lunes, 11 de enero de 2021

El tercer asalto

Con las defensas un poco bajas debemos enfrentarnos al tercer embate de la pandemia. Después del sueño de la normalidad navideña la gente vuelve a hacer acopio de víveres por el runrún de un nuevo confinamiento. Nos hemos convertido en una especie de topos, dispuestos a refugiarnos en la guarida, a ser posible con jardín, que la piscina ya la trae puesta Filomena. La población se mueve entre el deseo de libertad y el miedo al contagio, y a falta de que alguien lo diga decide autoconfinarse, como han hecho en diez pueblos de la provincia de Granada. Es una prueba de que el sentido común es más fuerte que el sentido de Estado. Así, las poblaciones se cierran perimetralmente y se convierten en ciudades-estado como en la antigua Grecia, a la que quizá volvamos. Porque mientras guerreros con cuernos asaltan el Capitolio y Satanás rectifica después de convertir a sus seguidores en diablos, en España hay quien hace paralelismos y se pregunta por qué aquí nadie se rasga las vestiduras cuando se asalta la democracia. ¿El indulto es igual que el perdón? Quizá la diferencia estribe en que a nadie le gusta ver en la cárcel a quien lucha por sus ideas, aunque haya quien confunda la ideología con el poder, esa maldición que ha hecho del ser humano un aniquilador de los derechos y libertades y del propio planeta. Así que hay que levantar la guardia y tratar de esquivar los golpes del enemigo, aunque este sea tan minúsculo que logre colarse por nuestras defensas. Y no ayudan las administraciones públicas, que vacunan a paso de tortuga. El problema de España es que confundimos los servicios públicos con la política, y ahí tenemos al ministro de Sanidad, haciendo campaña para presidir Cataluña. ¿Tiene claras sus prioridades? Pues sí. Sus asesores le han dicho que debe mantenerse en el foco mediático cueste lo que cueste, aunque sea la salud pública. Porque al parecer son expertos en marketing los que gestionan la pandemia. A este país le faltan medios, pero también decencia. No obstante, seguiremos bailando sobre el ring, dando y esquivando golpes. Aquí va un “jab” con la izquierda y un “cross” con la derecha, que el “uppercut” va por el centro, de abajo arriba a la mandíbula de nuestro contrincante, manteniendo siempre la guardia. En la política española no se estilan los Muhammad Ali, aunque abundan los Mike Tyson, e incluso tenemos a un Rocky Marciano. No tiraremos la toalla en el tercer asalto.

IDEAL (La Cerradura), 10/01/2021

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