Quizá sea una cuestión de trascendencia política, pero resultan
algo ridículas las quejas de tertulianos y periodistas sobre la fecha de las
próximas elecciones generales del domingo 23 de julio. Que si nos van a
fastidiar las vacaciones, que si los trámites del voto por correo son
engorrosos, que si nos vamos a asfixiar en los colegios electorales, que si ese
día solemos estar en el chiringuito… “Es el peor día posible para unas
elecciones”, afirman categóricamente, aunque no creo que piensen lo mismo las
generaciones que no pudieron votar durante la dictadura y que apreciarán que se
valore su opinión para algo por lo menos una vez cada cuatro años. “En mi casa
ni eso”, dirán algunas personas, que tampoco podrán elegir el lugar de veraneo.
Estamos acostumbrados a que nos lo den todo masticado, y a mucha gente le
gustaría poder votar con el móvil para luego tuitear alguna simpleza o
compartir con sus seguidores alguna foto sacada en el baño, esos contrasentidos
de la intimidad artificial, que no la inteligencia. Con el móvil abrimos la
puerta del garaje o de la casa, navegamos, trabajamos y compramos, e incluso
hablamos por teléfono, con lo que basta con piratearle a uno el terminal para
borrarlo de la existencia. Menuda crisis de ansiedad nos causa no poder
consultar el aparato cada dos minutos y deslizar el dedo por la pantalla como si
fuera la piel de la que parece ser nuestra verdadera pareja. Pues algo así les
provoca a muchos tener que ir a votar recurriendo a un procedimiento tan
analógico como introducir un trozo de papel en una urna. Algunos partidos temen
la abstención y otros la celebran, y hay quien le atribuye al maquiavélico
Pedro Sánchez superpoderes, pues cree que el presidente ha tenido en cuenta las
costumbres de todos los españoles. Según los datos del CIS (si resultan
creíbles), más de la mitad de la población española no piensa o no puede irse
de vacaciones, y de la otra mitad habrá quien las cancele por la subida de
precios, que no tiene mucho que ver con la intención de voto. Pero más de la
mitad de la mitad que sí veraneará tiene previsto irse a la playa, y no creo
que afecte mucho a sus costumbres la decisión del presidente del Gobierno, que
quizá sólo quiera asegurase el voto de la mitad de la mitad de la otra mitad. Algo
así. Porque, para algunos ciudadanos, votar en el mes de julio será como
decidirse entre Karl o Groucho Marx.
IDEAL (La Cerradura), 11/06/2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario