lunes, 5 de octubre de 2020

Cabezudos

Si cada uno de nuestros representantes públicos tuviera que asumir su responsabilidad por las contradicciones, vacilaciones y errores manifestados en la gestión de esta crisis sanitaria, no quedaría títere con cabeza ni en el gobierno de la nación ni en los gobiernos autonómicos ni en muchas corporaciones locales, terminando en el Ayuntamiento de Granada, a cuyo alcalde le deseamos un rápido restablecimiento. De todos modos, mientras tanto tenemos a los concejales para las mismas ocurrencias, como denunciar a los dueños de los pisos donde los estudiantes celebran botellones a la AEAT para que compruebe si declaran correctamente sus rendimientos del capital inmobiliario. ¿Y qué tienen que ver las declaraciones de la renta de estos señores con las molestias causadas por los inquilinos de sus bienes inmuebles? Se ve que mucho, pues en el Ayuntamiento creen que el temor a una multa de Hacienda es mayor que al de una multa municipal por incumplir la ordenanza de la convivencia, por lo que los dueños educarán a los estudiantes. ¡Ja, ja, ja! Un ejemplo de pensamiento político retorcido, con delaciones y venganzas incluidas, típicas de las series que hoy suele ver la clase media para su evasión mental. Quizá acabarían antes si denunciaran a los propios estudiantes a la Universidad de Granada para que les suspendan las matrículas o las asignaturas directamente, cosa que tampoco tiene nada que ver con hacer botellones, pero que podría resultar efectiva. El caso es que esta procesión del disparate nacional continúa encabezada por Pedro Sánchez, seguido de Isabel Díaz Ayuso, Salvador Illa, Fernando Simón y decenas de consejeros autonómicos y alcaldes y concejales que van sacándoles la lengua y pegándoles con vejigas hinchadas a los ciudadanos que les preguntan si van a poder ir a trabajar o a tener que quedarse en sus casas confinados para ver por televisión el espectáculo. Y para sufragar esta enajenación institucional, gobierno y socios parlamentarios acabarán aprobando unos presupuestos donde habrá una subida de impuestos, empezando por el IVA, que es el tributo regresivo por excelencia y lo pagarán todos los ciudadanos independientemente de su riqueza, y no esos políticos con sus cabezas. Porque no tenemos cabezas pensantes, no, sino cabezones de cartón-piedra que participan en la procesión pública, como las máscaras que antes no debíamos ponernos y que ahora no podemos quitarnos. También debe de ser una broma aplicar el estado de alarma o suspender la autonomía de Cataluña o de Madrid, que tiene pocos deseos de independencia, aunque la presidenta Ayuso vaya a su aire. Menuda Tarasca.

IDEAL (La Cerradura), 5/10/2020

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