Se
acerca el invierno y, mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,
anuncia la ampliación del bono social eléctrico y ayudas a las comunidades de
vecinos para que puedan poner la calefacción, las instituciones públicas avisan
de medidas para aplicar el decreto de ahorro energético. “Vamos a abrigarnos”
ha anunciado la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, que comunica
la prohibición del uso de estufas y calefactores en despachos y aulas. La
crisis de precios provocada por la invasión de Rusia a Ucrania cambia los
discursos políticos y nuestras costumbres, aunque no será para tanto, si
podemos poner los radiadores a diecinueve grados. En realidad, desde la
pandemia del coronavirus ya íbamos bastante abrigados a las clases, con las
ventanas abiertas lloviera o tronara. Y yo me acordaba de la película “El club
de los poetas muertos”, en la que John Keating (Robin Williams) enseñaba
literatura en el campo de fútbol, donde los alumnos leían un verso antes de
golpear el balón. “En mi clase aprenderán a pensar por ustedes mismos.
Aprenderán a saborear la palabra y el lenguaje. Porque, a pesar de lo que les
digan, la palabra y las ideas pueden cambiar el mundo”. La película está llena
de frases para repetir en las aulas: “No leemos y escribimos poesía porque es
bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la
raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, los negocios y la
ingeniería son carreras nobles y necesarias para la vida. Pero la poesía, la
belleza, el romanticismo, el amor… son las cosas que nos mantienen vivos”. Cómo
abrigan algunas palabras en un mundo que parece catastrófico. Sin embargo,
estamos mejor que nunca. Antes, la gente se las apañaba sin sanidad, sin
servicios públicos, sin Estado. Hoy, es raro encontrar una actividad en la que
no haya implicada alguna de las administraciones territoriales que, según el
color político, parecen competir entre sí para estar más cerca de los
ciudadanos, aunque sólo sea para subirles o bajarles los impuestos. Según los Presupuestos
de 2023, el Estado transferirá más de 134.000 millones de euros a las
comunidades autónomas para que sigan prestando los servicios que son más
sensibles para los ciudadanos: sanidad, educación y servicios sociales. Eso en
un país en el que dentro de quince años uno de cada tres hogares será de
alguien que vive solo. ¿Aprenderemos a vivir con nosotros mismos? A falta de
calefacción, habrá que buscar un Keating o un buen libro para abrigarse.
IDEAL (La Cerradura), 16/10/2022
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