En una sociedad en la que los candidatos a la presidencia del
Gobierno dan más explicaciones en un programa de televisión como "El Hormiguero" que en el Congreso, no debe extrañarnos que, en Granada, una banda de
estafadores haya engañado a una vecina haciéndose pasar por Brad Pitt. ¿Qué
puede ser mejor que casarnos con nuestro personaje preferido? No con el actor
de carne y hueso, por supuesto, sino con el Aquiles de “Troya”, pongamos por
caso, mejor que con el cazador de nazis de “Malditos bastardos”. La confusión
entre realidad e irrealidad es algo común entre nuestros políticos, que
empiezan actuando y terminan convirtiéndose en un personaje, a veces nacido de
su propia imaginación y otras de la de su partido. Por eso nunca mienten, sino
que cambian de opinión para adaptarse a las circunstancias. Le pasó a Pedro
Sánchez antes de verse obligado a pactar con Podemos, pero también les ocurre a
los candidatos del PP con Vox en comunidades autónomas como Valencia, Islas
Baleares o Extremadura, pues a la hora de la verdad no se trata de los principios
personales ni del partido, sino de cuotas de poder. Y es que la verdad parece
haber desaparecido no sólo de nuestro pensamiento, sino de nuestro vocabulario,
y una vez convertida en máxima universal que una imagen vale más que mil
palabras, lo único decisivo es lo que aparezca en nuestra cuenta de Instagram,
aunque se trate de una fotografía retocada con Photoshop. Nada es más
importante que unos glúteos perfectos o unas abdominales como las que lucía
Brad Pitt comandando a los aqueos, y ésa es otra explicación de por qué algunos
de los aspirantes al Gobierno dedican más tiempo a hacer flexiones que al
estudio de la economía o los idiomas. Total, si para eso ya tenemos a los
asesores y a los intérpretes. ¿Veremos pronto a especialistas en la política?
En uno de los papeles que más me gustan de Brad Pitt, en la película “Érase una
vez en Hollywood”, de Quentin Tarantino, el actor interpreta precisamente a un
especialista capaz de cambiar la historia y evitar en la ficción la muerte real
de Sharon Tate, la mujer de Roman Polanski. Porque van a necesitar desdoblarse
entre mítines, entrevistas y programas de televisión. Luego llegará la realidad
del 23 de julio, donde se encontrarán con los electores y consigo mismos. No sé
si un programa electoral equivale a una promesa de matrimonio, pero habrá actores
y actrices en el próximo Parlamento. Verdaderas estrellas de celuloide.
IDEAL (La Cerradura), 2/07/2023
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