Como
en esas ocasiones en que encendemos el ordenador y el sistema operativo se
reinicia de improviso, quizá deberíamos reiniciar el sistema democrático,
colapsado por el virus del proceso kafkiano de Cataluña. Aunque al menos nos ha
servido para que se retraten los políticos españoles, desde Mariano Rajoy y
Carles Puigdemont a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y lo peor es quizá lo de
este último, que habla de presos políticos cuando se aplica la ley en el Estado
de Derecho, y que insulta así la memoria de tantos represaliados en la
dictadura franquista, demostrando una vez más que es un trilero de la política
e incapacitado para gobernar un país, al menos democrático. Pero tampoco ha
estado a la altura de las circunstancias Mariano Rajoy, a quien quizá terminen
por hacerle una estatua los independentistas en la rambla de Canaletas, ya que
probablemente haya sido de las personas que más han contribuido a la causa por
su falta de sensibilidad política, que en su caso es mero hieratismo. Y qué
decir de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Forcadell, que han logrado
llevar el odio y la violencia a las calles, mintiendo y manipulando a una
población que ya vuelca su impotencia contra las fuerzas de orden público y las
instituciones del Estado. Detrás de algunos lloricas se esconden verdaderos
psicópatas, y viendo el respeto que estos en concreto tienen por la ley, ojalá
sirva al menos el proceso para que los catalanes se libren para siempre de esta
clase política. Y a buenas horas hemos escuchado a Luis de Guindos hablar de la
reforma del sistema de financiación autonómica y a Íñigo Méndez de Vigo de la
reforma de la Constitución, que algunos han enarbolado como si fuera una vaca
sagrada, igual que otros enarbolaron el Estatut como si fuera el vellocino de
oro. Lo que más debería preocuparnos es la inflexibilidad de quienes deben
solucionar el problema, salvando quizá a Albert Rivera, que al menos tiene las
ideas claras y hace propuestas concretas, pues de Pedro Sánchez ni en su
partido saben lo que piensa. El nacionalismo ha perdido los papeles, y lo
lamentable es que no es la primera vez que en España se acosa a las personas y
que algunas agrupaciones políticas se comportan como organizaciones mafiosas o
sectas religiosas radicales. En el País Vasco se ha matado durante años
defendiendo ideas no muy distintas a las de los independentistas catalanes. Pero,
lamentablemente, en toda España sigue habiendo demasiada gente que confunde la
política con el terrorismo.
IDEAL (La
Cerradura), 24/09/2017
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