lunes, 3 de junio de 2024

Concordia

No sé cuántos de nuestros jóvenes acudirán a los periódicos o a los programas de televisión para informarse, me imagino que pocos, pues si hablamos de medios de comunicación las brechas generacionales son cada vez más grandes. En un contexto bélico, Rusia basa buena parte de su estrategia en la desinformación, y el resurgir de Donald Trump en USA a pesar de sus condenas judiciales demuestra lo permeable que es una parte de la población a los bulos que corren por las redes sociales. Entre la desigualdad económica y la falta de coherencia de nuestros líderes políticos, algunos ciudadanos sienten hostilidad hacia el sistema vigente, y es ahí donde encuentran los votos personajes como Javier Milei en Argentina o Santiago Abascal en España, a los que en realidad les importan poco las instituciones democráticas, por lo que no dudarían en asaltar el Congreso como Trump el Capitolio. Es el harakiri que se está haciendo el partido republicano en aquel país, aun a riesgo de transformar en una pesadilla el sueño americano. Si atacas a las instituciones está claro que no tienes la capacidad para gobernarlas. Aunque hay quien piensa lo mismo de Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo, gracias al discurso plano que ambos mantienen sobre los buenos y los malos, incapaces de encontrar un espacio político para el acuerdo, aunque esto sea lo que demandan los ciudadanos. “¡A la mierda!”, ha exclamado en el Congreso Yolanda Díaz, refiriéndose quizá al fango del que tanto habla el presidente del Gobierno, salpicando y salpicándose el vestido. Porque quizá lo de Yolanda Díaz sea un pensamiento general, compartido por muchos ciudadanos que exclamarían lo mismo si les preguntaran por los poderes del Estado que nuestras señorías representan. No debe de ser agradable vivir en esa tensión permanente, peleado con el contrario y con uno mismo. ¿O es sólo teatro? Hasta hace poco hubiera sido inadmisible utilizar un término como el de Yolanda Díaz en el Parlamento o en los medios de comunicación, pero confundidos estos con las redes sociales los filtros desaparecen. Ejercer la política o el periodismo supone precisamente aplicar un filtro profesional, que no tiene que estar necesariamente sesgado por las propias opiniones o las directrices del partido. Esta semana se ha aprobado la Ley de Amnistía en el Congreso de los Diputados. Qué bueno sería que no se aplicase sólo a una parte de nuestra clase política y volviéramos a la concordia. Ni el pasado está muerto ni está el mañana escrito. Así recordaba Adolfo Suárez a Antonio Machado en la Transición.

IDEAL (La Cerradura), 2/06/2024

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