No sé si vendrán de Málaga los aviones que veo revoloteando por encima
de la plaza de toros y que quizá deberían haber cruzado ya el Estrecho para
pasar el invierno en el África subsahariana. Estarán confusos con el tiempo,
como los estudiantes de esa pandilla que también toma el sol, unos vestidos de
verano todavía, otros de otoño, e incluso hay quien lleva un abrigo de
invierno, pues se habrá levantado temprano para ir a clase, y por las mañanas
sí que refresca. La vida de las ciudades ha quedado reducida a los barrios,
donde aún se puede hacer la compra en mercados y pequeños comercios, en esas
antiguas tiendas de ultramarinos que ahora regentan ciudadanos de origen
asiático, lo que les da un aire más cosmopolita. Aquí la gente ocupa tranquilamente
los bancos y las terrazas, donde marean el café o la cerveza, no como en el
centro, donde la hostelería parece ser sólo para turistas, a los que atienden
los camareros con un cronómetro en la mano. Ciudades como Granada, Málaga,
Córdoba o Sevilla ya sólo se enorgullecen de su pasado si pueden explotarlo
comercialmente. Algunos ven por eso a los turistas como una plaga, y otros como
el nuevo ganado que ordeñar, ya sea poniéndoles cañas y raciones o alquilando
sus casas a precios de hotel, mientras los dueños se van a vivir al área
metropolitana. Los barrios quedan para los jubilados y los estudiantes, cada
vez menos, pues escasea el alojamiento. Y es una pena, pues casan bien los
jóvenes y los viejos, que contemplan la vida con tranquilidad y alegría. Quizá
pronto tengan que hacer sus nidos como los aviones, bajo los tejados y las
terrazas. Porque quieren traer otro tipo de aviones desde el aeropuerto de
Málaga, para que sigan llegando más turistas como el maná, y no vengan sólo de
paso para ver la Alhambra. Lo que ya era un nombre bastante largo, Aeropuerto
Federico García Lorca Granada-Jaén, ahora tendrá un nuevo apellido boquerón. Aeropuerto
Federico el Boquerón sería más corto, aunque no sé si cumpliría con el
propósito. ¿Le pediremos también dinero a la diputación de Málaga? Vender las
ciudades cuesta un ojo de la cara, y no sé si los ciudadanos tienen mucho interés
en que se paguen con sus impuestos campañas de marketing. Me llama la atención
los pocos niños que se ven en los barrios, aunque ya no sea hora de colegio. Se
ofrecen aviones, viejos y algún estudiante. El reclamo de los barrios no nos
valdrá para el aeropuerto.
IDEAL (La Cerradura), 2/11/2025
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