Se
ve que uno de los puntos de acuerdo entre el PP y Vox que va a propiciar la
investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía es frenar
la inmigración. O, quizá, utilizando el lenguaje voxista, proceder a la
expulsión de los 52.000 “ilegales” que según este partido tiene “fichados” la
administración autonómica, y a la repatriación de los menores, que propugna el
PP. Resulta asombroso que parte de la clase política siga anclada en un
imaginario mítico que ignora una realidad social multicultural y multiétnica. Y
el desconocimiento de la legalidad de su propio país, claro, desde la
Constitución española a la normativa de desarrollo que obliga a los servicios
sociales a acoger a los MENA (Menores Extranjeros no Acompañados). De hecho, a
pesar de las intenciones del PP y de VOX, proclamadas por Pablo Casado y compañía,
la repatriación de los menores es excepcional, pues de acuerdo con el principio
del interés superior del menor, esta sólo se producirá si se dan las
condiciones para la efectiva reagrupación familiar del menor o para la adecuada
tutela de este por parte de los servicios de protección del país de origen.
Algo bastante difícil, entre otras cosas porque estos servicios, en aquellos
países, brillan por su ausencia. De hecho, transcurridos nueve meses, las
autoridades tienen la obligación de otorgarles a los menores la autorización de
residencia, por lo que el PP, Ciudadanos y Vox harían bien en preocuparse por
desarrollar medidas para integrar a estos inmigrantes en la sociedad de una
manera efectiva. Empezando por la educación, esa competencia que por lo visto
quieren devolver al Estado central. Y quizá fuera lo mejor, si son retrógrados
los que van a gestionar la Comunidad Autónoma de Andalucía, algo por lo que
trabajaron muchos andaluces y que culminó en el referéndum del 28 de febrero de
1980, una fecha de celebración democrática, muy distinta del 2 de enero de
1492, que sin embargo sigue inflamando el espíritu nacional de una parte de la
población. Pero a mí me llama la atención el uso erróneo y a propósito de los
términos. Porque migrar alude a cambiar de residencia, un derecho humano sin
otras consideraciones políticas, económicas y jurídicas. Y si se trata de un
derecho humano no puede haber inmigrantes “ilegales”, salvo en la mente de
quienes los califica de tal modo. En todo caso serán extranjeros, que sí es un
término jurídico, que alude a no tener la nacionalidad española. Una condición
que suelen valorar mucho más aquellos a quienes queremos expulsar.
IDEAL (La
Cerradura), 13/01/2019
un presidente de comunidad autónoma cada vez necesita trabajar la transparencia para tener mas credibilidad con su pueblo
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