La fiesta empezó a las cinco de la tarde, aunque la policía no
llegó hasta las cinco de la mañana. Mientras tanto habíamos tocado la batería,
bailado reguetón y cantado por las ventanas, aunque el momento álgido fue
cuando Manolo se enfrentó con un vecino y, al inclinarse sobre la barandilla
para gritarle a gusto, se cayó por el balcón, menos mal que vivimos en un
segundo. Esto tiene otras ventajas, pues cuando se nos acaba la bebida no
tenemos que acudir a “Glovo” si no queremos salir de casa, sino que nos basta
con echarle una cuerda y un cubo al chino de la tienda de abajo. Total, si era
jueves y al día siguiente no teníamos clase en la universidad. Que nosotros
trabajamos mucho a pesar de lo que dicen, pero no durante los fines de semana, aunque
es verdad que en esta época son cada vez más largos, pues las fiestas en el
piso duran ya la mitad de la semana. ¿Se acortarán cuando se acerquen los
exámenes? Depende. Mario está dispuesto a dejarse unas cuantas asignaturas,
pues no quiere terminar la carrera. “¿Qué voy a hacer cuando no sea
estudiante?”, suele decir. “Si no hay trabajo. Prefiero seguir estudiando hasta
que mejoren las cosas”. Y Natalia ha decidido tomarse directamente un año
sabático, y eso que tampoco ha terminado Psicología, que ya lleva matriculada
cinco años. Cómo le gusta psicoanalizarnos cuando se lía esos petardos que
parecen puros. “Esta hierba tiene usos terapéuticos”, dice convencida. Y qué
bien se entendió con la policía, menudo palique, aunque quizá ellos no
entendieran nada, porque cuando Natalia fuma emite una especie de balbuceo que
sube y baja. Yo, por mi parte, soy mucho más metódico, y sólo estudio una
semana en los períodos de exámenes, en enero y febrero, junio y julio, entre
los que me reparto aritméticamente las asignaturas obligatorias y optativas; es
decir, un mes entre los dos semestres, lo que puede no parecer mucho, pero
exige concentración entre tanta fiesta. Lo peor ha sido la denuncia y quizá la
multa que nos pongan, aunque si la pagamos a pachas tampoco será para tanto.
Hoy es domingo. Manolo tiene el pie escayolado y no se puede mover del sofá.
Natalia no se ha levantado de la cama y Mario lleva cuarenta y ocho horas
desaparecido. Yo, no sé, creo que voy a poner un poco de música y a echarle el
cubo al chino. Y mañana ya veremos. Qué alegría nos da que las clases vuelvan a
ser presenciales.
IDEAL (La Cerradura), 26/09/2021
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