siguen explotando sucesivamente hasta las doce de la noche, tirados de dos en dos o de tres en tres, contaminando el aire puro de pólvora y ensordeciendo a nativos y veraneantes. Porque se ve que no hay otra cosa que hacer, y a los ayuntamientos les sobra el dinero para celebrar las fiestas una, dos, tres y hasta cuatro veces, pues cada barrio y cada asociación de vecinos tiene que tener su propia fiesta. De Agrón a Zújar, en la provincia de Granada hay 172 municipios. Pero aunque usted se empeñe en recorrerlos todos durante el mes de agosto, no podrá escapar de las fiestas ni de sí mismo.

IDEAL (La Cerradura), 9/08/2015

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