Durante el mes de
agosto la gente ha salido corriendo de las ciudades, vacías hasta la puesta de
sol, cuando la poca que queda despierta como vampiros sedientos para buscar una
terraza. Como si durante el día hubieran desaparecido el trabajo, las administraciones
y los servicios públicos y viviéramos en un planeta árido donde, más que la
política, nos queman los rayos ultravioletas. Los más osados, desafiando las
altas temperaturas, habrán prescindido del avión, el tren o el autobús para
viajar con su propio vehículo. Pero si algo caracteriza a las carreteras
españolas en comparación con las de otros países europeos son sus paupérrimas
zonas de descanso, apenas un arcén agrandado a un lado de la calzada, sin baños
o bancos y poco espacio para estirar las piernas. Sin embargo, cuando uno cruza
la frontera, empiezan a aparecer confortables áreas cada pocos kilómetros, y
casi nos dan ganas de aparcar el destino temporalmente y recorrer la campiña
francesa. Pero si viajas al oeste, también mejoran las carreteras en Portugal
desde el Algarve hasta Oporto, aunque tengamos que pagar peajes. Y uno sabe que
vuelve a España, además de por los avisos fronterizos, porque el firme está en
mal estado y hay obras cada dos por tres que convierten las autovías en
carreteras de un único carril desde Lugo hasta Granada. Y resulta aleccionador
recorrer el país de norte a sur y de este a oeste para hacerse una idea del
nivel de nuestros servicios públicos y las diferencias de renta que hay en
España. ¿Saldrá nuevamente Pedro Sánchez a las carreteras antes de pactar un
sistema de financiación a la carta con Cataluña y sin la participación del
resto de autonomías? Según los expertos, si esta comunidad abandona el régimen
común se reducirán en un 20% los ingresos totales del Estado. Unos 22.000
millones de euros menos para repartir entre todas las comunidades autónomas,
que tendrán que obtenerse de otro lado, o bien de subir los impuestos o de
recortar en la prestación de servicios públicos. Quizá sea Madrid la siguiente
comunidad que exija un tratamiento fiscal diferente, en este federalismo mal
entendido y que se desentiende de la solidaridad entre los territorios y los
ciudadanos, que para viajar no usan solamente la A-2, entre Madrid y Barcelona.
Aunque las principales autovías salgan de la Puerta del Sol, desde la A-1 a la
A-6 recorreremos toda la geografía española. Quizá, para hacer política, pueda
utilizarse un mapa de carreteras. Porque hay rutas que unen y otras que nos
separan.
IDEAL
(La Cerradura), 11/08/2024
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