No sé cuántos de nuestros jóvenes acudirán a los periódicos o a los
programas de televisión para informarse, me imagino que pocos, pues si hablamos
de medios de comunicación las brechas generacionales son cada vez más grandes. En
un contexto bélico, Rusia basa buena parte de su estrategia en la
desinformación, y el resurgir de Donald Trump en USA a pesar de sus condenas
judiciales demuestra lo permeable que es una parte de la población a los bulos
que corren por las redes sociales. Entre la desigualdad económica y la falta de
coherencia de nuestros líderes políticos, algunos ciudadanos sienten hostilidad
hacia el sistema vigente, y es ahí donde encuentran los votos personajes como
Javier Milei en Argentina o Santiago Abascal en España, a los que en realidad
les importan poco las instituciones democráticas, por lo que no dudarían en
asaltar el Congreso como Trump el Capitolio. Es el harakiri que se está haciendo
el partido republicano en aquel país, aun a riesgo de transformar en una
pesadilla el sueño americano. Si atacas a las instituciones está claro que no
tienes la capacidad para gobernarlas. Aunque hay quien piensa lo mismo de Pedro
Sánchez o Alberto Núñez Feijóo, gracias al discurso plano que ambos mantienen
sobre los buenos y los malos, incapaces de encontrar un espacio político para
el acuerdo, aunque esto sea lo que demandan los ciudadanos. “¡A la mierda!”, ha
exclamado en el Congreso Yolanda Díaz, refiriéndose quizá al fango del que
tanto habla el presidente del Gobierno, salpicando y salpicándose el vestido.
Porque quizá lo de Yolanda Díaz sea un pensamiento general, compartido por muchos
ciudadanos que exclamarían lo mismo si les preguntaran por los poderes del
Estado que nuestras señorías representan. No debe de ser agradable vivir en esa
tensión permanente, peleado con el contrario y con uno mismo. ¿O es sólo
teatro? Hasta hace poco hubiera sido inadmisible utilizar un término como el de
Yolanda Díaz en el Parlamento o en los medios de comunicación, pero confundidos
estos con las redes sociales los filtros desaparecen. Ejercer la política o el
periodismo supone precisamente aplicar un filtro profesional, que no tiene que
estar necesariamente sesgado por las propias opiniones o las directrices del
partido. Esta semana se ha aprobado la Ley de Amnistía en el Congreso de los
Diputados. Qué bueno sería que no se aplicase sólo a una parte de nuestra clase
política y volviéramos a la concordia. Ni el pasado está muerto ni está el
mañana escrito. Así recordaba Adolfo Suárez a Antonio Machado en la Transición.
IDEAL (La Cerradura), 2/06/2024
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