lunes, 21 de marzo de 2022

Lluvia roja

Como si fuera un símbolo de lo que ocurre en el mundo, esta semana los cielos se han encendido, y hasta la blancura de la sierra se ha transformado en un manto rojo. Los abrigos se punteaban con gotas de arena, y la gente pensaba en el Apocalipsis, después de la pandemia y la guerra. ¿Qué será lo siguiente?, se pregunta. ¿Un meteorito que acaba con todos los putines? Por mi ventana veo a las gaviotas que vuelan enloquecidas, como si buscaran una isla donde esconderse, como ha hecho esa foca que ha ido a echarse una siesta en la playa de Motril. Del Sáhara viene esta tierra que mancha los coches y las calles, apresurando la desertización de la Península Ibérica. ¿Debemos huir al norte? Suben la luz, la gasolina, las frutas y verduras, y los transportistas se declaran en huelga. El pescado se congela y no llega a las pescaderías, y con la escasez de aceite de girasol los churros valen un ojo de la cara. La gente vuelve a aprovisionarse de papel higiénico, que parece ser el remedio para todos los males. ¡Limpia, fija y da esplendor! Pero hay belleza en esta naturaleza salvaje, como un nuevo amanecer. Es lo que pensarán los ucranianos que llegan a Granada gracias a la solidaridad de muchas personas, lo que nos da esperanza. La guerra, como la calima, va quedando lejos, y la vida continúa. Mientras Zelenski da discursos en los parlamentos del mundo y avisa del nuevo muro que Rusia ha construido en Europa, Netflix vuelve a emitir “Servant of de people”, la serie en la que el actor se convertía en la ficción en presidente de Ucrania. La realidad, sin embargo, ha hecho que el serial parezca una broma, pues Zelenski es el objetivo número uno del ejército ruso y de su comandante en jefe, criminal de guerra. ¿Veremos a Vladimir Putin juzgado por la Corte Penal Internacional? Debe engordar su vanidad ser la persona más odiada del mundo, y sobre él caerán miles de maldiciones de las madres ucranianas y rusas, que ven cómo mueren sus hijos por los demonios del dictador. Cuentan que las bombas de Hiroshima y Nagasaki convirtieron en negras las gotas de lluvia, como rememoraba la famosa película de los ochenta, “Black Rain”: “Mi familia vivió bajo tierra 3 días. Cuando salimos la ciudad había desaparecido. Luego el calor trajo la lluvia, lluvia negra. Ustedes la hicieron negra, y nos hicieron tragar todos sus valores”. La lluvia de Putin es roja.

IDEAL (La Cerradura), 20/03/2022

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