España
ya es materialmente un Estado federal, con dos grandes Administraciones
públicas –Estado y Comunidades Autónomas- financiadas con un sistema en el que
comparten las figuras tributarias que dan lugar a mayor recaudación y que suponen
el grueso de los recursos públicos en España. Otra cosa es que desde el punto
de vista social esta realidad no sea visible, entre otras cosas porque nuestros
políticos no practican la pedagogía, sino la demagogia. De hecho, la relación
de bilateralidad tan reclamada en Cataluña ya se mantiene normalmente con el
País Vasco y Navarra a través del concierto y el convenio, dos “tratados” por
los que se articula una financiación que va mucho más allá del régimen común, y
no pasa absolutamente nada. Desde mi punto de vista estas comunidades también
deberían participar en los mecanismos de solidaridad y de desarrollo regional
–cosa que no ocurre ahora-, pero lo cierto es que los hechos diferenciales son
una realidad desde que se aprobó la Constitución de 1978 en España. ¿Esto se
sabe, se explica, se cuenta? No. Se ve que es mejor hablar de estado federal o
plurinacional, cuando el Estado autonómico actual es básicamente lo mismo.
¿Truco o trato? Aquí preferimos el truco, y por eso tenemos a nuestros jóvenes desorientados,
aborregados y maleables, quemando contenedores en Barcelona o tirando huevos y
bombas de amoniaco en Granada a los autobuses y a los coches en la noche de
Halloween, encapuchados o disfrazados de fantasmas. Aunque, claro, partiendo de
la base de que buena parte de nuestros políticos también carecen de formación,
poco puede esperarse. “Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?”, le preguntó Patxi
López no hace tanto al presidente en funciones. “Un sentimiento”, le contestó
Sánchez, que a veces se pone tan tierno que parece que lo han untado con
mermelada. ¿Habrá estudiado algo desde entonces? Definir la identidad o la
individualidad es algo difícil, y basta darse una vuelta por Granada para
comprobar qué poco se parecen un vecino de la Chana y otro del Albaicín. Pero
no creo que ellos tengan ningún problema para definirse, si es que es algo que
les importa. Probablemente no, como a la mayoría de los españoles, que no
tienen que disfrazarse para saber quiénes son. El autogobierno es simple: poder
disponer de una casa, de un trabajo, pagar tributos y facturas, llegar a fin de
mes. Y contar con alguien a tu lado, mirarlo a los ojos y recordar que, para
vivir, no necesitas ni trucos ni tratos.
IDEAL (La Cerradura), 3/11/2019
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