Vistos
los resultados de la legislatura más efímera de la democracia española, sus
señorías han hecho buena la definición de Posada Herrera sobre el perfecto
diputado: “Comer con el Gobierno, pasear con la oposición, dormir fuera de casa
y no estudiar por parte alguna, porque el saber sí ocupa lugar”. Ni siquiera Miguel
de Cervantes, encarnado por el actor Manuel Tallafé, ha podido remediarlo, tal
vez porque su sentido del humor rozaba el ridículo, aunque sí que ha hablado
por el pueblo cuando les ha reprochado a los diputados que él había escrito el
Quijote en tres días y ellos llevaban tres meses para llegar a un acuerdo. La
realidad es que Cervantes escribió el Quijote a pesar de la vida que llevaba,
porque las obras maestras de la literatura universal se han escrito siempre en
contra de algo, a pesar de algo –miseria, insatisfacción, vicio, abandono, debilidad-,
que es todo lo contrario a una vida burguesa en la que los intelectuales coquetean
con presidentes, expresidentes y el papel cuché. Y en esto se parece la
literatura a la política. Miguel de Cervantes fue poeta, novelista y
dramaturgo, pero también soldado, contable y recaudador de impuestos, y quizá
por eso escribiera: “Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela
mía, que son el tener y el no tener; aunque ella al de tener se atenía; y en el
día de hoy, mi Señor Don Quijote, antes se toma el pulso al haber que al saber:
un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado”. Y se ve que
las cosas no han cambiado mucho en quinientos años. El poderoso caballero Don
Dinero es el que hace la política en España, el que mueve el mundo empresarial,
el que contamina también la vida judicial. El presidente de Ausbanc, Luis
Pineda, en prisión por extorsión, se dedicaba presuntamente a chantajear a
empresarios y entidades financieras con la ayuda inestimable de Miguel Bernad,
secretario de Manos Limpias. Mientras, invitaba a jueces y magistrados a dar
conferencias en el el Foro de la Justicia –otro eufemismo sarcástico-, los
mismos jueces y magistrados que le enjuiciarían llegado el caso, si es que
alguien se atrevía a denunciar. Porque los directivos de las entidades
financieras solían pagar con un dinero que no era suyo. Ya sabemos que “cuidados
acarrea el oro, y cuidados la falta de él”; pero no tenemos ninguno con el
dinero de los ciudadanos. ¿Unas nuevas elecciones? Con Cervantes o sin
Cervantes, parece que nos sobra el tiempo y el oro.
IDEAL
(La Cerradura), 24/04/2016
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