lunes, 8 de septiembre de 2025

Historias de la mili

A falta de propuestas políticas que fomenten una idea de España, no sé yo si sería una buena idea recuperar el servicio militar obligatorio, como ya planean otros países vecinos, caso de Francia y Alemania. La generación que ahora tiene más de cincuenta años cuenta historias para no dormir de la época en que hacía la mili protagonizadas por reclutas, cabos y sargentos. Pero es verdad que tiene una formación básica que iba más allá del manejo de las armas. ¡Un poco de disciplina! Y no debía estar tan mal compartir la instrucción con gente venida de toda España. Seguro que si algún “influencer” lo pusiera de moda, habría quien pagaría ahora por irse un año de campamento y entretenerse con batallas de “airsoft”. Federico Trillo, entonces ministro de Defensa, lo anunció el día 9 de marzo de 2001: “Señoras, señores, se acabó la mili”. Y José María Aznar presumía de que había sido él quien la había quitado, y no “los progres simpáticos”. En realidad, a mucha gente le encanta ponerse un uniforme, y en sus pesadillas más calenturientas aparecen “dominatrix” vestidas sólo con una metralleta. De hecho, los propios Trillo y Aznar disfrutaron de lo lindo reconquistando la isla de Perejil. “Al alba y con fuerte viento de levante…” Los iberos somos bastante bélicos. Pero unos meses de formación en el espíritu nacional o autonómico, según corresponda, serían mano de santo para nuestra clase política antes de tomar posesión del escaño en el Congreso. Uno se presenta a unas elecciones, pero como cualquiera que tiene que acceder a un cargo público debería recibir una formación básica, ya que algunos no la traen de casa. Una escuela de práctica política, como las hay de práctica jurídica, donde las señorías pudieran pasar al menos tres meses compartiendo clases de derecho constitucional y una formación militar mínima, por si tienen que defendernos de una agresión extranjera o tienen que defenderse de sí mismas cuando ya empiecen a ejercer en el Parlamento. Es curioso que, en una época de crisis institucional, el ejército sea una de las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos. Un ejército que actualmente cuenta con 120.000 militares profesionales, que parecen pocos para los tiempos que corren. Por eso el Gobierno prevé aumentar la plantilla en 15.000 efectivos para 2035, pues Putin está deseando bombardear las instituciones de la UE no sólo en Kiev. ¿Aceptaría el presidente ruso una invitación para irse de ejercicios espirituales con su amigo Donald Trump? Sería mejor inventarnos una mili para la paz.

IDEAL (La Cerradura), 7/09/2025

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