La información sobre la guerra de Ucrania se ha convertido en una
telenovela trágica. Analistas y medios se afanan en informarnos al minuto de la
evolución de las batallas y sus consecuencias. Los titulares sensatos y sensacionalistas
se mezclan, y no da tiempo a asimilar tantas malas noticias. Entonces llegan
los héroes, y nos cuentan que hasta 20.000 voluntarios de los países
occidentales han respondido a la llamada del presidente ucraniano, Volodímir
Zelenski, para formar una brigada internacional que combatirá al dictador ruso
y que recuerda a la brigada internacional que combatió junto a la República en
la Guerra Civil española. ¡Somos brigadistas! Pero estamos en el siglo XXI, y la
influencia del universo Marvel se deja notar en el discurso de algunos
periodistas, que nos cuentan que “Wali”, “el francotirador canadiense más
temido”, se ha unido a la batalla. ¿Terminarán contándonos que los servicios
secretos de los gobiernos de la OTAN están buscando las gemas del infinito para
acabar con el megavillano Thanos (una caricatura de Putin)? Volodímir Zelenski,
sin embargo, es un héroe de verdad, un actor que ha descubierto que tenía que
interpretar un papel fundamental, probablemente para el que llevaba
preparándose toda la vida, y que despierta simpatía y solidaridad, aunque no
tanta para que se admita inmediatamente a Ucrania en la Unión Europea. Incluso
Anonymous se ha unido a la ciberguerra. Una organización en la que nadie sabe
quién es quién y en la que podríamos estar integrados todos los que manejamos
un ordenador o tenemos una cuenta de Twitter. Cada uno batalla a su manera, y
en las redes sociales partidos y ciudadanos se cruzan reproches sobre la
hipocresía y el cinismo de esta guerra y por qué no nos hemos preocupado por
otras en Oriente Medio o África. La respuesta es obvia. Somos europeos, y esta
guerra ya está llegando a nuestras casas con los miles de ucranianos que estamos
acogiendo. Nos afecta por mucho que seamos pacifistas y nos manifestemos en
contra, porque se pierde el derecho a decidir sobre la propia vida y la de los
demás. Es lo que más tememos: perder los derechos y libertades a los que
estábamos tan acostumbrados y que no valorábamos tanto como ahora. Algo tan
simple como dar un paseo, leer un libro o ver una película, disponer de un
techo y un plato de comida. Vamos a tener que luchar por eso. Europa se rearma mientras
nos avisan de que hay que recortar el consumo de energía. Nos han convertido en
brigadistas.
IDEAL (La Cerradura), 13/03/2022
Exacto. Eso es así
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