El
lenguaje estructura el pensamiento, pero si atendemos al nuevo Plan de Igualdad
de Género de la Junta de Andalucía los profesores de los institutos y colegios
andaluces deben formar por decreto a analfabetos integrales. Así, profesores y
alumnos están obligados a sacrificar la gramática, la sintaxis, la lógica, la
eufonía y la economía lingüística y las normas de la Real Academia Española,
que prescriben el uso del masculino genérico para evitar las repeticiones
innecesarias. Y todo para construir un discurso ideológico que no merece ese
nombre, pues nos acerca más a los primates que al ser humano. Por ahí se
empieza. Repitiendo machaconamente “los andaluces y las andaluzas” o “población
andaluza” en vez de simplemente los andaluces, donde la mayoría de las mujeres
se entienden incluidas sin mayor problema. Porque quien crea las diferencias,
quien discrimina y menosprecia a las mujeres y a los hombres y a los hermafroditas
son quienes fuerzan el uso del lenguaje hasta el ridículo. Si yo pienso en los
andaluces por un lado y en las andaluzas por otro, los estoy yuxtaponiendo,
incluso enfrentado. Igual que cuando diferencio a los alumnos de las alumnas o
a los padres de las madres. Lo peor es que este infralenguaje contamina ya
todos los ámbitos, políticos, periodísticos y universitarios. Incluso hay escritores
que utilizan este lenguaje sexista, con lo cual incumplen el mínimo exigible a
cualquier escritor, que es saber escribir correctamente, que no es lo mismo que
utilizar un lenguaje políticamente correcto, que suele ser una expresión
antónima de inteligencia, retórica o dialéctica. Y hay que decirlo claramente:
quienes lo utilizan y lo promueven no merecerían aprobar el bachillerato. Y
podría ser el resultado de este plan de nombre rimbombante y tremebundo:
convertir a la “población andaluza” en personas ignorantes. ¿Cómo extrañarnos
entonces de las caricaturas constantes que salen en televisión sobre los
andaluces y lo andaluz? ¿Cómo podemos quejarnos de que se hable de Andalucía
como de una tierra inculta, cuando, históricamente, ha sido lo contrario?
Medidas como ésta, aunque se elaboren con la mejor intención, sólo indican que
no nos respetamos, y fomentan los comportamientos que se pretenden impedir. La
igualdad y el respeto se promueven desde la cultura, con otras iniciativas
valiosas como las del Centro Andaluz de las Letras y los planes de fomento de
la lectura. Desde aquí animo a los profesores afectados a que ejerzan la libertad
de cátedra, derecho constitucional que impide las imposiciones ideológicas de
cualquier tipo en la actividad docente, empezando por las de las Administraciones
públicas.
IDEAL
(La Cerradura), 10/04/2016
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