domingo, 17 de abril de 2016

Corruptos

Al parecer, el Ayuntamiento de Granada está gobernado corruptos –uno, dos, algunos, bastantes, ¿diecisiete?-, y hemos tenido que soportar la vergüenza ajena de la detención del alcalde, José Torres Hurtado, y de la concejala de Urbanismo, Isabel Nieto, que manifestaba a quien quisiera escucharla su “poco apego a la política”, que ha resultado ser sincero, pues se ve que ella y el alcalde no estaban ahí para hacer política, sino dinero. Primero era un secreto a voces, después una realidad judicial, y ahora se ha convertido en un sainete, de los muchos que llevan por toda España la marca del PP. Lo que haría falta es que hubiera ahora una dimisión en bloque de todo el equipo de gobierno local, y de todos los que han defendido su gestión, e incluso los votantes que lo han mantenido en el Ayuntamiento durante tantos años deberían mirarse la mano. Porque según la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional, esta trama de corrupción urbanística llevaba funcionando a pleno rendimiento durante varias legislaturas. El procedimiento era simple, como informaba IDEAL esta semana: desde el Ayuntamiento de Granada se avisaba a los empresarios cómplices de que se iban a recalificar unos terrenos; los empresarios los compraban a buen precio, y luego, una vez hecha la recalificación, a pasar por caja. ¿Una caja personal o una caja del partido? Viendo lo que ha ocurrido en otras partes de España, habría que preguntárselo al presidente del PP en Granada, Sebastián Pérez, que quizá debería dimitir también, como todos los que se han llenado la boca condenado la corrupción y negándola en su partido. Porque tenemos elecciones a la vuelta de la esquina, y tendrán la caradura de presentarse. ¿Cómo pueden excusarse en el secreto de sumario? Y los partidos de la oposición en el Ayuntamiento tienen una magnífica oportunidad para demostrar que están para algo. Tiene que haber una moción de censura. Sin excusas. Y sin pensar en los resultados electorales. Porque si no también se convierten en cómplices, o al menos en cooperadores necesarios de que los corruptos sigan en el poder. Y son también corruptos los que trabajan o colaboran con corruptos y hacen la vista gorda en cualquier ámbito, desde la economía a la cultura. Así que no nos quejemos más de la mala suerte de Granada. Los responsables tienen nombre y apellidos. Esos que llaman chalados a quienes los denuncian y se quejan de detenciones ilegales, aunque las haya autorizado un juez.

IDEAL (La Cerradura), 17/04/2016

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