El
ciudadano se ha convertido en un consumidor que no ejerce sus derechos, sino
que emite señales electrónicas a través del móvil que luego son analizadas por
el Instituto Nacional de Estadística (INE). También son vendidas, no por el INE
(no es la función del Gran Hermano todavía), sino por las empresas a las que
les facilitamos nuestros datos personales y todo tipo de información sobre
nuestros gustos, costumbres e ideas políticas. ¿Pensamos o dirigen nuestras
inquietudes? ¿Elegimos lo que consumimos, incluso lo que votamos? Los programas
electorales se elaboran ya como folletos publicitarios, y por eso no nos
extraña que los políticos cambien tanto de opinión, como si se tratase de
nuestros gustos, si es que son nuestros gustos. Esto podría explicar que las
grandes novedades políticas en los últimos años hayan sido en España Podemos,
Ciudadanos y Vox, formaciones que, a priori, representan opciones muy distintas
entre sí. Pero ¿cuántos de los primeros votantes de Podemos habrán votado a Vox
en las últimas elecciones? ¿Cuántos habrán votado alguna vez a Ciudadanos? ¿Qué
talla tienen los candidatos? Sí, probablemente sus asesores piensen más en la ropa
que otra cosa, si la compran en Inditex o en Carrefour, que para el caso no son
más que marcas comerciales, como parecen actualmente los propios partidos
políticos. Porque también la política ha sido absorbida por el marketing, que
niega hasta el tiempo, convirtiendo el Black Friday en una semana y las
Navidades en todo el invierno, por lo que el consumidor, si quiere estar a la
altura de la oferta publicitaria, deberá endeudarse e hipotecar su tranquilidad
futura. El futuro no existe sino como miedo y esperanza presentes, el pasado
meramente como recuerdo, pero lo cierto es que los intereses crecerán y alguien
tendrá que pagarlos, aunque el mismo mundo parezca creado hace tan sólo un rato
por una campaña publicitaria o una política ilusoria. España no termina de
salir del bucle electoral, y si el ciudadano ya estaba aturdido por tantos
anuncios y proclamas, ahora lo estará un poco más, pues las ciudades han
empezado a iluminar las calles con las luces de otra carrera que quizá termine
en el día de Reyes. ¿Tendremos un gobierno para entonces? Quizá nuestro tiempo
de ciudadanos haya transcurrido ya y sólo nos quede el tiempo de ser
consumidores con empresas en vez de gobiernos; sin política, pero con ofertas y
demandas. Aunque claro, vivimos en España y contamos con Cataluña. Para que
haya gobierno, Pedro Sánchez tendrá que tragarse una gran oferta publicitaria.
IDEAL (La Cerradura), 24/11/2019
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