La
percepción que tienen buena parte de los españoles de la actualidad política
quedó perfectamente expresada por la exclamación de los periodistas que
asistieron en el Palacio de la Moncloa al abrazo de Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias, una pareja de hecho que había pasado por un matrimonio interruptus y
una separación con pesadillas incluidas, que al parecer son compartidas por algunos
dirigentes socialistas, que ahora sí que es verdad que no podrán dormir por las
noches, a pesar de su dorada jubilación, avalada por el IBEX 35, que esta
semana ha caído en picado. “¡Oh!”, gritarán una y otra vez en la oscuridad,
empapados en sudores fríos. Los que parecen recorrer la península desde la
frontera de los Pirineos a Granada, donde aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid le han pedido a Luis Salvador que deje la alcaldía tanto el PSOE
como ¡sus socios del PP! ¿O habrá sido únicamente Sebastián Pérez? Pero es que
claro, la gente tiene que echar manos de la aritmética, porque lo que es
principios, no tiene. 2+2… 120+35… Y el IBEX sigue cayendo, que para el caso lo
que importa es en qué sillón se sientan algunos, ya sea en el pleno del
Ayuntamiento o en el Congreso de los Diputados. Según un mensaje que circulaba
esta semana por las redes sociales, el historiador Antony Beevor supuestamente
alertaba de todos los males que asolan España: desenterrar a Franco, la
fractura del Estado, el peligro de la inmigración... La realidad es que Beevor
pensaba –como yo- que había que haber dejado el Valle de los Caídos como estaba
para enseñar el horror de la arquitectura fascista, aunque no estaba tan seguro
del traslado de los cuerpos, teniendo en cuenta el respeto a las víctimas del
dictador. Pero lo que tiene claro es que no debe reescribirse la historia con
los valores del presente. Sin embargo, en tiempos de incertidumbre, hay quien
se aferra al pasado, y ahí tenemos a Vox, que es quien más se beneficia de –y
distribuye- los miedos que implican estos mensajes apócrifos. Aparte de la
tercera edad franquista, claro, aferrada firmemente a su sillón como nuestros
políticos, aunque en este caso de lo que tiene miedo es de encontrarse a esos
mismos políticos por la calle. Puestos a elegir, entre tantas barricadas,
terrores y mensajes apocalípticos, más valen unos cuantos abrazos, incluso con Oriol
Junqueras en la cárcel. Todo sea para construir, que no para destruir esto
–nación, país, quimera, locura a veces- que llamamos España.
IDEAL (La Cerradura), 17/11/2019
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