El
mayor filósofo de nuestros días ha resultado ser Cristiano Ronaldo, que resume
así el espíritu del capitalismo –antes conocido como espíritu de las leyes-:
“Quien no debe, no teme”. Todo para negar que haya eludido el pago a Hacienda de
150 millones de euros, un dinero gestionado desde el paraíso fiscal de las
Islas Vírgenes, y que viajó primero a Irlanda y después a una cuenta bancaria
suiza, práctica común, por otra parte, de la familia Pujol y de buena parte de
la clase política y empresarial española. La cosa es tener la conciencia
tranquila, que para eso se le paga al representante o al despacho de abogados
de turno. En una semana en que se celebra el día de la Constitución –anda que
no hemos llorado a moco tendido-, salta a la vista que el deber de contribuir
al sostenimiento de los gastos públicos del artículo 31 no es la mayor
preocupación de los españoles, sobre todo de los que encabezan la lista Forbes,
como Amancio Ortega, que en los últimos años ha dejado de pagar 218 millones de
euros a la Hacienda española, dentro de los 585 que se ahorró con la europea. Y
no es que haya cometido ningún delito, no, la ingeniería fiscal le permite
tributar donde mejor le convenga, como de hecho hacen casi todas las grandes
empresas, una práctica a la que la UE pretende poner freno, aunque siga los dictados
del Bundesbank, al que hay quien llama Banco Central Europeo. Pero hablamos de
un deber, a fin de cuentas, en un país donde no predicamos con el ejemplo, sino
donde más bien se nos educa en el incumplimiento de la ley o, como poco, en su
aplicación flexible en la actividad política y empresarial, y sólo hay que
fijarse en el mercado de trabajo, inexistente para millones de españoles que no
es que no puedan aspirar a una vivienda digna (artículo 47 CE), sino a la mera
dignidad personal (artículo 10 CE). Por no existir, en España ni siquiera
existe la separación de poderes, pues actualmente es el Poder Ejecutivo quien
influye en el Poder Legislativo y en el Poder Judicial, como recuerda Francisco
García-Fresneda Gea en el ensayo “Separación de poderes y reserva de ley
tributaria” (Atelier, 2016). Y con él recuerdo el artículo 16 de la Declaración
de Derechos del Hombre y el Ciudadano, que inspiró las constituciones europeas:
“Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni
determinada la separación de los poderes, carece de Constitución”.
IDEAL (La
Cerradura), 11/12/2016
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