Cuando
observo la pobreza de algunas iniciativas culturales, recuerdo las palabras de Alberti:
“¿Tantas cosas han muerto, que no hay más que museos?” El último que yo he
visitado se encuentra en Ugíjar, y lleva por nombre Centro de Patrimonio
Cultural de la Alpujarra. Además de una sala de exposiciones, en la primera
planta se explican con textos para escolares las actividades textiles,
agrícolas y ganaderas de la comarca, y dispone para ilustrarlo de los
utensilios y aperos de labranza que hay en cualquier casa de la zona, además de
un telar y una destilería, cedidos por la familia Jiménez Tovar. Lo mejor del
museo son los poemas manuscritos de Antonio Carvajal, Rafael Guillén, José
Ladrón de Guevara o Enrique Morón, que contrastan con la vistosa placa que hay
en la puerta y que recuerda la inauguración del Museo Provincial por el
expresidente de la Diputación Sebastián Pérez. Para eso la Administración
adquirió una de las casas históricas de Ugíjar, conocida como la Ciudad de las
Torres, de la que lo único que se ha respetado es la planta, pues se ha sustituido
por un edificio moderno y rupturista, entre otras cosas porque para levantarlo
se ha destruido parte de la historia de la localidad. Pero esa es la manera que
tienen las instituciones de fomentar la cultura, y esta semana hemos vuelto a
comprobarlo con la inauguración del Centro Lorca, que no alberga el legado de
Federico ni se le espera próximamente, entre otras cosas porque esas mismas
instituciones han expulsado a la Fundación que gestiona su legado, tras la
lamentable dirección de las obras por su secretario. ¿Se puede ser más inepto?
Pues se puede. La programación cultural del llamado Centro Lorca no necesita
para su realización de ningún centro, pues para la celebración de conciertos y
exposiciones la ciudad cuenta ya con otros lugares que no llevan el nombre del
poeta. Pero se ve que aquí sólo importan los nombres, ya sea el del poeta o el
de los “responsables” públicos que ejecutan obras con un ombliguismo digno de
estudio si no fuera porque lo satisfacen con el dinero público. Pero da igual,
porque la responsabilidad patrimonial de la Administración no afecta a quienes
la gestionan. Pues esto debería cambiar, ya que para algunos la eficiencia es
sinónimo de despilfarro. Y deberían responder personalmente de esas facturas.
Empezando por la de la comida en el Palacio de los Córdova con la que se ha
celebrado la inauguración de un centro donde Federico García Lorca brilla por
su ausencia.
IDEAL
(La Cerradura), 2/08/2015
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