En el mes de junio vivimos pendientes de los resultados, sobre todo
nuestros jóvenes. Exámenes finales, la PEvAU y las elecciones europeas, que
quizá determinen el futuro de varias generaciones. En apenas cinco años, la UE
ha dejado de ser un remanso de paz, y puede dejar de ser también un bastión de
los derechos y libertades en el mundo si permitimos que la extrema derecha
vuelva a tomar decisiones sobre nuestras vidas. Si España ha mejorado desde
1986 a 2024, buena parte del mérito se lo debe a la UE, más allá de nuestros
dirigentes. Las políticas de desarrollo regional han transformado lo que era un
país agotado por la dictadura y en vías de desarrollo, y resulta desalentador
la poca perspectiva que tenemos de nuestra historia, que nuestros políticos
actuales se empeñan en revivir. Ya nadie se acuerda de las hambrunas de la
posguerra, pero ahora lo que tenemos es hambruna intelectual, y sólo hay que oír
a nuestros portavoces en el Congreso, si es que alguien los escucha ya. Lo
mismo que en España, en Europa falla la solidaridad. El miedo por la
inmigración y la situación económica, jaleado por la extrema derecha y los partidos
populistas, pueden provocar un cambio político hacia el individualismo y lo
fragmentario, que es lo que desean quienes aspiran a su destrucción. Una Europa
fuerte en los valores democráticos es la mejor defensa ante la Rusia de Putin o
unos Estados Unidos de Donald Trump, y si no es así nos veremos abocados a un
suicidio colectivo. El miedo al otro hace que Europa se tambalee, cuando sólo debe
tener miedo de sí misma. Dos guerras mundiales y una guerra civil no han sido
suficientes al parecer para que aprendamos. Como los estudiantes que se
examinan estos días, tememos caer enfermos, no dormir bien, que se nos olvide
la respuesta a la última pregunta, la que va a resultar decisiva. Podría ser la
respuesta de hoy, cuando introduzcamos nuestro voto en la urna. Si les preguntasen
sobre ello a los ciudadanos tal vez contestasen que confían más en las
instituciones europeas que en las de su propio país. Sobre todo esos jóvenes
que se examinan estos días y que han recorrido el continente gracias al
programa Erasmus. Por mucho que nos empeñemos, estas elecciones no son sobre el
Gobierno de España. Puestos a votar y visto lo visto, quizá una mayoría del
electorado estaría dispuesta a entregar la soberanía a instituciones más altas.
Si hay que celebrar los resultados, brindemos por Europa.
IDEAL (La Cerradura), 9/06/2024
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