Esta
semana han detenido a varios jóvenes por apalear a un indigente en Granada.
Marcos, sevillano de 36 años, explicaba que estaba escuchando un programa de
rock en la radio cuando un grupo de adolescentes le pidió que cambiara la
música y pusiera “reggaeton”. Al negarse, empezaron a pegarle. Al margen del
mal gusto musical de los agresores, uno se asombra de la violencia de la
respuesta, y también del tratamiento de la noticia en algunos medios, que daban
a entender que la agresión se había producido en un barrio marginal, como si la
Chana lo fuera, y la pandilla una especie de bárbaros de “la zona norte”. La realidad es que este tipo de agresiones
empiezan a ser comunes en las ciudades españolas contra indigentes,
homosexuales o transeúntes, y lo mismo se producen en las afueras que en las
calles del centro. Y no resulta nada raro si uno atiende a los comentarios de
algunas personas en las ediciones digitales de los medios o en las redes
sociales, que culpaban a Marcos de vivir en la calle o de defenderse con una
pistola, que ha resultado ser de agua. ¿Quiénes son los bárbaros? También
sorprende que Marcos diga que prefiere vivir en la calle, algo incompatible con
recibir notificaciones por parte de las Administraciones públicas, aunque sólo
sea para informarle del resultado de su denuncia. Sin embargo, los vecinos de
la Chana se han manifestado junto a Marcos, porque lo consideran un ciudadano
del barrio. Y todo ello en un contexto internacional donde dos millones de
personas que huyen de las guerras en sus países –Siria, Irak, Afganistán-
esperan su oportunidad para entrar en Europa. Mientras en Granada hay quien
pide que se apliquen las ordenanzas municipales para echar a los indigentes de
las calles, los dirigentes europeos discuten las cuotas de inmigrantes que
acogerá cada país. “Métanlos en los albergues sociales”, dicen en las ciudades.
“Métanlos en campos de refugiados”, dicen en los países. Curiosamente, de la
insatisfacción de los jóvenes europeos que han nacido en las sociedades del
bienestar se alimentan tanto los partidos neonazis como las células yihadistas.
Y tal vez esto debería darnos que pensar. Vivimos en un país donde, sólo en el
mes de agosto, han muerto siete personas por asta de toro en las fiestas de los
pueblos. ¿Se trata de un nuevo paradigma de la cultura y la civilización? Quizá
sería bueno que, como Marcos, llevásemos para defendernos pistolas de agua.
Porque España parece un país de bárbaros.
IDEAL
(La Cerradura), 30/08/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario