La
imagen del 2020 ha sido una calle vacía, sin tráfico ni peatones, donde la luz
roja de un semáforo fantasmal prohibía el paso. Ya en 2021, la luz es verde, y
a medida que la población española se vacune volverá a las calles, que serán de
nuevo bulliciosas. O quizá no. Una parte de la población seguirá con la
clausura o el confinamiento, palabra horrorosa que ha sido elegida la palabra
del año que se fue. Aunque se trata de una clausura a la que invita la
prudencia, y que guarda también algo de miedo y dolor por quienes no están. Quizá
por eso habría que guardar un poco de silencio, antes de que la prisa vuelva a
apoderarse de nosotros. Los seres humanos olvidamos pronto las desgracias para
poder sobrevivir, pero haríamos mal en fiarlo todo al futuro y hacer borrón y
cuenta nueva. El presente es antiquísimo, porque todo cuanto ha existido ha
sido presente, escribía Pessoa, y cada ser humano es una conciencia única donde
se mezclan todos los sucesos del mundo. ¿Qué podemos esperar? Se cumplirán los
buenos deseos que circularon por las redes sociales en la noche del día 31, y
la realidad será un castillo de fuegos artificiales que iluminará los cielos
cada noche. Se acabaron las distopías. La realidad es más interesante. Gran
Bretaña se va de la Unión Europea, pero se derriban las fronteras con
Gibraltar. ¿La libertad de circulación de los trabajadores equivale a la
soberanía? Esa es otra cuenta que saldar. ¿Quién pagará las pensiones de los
llanitos? El Gobierno, al parecer, lo tiene claro. Serán las generaciones
futuras, pues parte de las pensiones actuales se pagarán con la emisión de
deuda pública, según pronostican los Presupuestos Generales del Estado.
¿Trasladamos al futuro un problema presente, como es la reforma del sistema de
pensiones? No me imagino las felicitaciones que cruzaron en fin de año el
presidente y sus socios de gobierno, aunque quizá tenían que ver con la
libertad de ciertos presos y las cuentas de la vieja, ésas que no salen en la
letra impresa. ¿Cuánto valen la independencia política o la personal? De tanto
desearlo, Pedro Sánchez se ha convertido en un genio de la política, capaz de
absorber (en vez de ser absorbido) al partido morado. No se lo explica ni la
oposición, reducida a la irrelevancia de la resaca. Después de echar cuentas
por todo lo ocurrido en 2020, afrontamos esperanzados la cuesta de enero.
Tomaremos de nuevo las calles. ¡Fiesta! Y lo demás es silencio.
IDEAL (La Cerradura), 3/01/2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario